El domingo 4 de febrero, en la línea 1 del metro de Madrid, al salir de plaza de Castilla con destino a Tirso de Molina fui increpada por un tipo porque iba leyendo su diario.Comenzó gritándome el daño que nos había hecho el foro de Ermua a los de la izquierda y continuó gritando y agitando ostensiblemente los brazos delante de mí, para mi asombro y el del resto de los viajeros del vagón. Sin embargo nadie dijo nada.
Como sentí miedo por la virulencia de despropósitos decidí cambiar de vagón, con la esperanza de que no me siguiera. No lo hizo.
Yo continué mi viaje leyendo EL PAÍS. Sin embargo, tres estaciones más adelante otro individuo, de camino a la salida, se paró delante de mí y me dijo elevando el tono de voz que si yo estaba aprendiendo mucho con mi lectura. Para continuar desbarrando sobre democracia y libertad.
Yo no pude por menos que manifestar mi estupor por el acoso al que estaba siendo sometida por leer EL PAÍS, en el que pensaba tranquilo viaje de domingo por la mañana al Rastro. En este caso recibí la solidaridad de mi compañera de asiento y de otra señora que iba enfrente que se pusieron de mi lado.
Opinión en el diario ElPaís. 10-2-2007
Un situación , la cual , haría reír a cualquiera en otros momentos, ahora, da qué pensar: ¿ Está crispada la gente por algunos medios, o por una situación concreta ? ¿ Son muchos, son cuatro ? ¿ Le hace falta a éste país unas elecciones, ya ?
Gracias por pasármela, Marciano
1 comentari:
De nada. Es verdaderamente increíble que vuelvan a pasar estas cosas. Bon dia.
Publica un comentari a l'entrada