Venezia

Intentamos acabar con el silencio porque donde hay silencio casi siempre hay tristeza
.Pascal (creo)

A veces, está clarísimo que la responsable de que una determinada situación se desmadre y desvirtúe es la ambición. La ambición desmesurada de gobernantes, empresarios, de pocos y la ingenuidad de muchos, normalmente, acaban en desastre, pero otras veces hay razones de más peso que explican también lo que quizá para muchos es un error de cálculo. En Venecia, imagino que ha sido esta codicia también lo que la ha situado hoy, en boca de algunas opiniones, como una simple atracción turística pero también es su solemnidad, la peculiaridad que la envuelve y sobre todo su extraordinaria belleza la que poco a poco la ha ido situando desde Bonaparte hasta los mochileros de hoy, en lo que es.

Venecia no es un museo, no es un parque temático o al menos, que lo sea no es la intención de sus habitantes. Venecia es una ciudad sometida al visitante y por los que huelen a estos antes de que aparezcan, incluso. Muchos venecianos aún creen poder rescatar Venecia , aún en el fondo de su pacífico corazón piensan que es posible salvar una ciudad en la que en otra época hubo un comercio importante, si, pero sobre todo , donde hubo venecianos: vecinos a los que les era posible ir a trabajar a pie o en alguno de los vaporettos que unen los sestieres (calles) sin miedo a quedarse fuera o, ciudadanos que caminando podían ir a por el pan, el vino, la fruta o el pescado. Ciudadanos templados y con aptitud de venecianos que celebraban sus bautizos, sus bodas o enterraban a sus muertos en familia. Hoy, a pesar de que esta sugestiva ciudad ceñida en agua de mar, solemnes pinturas, viejos y nobles edificios, miles de palomas y millones de turistas a muchos les parece una ciudad fingida, aún quedan detrás de alguna de sus añejas fachadas, ciudadanos que claman en silencio a Santa Maria dei Miracoli para que Venecia recupere su esencia. Y aún quedan ciudadanos de los miles que un día tuvieron que alejarse de ella, que sueñan con volver cuando los apoyos de sus viviendas dejen de ser inseguros o cuando alquilar una nueva vivienda no sea cosa de ricos o de viajeros. A pesar de todo, Venecia sigue atesorando un encanto facilmente visible y otro que solo se distingue apartados del rumoroso y atestado centro si te alejas hasta Cannaregio. En éste antiguo barrio judío aún se percibe la tristeza de la época de la persecución de sus vecinos, aún es posible advertir algunas formas de vida pasada o presente y sigue siendo el barrio donde nació la palabra “guetto”, o gueto, que significa fundición de hierro y de ahí surge el popular término ya que en la zona había numerosas fábricas de fundición. LLegando en el vaporetto público hasta la casi despoblada isla de Torcello es posible maravillarte con unos bellos mosaicos situados en su iglesia románica, o simplemente callejear entra las múltiples y estrechas sestieres , aún a riesgo de perderse , sigue siendo un fantástico encuentro porque en Venecia preguntar y que te respondan amablemente, es un hecho a pesar de todo y de todos. Puedes descubrir en cualquier bareto de cualquier rincón de la ciudad un excelente café, un sabroso tiramsú, o su aperitivo típico llamado Spritz (vino blanco mezclado con Campari) Y seguir, seguir y seguir hasta no poder más sin que nada te aburra, y aún despertar al día siguiente, temprano, y ver las barcas y barcazas descargar en cada comercio, en cada casa lo necesario. Todo esto y más siguen siendo una posibilidad estando en Venecia y que ningún escenario te sea indiferente, sin que nada ni nadie, salvo tus agotados pies, quieran detener la aventura que sigue revelándose ante ti.

“Dal fuoco si risorge, dall ignoranza no” (frase en la entrada del Teatro de la Fenice)

guitarra suena más bajo

Un día a la presó sense plorar

A la meva tragèdia tot ha estat horrible, mediocre, repel·lent, mancat d’estil. El mateix uniforme que portem ens torna grotescos. Som els bufons del dolor. Som pallassos amb el cor trencat. Estem especialment dissenyats per apel·lar el sentit de l’humor. Aquell 13 de novembre em van portar aquí des de l’hospital on era. Aquell dia, de les dues a dos quarts de tres, em vaig haver d’estar a l’andana de l’estació central amb l’uniforme de convicte, emmanillat, perquè tothom em mirés. M’havien tret de l’hospital sense avisar-me. De tots els objectes possibles, era el més grotesc. En veure’m, la gent reia. A mesura que arribaven els trens, el públic creixia. Res no els podia divertir més. Això, és clar, abans de saber qui era. Tan bon punt els en van informar, encara van riure més. Em vaig passar mitja hora, sota la pluja grisa de novembre, voltat d’una multitud que es burlava de mi.

Després d’això, em vaig passar un any plorant cada dia a la mateixa hora, durant una estona idèntica. No es pas tan tràgic com et puguis figurar. Pels que són a la presó les llàgrimes formen part de l’experiència diària. Un dia a la presó sense plorar no és pas un dia feliç, sinó un dia en què tens el cor dur.

(Fragment d’Òscar Wilde: “De profundis”)

un Adiós a Fernando

No queda casi nada qué decir de la figura de Fernando Fernán Gómez, pero si queda algo por añadir, no será ahora, lo dirán los años, el tiempo que es el que engrandece o minimiza a ciertas personas o acontecimientos, no yo.

Lo vi por vez primera cuando tenía, creo, doce o trece años en la pantalla del televisor. No recuerdo que papel interpretaba ni en que programa, solo recuerdo que su manera de hablar, de dibujar los gestos de su cara, de entonar sus palabras, me absorbió. No solía entonces poder ver la tele a menudo, ya que hasta que no entro en casa el televisor, tenía que subir un piso más arriba y verlo en casa de mi tía Carmen, pero cuando lo hacía era casi siempre por la noche cuando algún acontecimiento especial, como por ejemplo el que me hubieran inyectado una dolorosa inyección de Gama globulina aquella tarde me lo concedía o, sencillamente, cuando no tenia que madrugar al dia siguiente. Más tarde entro en nuestra casa el televisor y recuerdo la ilusión y la parafernalia que monto mi padre mientras este gran aparato subía por el ascensor de Padilla. Recuerdo estar justo al lado de mi padre esperándola en el rellano, recuerdo que al abrir la puerta del ascensor una cosa muy grande envuelta con una funda roja esperaba en el suelo del ascensor y, como no, recuerdo la cara de orgullo de mi padre que por fin había podido comprar este artilugio que nos había tenido hasta aquel día alguna noche alejados veintiséis rellanos lejos de casa. Es curioso como no consigo recordar el día ni la marca del aquel televisor, pero nunca olvidaré la sensación al escuchar acercarse el ascensor hasta el sexto piso mientras esperaba junto a la ingente silueta de mi padre.
He tenido siempre la sensación de haber descubierto a este actor hace mucho tiempo, o quizá fuese él quien destapo mi criterio hacia el arte de la interpretación a muy temprana edad, la única afición que me ha interesado realmente. No fue solo Fernando, había algunos más que entonces aparecían en algunas series que la programación de entonces ofrecía. Estaba Lola Gaos, con su extrema delgadez y su penetrante voz, estaba Fernando Rey, las hermanas Gutierrez Cava (¿quién era Julia y quien Irene?), José Luis López Vázquez, Mª Luisa Merlo, … y estaba en otro plano pero estuvo, para que esconderlo, aquella niña quimera de cabellos de oro, Marisol: “Chiquitina, chiquitina, le dicen los muchachos al verla pasar, y la pobre chiquitina, quisiera ser tan alta como la luna…” A este país puede que le haya faltado imaginación y dignidad, pero no le han faltado grandes imitadores de la realidad e intérpretes de la ficción. Pero, Fernando Fernán Gómez estaba por encima de todos ellos porque al verlo actuar, aparecía ante ti la dignidad en persona de lo que representaba este oficio.Y no voy a enumerar de nuevo los éxitos que han ocupado su vida de actor, ya están hoy en todos los medios, simplemente quiero reconocer mi admiración hacia este hombre desde hace años y nombrar también a la que hasta hace unas horas ha sido su última compañera sentimental, Emma Cohen.
A ella, la conocí también hace mucho tiempo. Una tarde , Jordi, nos llevo al grupo de niñas de teatro a ver una obra. Al terminar, nuestro profe nos invito a pasar a los camerinos para conocer a los actores y actrices. Emma, era una chica de formidables ojos azules y voz suave que no puedo decir si era buena o mal actriz ya que tampoco recuerdo su papel en aquella función, pero de la que si guardo un entrañable recuerdo. Una a una, nos fue preguntando nuestras aficiones y preferencias y al llegar mi turno, después de no sé que haberle dicho además de mi nombre, me dibujo un salado pez con una breve dedicatoria que estampó con su firma. Al cabo de unos días, casi al finalizar el curso, Jordi nos instigó a Cristina Font y a mí a formar parte de la misma compañía de teatro a la que pertenecía Emma Cohen. Quién sabe, quizá si aquella expeditiva respuesta por parte de mi madre hubiera concedido un poco más de atención a mi ruego, ayer hubiera estado cerca de Emma dándole un abrazo. El caso es que la respuesta de mi madre fue rotunda y en aquella época, los niños y las niñas no discutíamos con nuestros padres y el caso es que aquella respuesta me sitúa a mucha distancia física de Emma pero no emocionalmente lejos. Emma, hizo algún pinito más en teatro y cine, pero al unirse con Fernando, prácticamente se apartó de este mundo, al menos de la parte visible de este mundo quizá porque este monstruo que tenia por compañero le llenaba más horas de las que disponía, quien sabe…
Los años unieron a Emma y Fernando, y ellos, este tándem tan peculiar siempre han estado unidos a mí de alguna manera porque hay recuerdos que no es imposible borrar. Son recuerdos que perduran mientras tenemos la posibilidad de pensar, son recuerdos que con los años crecen en vez de menguar. Son circunstancias únicas que nos hacen pensar que si nuestro pasado hubiera estado milimétricamente desviado hacia otro lado, nada de lo que existe en nuestro presente seria igual.
Y me alegro de que un personaje como Fernando Fernán Gómez tuviera la suerte de toparse con una mujer como Emma. Ella, apartada hace años de la escena, catalana, dulce, inteligente. El, sabio, trabajador, de carácter agrio, dicen algunos…¿Carácter agrio? Mi opinión es que a partir de determinada edad, hay que tener muy claro por quien tragas saliva y a quien mandas a la mierda, y Fernando lo tenía clarísimo. ¿Peruano o español? Que mas da, universal, pongamos. De mal carácter, trabajador, sabio, libre, disciplinado, buen conversador, etc, etc. Descanse en paz o, al menos, descanse…

Huellas de guerra en Zadar


No se qui ho ha dit ahir, a la radio: "el problema és dels qui en parlen" ! I nosaltres què fem? En parlem amb un to més pujat intel·lectualment, som crítics amb alguns mitjans, això si, però també omplim programes amb allò que en diem bazofia. Es quasi el mateix.

No m'interesa gens amb qui es casa la filla del Rei o de qui es separa. No m'interesa gens, no m'interesa gens, no m'interesa gens...

I si que m'interessa, m'interessa bastant el que va dir Abraham Maswol , sobre la necessitat de créixer permanentment. Maslow, és el principal fundador de la psicologia transpersonal, sorgida als anys 60 com a complement i superació de les psicologies analítica (Freud, etc.), conductista (la que encara avui predomina a la majoria d’universitats) i humanística (la que avui predomina en els tallers de cap de setmana de “creixement personal”)


• El que anomenem “salut mental normal” està molt per sota de les possibilitats de la natura humana.

Esto demostraría lo que hace tiempo sospecho: La cordura es una meta, no una estación. Así que en la estación podemos descansar un rato, pero acto seguido seguir el viaje y tocar madera para que nada ni nadie nos arrebate la poca que hemos conseguido.


• Tots tenim en algun moment el que Maslow anomenava “experiències-cim” (peak experiences), experiències sobtades de plenitud en les quals tenim la sensació que “tot encaixa”, “tot està bé”.

Esto, nos queda demostrado pocas veces en la vida, pero por suerte la mayoría sabemos lo que es. Un día lo supimos y ojalá otro día podámos volver a experimentarlo.


Som perfectament capaços de no aturar el nostre creixement psicològic mentre vivim. Estem dissenyats per créixer sempre,a qualsevol edat i això és el que ens fa feliços de la mateixa manera que ens fa feliços un tros de pa quant tenim fam. Això si, teniu en compte que les ganes de menjar es passen amb un plat d'arròs o amb un rosego de pa. Les ganes de saber, les ganes d'omplir la nostra creativitat mai s'aturen. Quant més en trobem més en cercarem. Està be, no?

llibres de Maswol:

El hombre autorrealizado (Kairós)

La personalidad creadora (Kairós)

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