Hay pensamientos en la literatura que te dejan sin opinión. Los lees, y te parece tan pulcro lo que expresan, que piensas que hablar encima de sus palabras es casi un pecado. Te pasa a menudo, y eso, que hace meses que no te enganchas a un libro. Esperas, que no haya nada que espere, nada que vigilar ni nada que guardar para coger un libro y dejar que te transporte cual guía en país extraño. Necesitas no tener nada ni nadie que te aguarde bajo ningún concepto. Para escribir, pasa algo parecido. Pero, hay veces, que lees algo que es insuperable y no es que necesites superarlo, es que quieres retenerlo de algún modo y lo mejor es que se fragüe en el silencio. Los silencios, no están de moda. Hay quien piensa que son una muestra de cierta incapacidad. Probablemente así es. Aunque puede ser, también, un tiempo obligado para que algo no se indigeste, para no alterarlo mientras intenta fermentar en alguna parte de ti. Enciendes la radio porque hoy, no puedes permitirte esperar a que algo se desarrolle en tus silencios y escuchas a un ilustrado en economía. Dice, que no hay sabios en economía, solo dictámenes y enmiendas. No lo dice hoy, lo ha dicho otras veces. La radio nos acompaña mientras hacemos cualquier otra cosa, incluso, podemos, pensar vagamente mientras hacemos algo. El sabio economista, dice, que el dinero se retiene. También dice, que si ha habido más circulación en las autopistas esta semana santa, es un síntoma más de la progresiva crisis. Los que hace un año, o dos, se marchaban a New York, hoy, se han quedado en su residencia de Cadaqués. Los que viajaron a Badajoz, hoy, se han quedado en su apartamento de Cunit. Las santas semanas que recuerdas de tu infancia, eran mucho más austeras. La gran mayoría, nos quedábamos en donde estábamos todo el año esperando la llegada de nuestra Mona, el Lunes, que siempre venia de la mano y generosidad de nuestro padrino y, nuestra abuela , escuchaba a Elena Francis mientras pelaba unos guisantes para acompañar un bacalao en Viernes Santo. Dice, el instruido economista, que los que tienen dinero, ahora, lo ahorran. Los que no lo tienen es imposible que lo gasten. Comentan, que este año las Monas han sido mucho más escuetas y que los restaurantes de la ciudad estaban mucho más vacios. Que el ahorro ha aumentado casi un 18%, el paro aumenta en Catalunya, y que la venta de coches ha alcanzado un record histórico. Todo esto, te hace pensar en alto y relegar aquello que momentos antes has leído y te ha impresionado. Parce ser que en este país, solo pueden funcionar la industria del automóvil, del carburante y la construcción. Lo demás, tendrá que resistir como siempre, como pueda. Te preguntas, después de intentar matizar todo lo escuchado, de donde ha salido tanta necesidad de vender. De donde ha salido tanta necesidad de alimentar un consumismo en cadena y cuando éste da síntomas de recular, se instale el pánico. Te preguntas, si nos queda algo por adquirir o si en realidad existe tanta urgencia de suministrar, si no es, para mantener un sistema que mantiene a otros sin casi hacer nada. Tu padre, no se preocupaba por la sociedad a la que pertenecía. Trabajaba duro para mantener a su familia que siempre, en la mesa, crecía en cantidad. Tampoco se inquietó por tu formación, ni por la de sus hijos mayores, porque no tenía mucho tiempo de sentarse y preocuparse. Fue amo sin ser señor, fue empleado sin derecho al paro y nunca fue rico. Hoy, primer aniversario de terremoto de l’Aquila, su alcalde es entrevistado por un reportero de RAC1. Explica, que España no ha cumplido con la ayuda que prometió a la devastada zona italiana. No que yo sepa - recalca- . Y tú, no puedes evitar preguntarte si no ha pagado, o es que el dinero se ha disipado en el viaje… De nuevo, subsiste lo que es bello entre tanto ruido y vuelve la necesidad de callar. Hay cosas y gente que esperan.
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