Los valores que navegan

Leyendo el texto que Mist escribió en su blog que se relaciona con otro que he leído este mañana, me he dado cuenta que me faltaba espacio para comentar lo que quería. Aprovechando este subidón de intenciones me voy al Word, que es donde acaba todo lo que me apetece ampliar un poco más. Hay textos, que te invitan a pensar, los hay que te hacen sonreír como cuando saboreas un delicioso helado sin saber explicar el por qué de tal deleite y, los hay, que te motivan una parrafada.

Entre otras cuestiones, comenta Mist, que la crisis de valores no existe, lo que hay, dice, es el declive de algunos valores y la cotización al alza de otros. Muy bien razonado, ya que un detalle como este, cambia y bastante la percepción del fondo. Porque, si los valores están en crisis, significa que hay un cambio muy profundo, significa casi una revolución de un determinado comportamiento social. Se hundió la barca o se extravió el timonel, o, no hay ni barca ni timonel. Si es que se da la situación de que algunos valores están en crisis, y otros en alza, es que nuestros pilotos son otros y nos han cambiado el rumbo, y lo hemos seguido por voluntad o ignorancia a pies puntillas, pero, seguimos yendo en barca. Sea como sea, estamos ahí, no hay ninguna revolución y errados o no, solo nos queda avanzar, desembarcar, o recular un poco y calcular mejor.
Todo esto me recuerda, nuevamente, aquella conversación con una madre que se sentía inexperta después de haber consultado un libro manual escrito por el doctor Estivill y otro que defendía lo contrario, y que creo haber comentado antes aquí. Unido todo, me abona una idea que conecta con el cambio de valores en nuestra sociedad. Hay manuales de cualquier tipo, incluso manuales para enviar los niños a la cama, pero no son adecuados para todos las personas, y solo deberían ser leídos por personas muy ineptas. Por los que están muy lejos de realizar cualquier empresa, o de ser padres, y no cuentan con un mínimo de voluntad y probabilidades para hacerlo bien, lo saben y quieren superarlo. Ejercer de padres, no es fácil, pero, tampoco se trata de complicarlo más de lo que es. Y como existen padres y madres, que en vez de aplicar la sensatez cuentan hasta mil antes no toman la decisión de encajar su vida a la de sus hijos y de hacer lo necesario para que sus hijos delicada, tierna y terminantemente encajen en la suya, tiene que haber manuales a punto y a propósito comercializados.

Espero, creo y diría, que no hay tantos padres incapaces, pero, los que hay, no deberían ser la inspiración de más libros, tampoco. Lo corriente puede llegar a ser lo muy extraño si no situamos a lo lógico donde se merece. Lo lógico, puede convertirse en anormal si no lo rescatamos de la penumbra que lo oculta a menudo. Y de eso se trata, precisamente: de navegar un poco, vale; y de pisar tierra firme, también.

No hay nada más que decir

  • Estaba escribiendo sobre la especial relación que une a una pareja, a una joven pareja, cuando a medio escrito se fundió la pantalla de mi ordenador. Después de algunos intentos fallidos para volverlo a encender, dejé reposar éste para ir a otro quehacer. Una hora más tarde, intente de nuevo encender mi portátil con el método que un técnico de la marca me aconsejó. Lo conseguí. Es sabido que los documentos de Word, siempre se guardan a pesar de que el ordenador se haya apagado involuntariamente. Cuando la pantalla apareció de nuevo, ahí estaba a medio escribir lo que había comenzado, no sé si con otro propósito que no fuera el de escribir, o quizá, también, con la intención de esclarecer en mi mente algo sobre lo que escriba. El destino, ha hecho que el ordenador se haya apagado poco antes de finalizar mi reflexión. Seguramente, tengo que ahondar más en ella, o probablemente, no hace falta que profundice en ella. Sea como sea, he decidido guardarlo para otra ocasión y ahora, ya no existe. En cambio, he ido a parar, conexamente, a una de las bellas reflexiones de Saramago del Cuaderno de Saramago, que me han conducido hasta otra cavilación: Sea lo que sea lo que concurre, debe ser por algo. Aquí la copio y pego.


Un capítulo para el "Evangelio"

  • De mí ha de decirse que tras la muerte de Jesús me arrepentí de lo que llamaban mis infames pecados de prostituta y me convertí en penitente hasta el final de la vida, y eso no es verdad. Me subieron desnuda a los altares, cubierta únicamente por el pelo que me llegaba hasta las rodillas, con los senos marchitos y la boca desdentada, y si es cierto que los años acabaron resecando la lisa tersura de mi piel, eso sucedió porque en este mundo nada prevalece contra el tiempo, no porque yo hubiera despreciado y ofendido el mismo cuerpo que Jesús deseó y poseyó. Quien diga de mí esas falsedades no sabe nada de amor. Dejé de ser prostituta el día que Jesús entró en mi casa trayendo una herida en el pie para que se la curase, y de esas obras humanas que llaman pecados de lujuria no tendría que arrepentirme si como prostituta mi amado me conoció y, habiendo probado mi cuerpo y sabido de qué vivía, no me dio la espalda. Cuando delante de todos los discípulos Jesús me besaba una y muchas veces, ellos le preguntaron si me quería más a mí que a ellos, y Jesús respondió: “¿A qué se puede deber que yo no os quiera tanto como a ella?.” Ellos no supieron qué decir porque nunca serían capaces de amar a Jesús con el mismo absoluto amor con el que yo lo amaba. Después de que Lázaro muriera, la pena y la tristeza de Jesús fueron tales que, una noche, bajo las sábanas que tapaban nuestra desnudez, le dije: “No puedo alcanzarte donde estás porque te has cerrado tras una puerta que no es para fuerzas humanas”, y él dijo, sollozo y gemido de animal que se esconde para sufrir: “Aunque no puedas entrar, no te apartes de mí, tenme siempre extendida tu mano incluso cuando no puedas verme, si no lo hicieras me olvidaría de la vida, o ella me olvidará”. Y cuando, pasados algunos días, Jesús fue a reunirse con los discípulos, yo, que caminaba a su lado, le dije: “Miraré tu sombra si no quieres que te mire a ti”, y él respondió: “Quiero estar donde esté mi sombra si allí es donde están tus ojos”. Nos amábamos y nos decíamos palabras como éstas, no solo por ser bellas y verdaderas, si es posible que sean una cosa y otra al mismo tiempo, sino porque presentíamos que el tiempo de las sombras estaba llegando y era necesario que comenzásemos a acostumbrarnos, todavía juntos, a la oscuridad de la ausencia definitiva. Vi a Jesús resucitado y en el primer momento pensé que aquel hombre era el cuidador del jardín donde se encontraba el túmulo, pero hoy sé que no lo veré nunca desde los altares donde me pusieron, por más altos que sean, por más cerca del cielo que los coloquen, por más adornados de flores y perfumados que estén. La muerte no fue lo que nos separó, nos separó para siempre jamás la eternidad. En aquel tiempo, abrazados el uno al otro, unidas nuestras bocas por el espirito y por la carne, ni Jesús era lo que de él se proclamaba, ni yo era lo que de mí se zahería. Jesús, comigo, no fue el Hijo de Dios, y yo, con él, no fui la prostituta María de Magdala, fuimos únicamente este hombre y esta mujer, ambos estremecidos de amor y a quienes el mundo rodeaba como un buitre barruntando sangre. Algunos dijeron que Jesús había expulsado siete demonios de mis entrañas, pero tampoco eso es verdad. Lo que Jesús hizo, sí, fue despertar los siete ángeles que dormían dentro de mi alma a la espera de que él viniera a pedirme socorro: “Ayúdame”. Fueran los ángeles quienes le curaron el pie, los que me guiaron las manos temblorosas y limpiaron el pus de la herida, fueron ellos quienes me pusieron en los labios la pregunta sin la que Jesús no podría ayudarme a mí: “¿Sabes quién soy, lo que hago, de lo que vivo”, y él respondió: “Lo sé”, “No has tenido que mirar y ya lo sabes todo”, dije yo, y él respondió: “No sé nada”, y yo insistí: “Que soy prostituta”, “Eso lo se”, “Que me acuesto con hombres por dinero”, “Sí”, “Entonces lo sabes todo de mí” y él, con voz tranquila, como la lisa superficie de un lago murmurando, dijo: “Sé eso solo”. Entonces yo todavía ignoraba que era él era el hijo de Dios, ni siquiera imaginaba que Dios quisiese tener un hijo, pero, en ese instante, con la luz deslumbrante del entendimiento, percibí en mi espíritu que solamente un verdadero Hijo del Hombre podría haber pronunciado esas tres simples palabras: “Sé eso solo”. Nos quedamos mirándonos el uno al otro, ni nos dimos cuenta de que los ángeles se habían retirado ya, y a partir de esa hora, en la palabra y en el silencio, en la noche y en el día, con el sol y con la luna, en la presencia y en la ausencia, comencé a decirle a Jesús quien era yo, y todavía me faltaba mucho para llegar al fondo de mí misma cuando lo mataron. Soy María de Magdala y amé. No hay nada más que decir.

Otra cruz









Félix Millet, es uno de los últimos personajes que son noticia en Cataluña. Antes de ser arrestado por los mossos, ha sido condecorado, reconocido y obsequiado con diferentes y distinguidos símbolos por los gobiernos correspondientes: La Corbata de Isabel la Católica, cómo presidente del Orfeo Català en 1981; La llave de la ciudad de Barcelona en 1998; En 1999, la Creu de Sant Jordi; de Distinguido señor de Barcelona en el 2005; la Cruz de oro por la AEFE en el 2008…Y como, distinguido Ciudadano que nos honora, en el 2008. Bonito currículum, ¿No os parece?


Una vez, alguien que conozco muy bien, se enfrentó a un inspector de hacienda después de recibirlo para una inspección, en su polvoriento y cutre despacho. Lo mandó a hacer puñetas, textualmente. A él y a los que lo enviaban, porque no es verdad que hacienda seamos todos. Hacienda, hoy por hoy, es el purgatorio de los pringados y el harén de los aprovechados. Le salió el descaro, barato: cincuenta mil de las antiguas pesetas por desacato a la autoridad, y ni un duro más. Díganme, si no vale la pena liberarse a este precio…El problema, es que no son suficientes, aún, los dispuestos a pagar un precio, aunque sea ínfimo, por desfogarse o para evidenciarlos. Hacienda somos todos, siempre y cuando todos tengamos iguales derechos, obligaciones y decencia. El problema, es que todos nos sentimos culpables de algo aunque este algo sea robar una hora a nuestro jefe o estafarle una cerveza al bar de la esquina y así, con el silencio, tenemos la sensación que les justificamos y de que nos justificamos. El problema, es que tenemos tiempo de tragarnos las vergüenzas de otros en la televisión, radio o prensa, y no reservamos tiempo para librarnos de las nuestras. No sé al resto de las personas, a mí, me motiva una cierta actitud de desacato a la autoridad cuando estoy ante una injusticia y no desaprovecho la ocasión para dejarlo claro, últimamente. El problema es, que ahora la autoridad no solo es el ejército, la policía, la iglesia y los políticos de primera línea. Ahora, la autoridad, son todos aquellos que tienen algo seguro como arma arrojadiza a nuestros posibles proyectos. Ahora, la autoridad es también los medios de comunicación y todo aquel que siente su cargo intocable por mucho que haga el vago. Y cada vez que dejamos pasar la oportunidad de plantarles cara, civilizada, pero, categóricamente (dispuestos a pagar el peaje), aumentamos su poder y disminuimos el nuestro. El problema, es que a este ritmo, no tendremos a donde ir, qué ver ni en qué creer, sin cabrearnos o avergonzarnos.

Desiderata

Pensando en otros tipos de crisis, recurro a la crisis existencial y encuentro, Desiderata de la felicidad, escrita por Marx Ehrmann por allá 1920. Y después de leerlo, me acuerdo del programa que televisión ha emitido en motivo del cuarenta aniversario del alunizaje del Apolo XI. Mientras miraba el documental, sin duda, influenciada por algunas de las teorías que defienden que todo aquello fue un montaje, iba pensando que tenía que serlo. Estamos hablando de hace cuarenta años. Ves aquellas imágenes que se corresponden a una época en que aquí, los aviones pasaban de largo y las culpas y pecados se ubicaban sin recato. Y las imágenes son tan desoladoras y nítidas que cuesta creerlas pensando que entonces, en tu casa, aun no había televisión. Ibas escuchando las declaraciones de los tres protagonistas de aquella épica historia, e ibas cambiando de opinión mientras intentabas recordar imágenes o sucesos de aquellos días sin conseguirlo. Mientras uno de los astronautas explica sus recuerdos, ves en él, cierta ironía que de nuevo te hace dudar si todo aquello fue realmente un montaje. Pero, después habla Collins, y en sus ojos ves un brillo representativo, y en sus palabras descubres el encanto de aquello que lo embrujo y que aún conserva al recordarlo. Aclara, que no habla de religiosidad, y que desde que regreso de aquel singular viaje, no ha podido desprenderse de una espiritualidad que lo gobierna desde entonces hasta hoy. Acaba con unas palabras que están muy alejadas de ningún catecismo y de cualquier devoción. Termina diciendo que al regresar a la tierra percibió que esta era el paraíso en realidad y que aún hoy, es capaz de sentarse ante un hipermercado solo para contemplar a la gente moverse, o detenerse a contemplar cualquier forma de vida aunque sea en el elevado tráfico, y le sigue pareciendo extraordinario. Cuando los paracaídas les acercaban al mar supieron que el océano era un regalo de algún prodigioso creador y que por fin, volvían a casa.

Pienso, ahora, que no fue un fraude, ni que la vida tampoco lo es. Pienso, que de tan maravilloso que es nuestro planeta, algunos rufianes insaciables, lo han pretendido de su propiedad y lo han maltratado.

Y el poema, para quien no lo conozca:

Camina plácidamente entre el ruido y la prisa,
y recuerda qué paz puede haber en el silencio.
En la medida de lo posible y sin traicionarte
procura vivir en buenos términos con todo aquel que te rodea.
Di tu verdad tranquila y claramente;
y escucha a los demás,
incluso al aburrido y al ignorante;
ellos también tienen una historia que contar.

Evita a los ruidosos y a los agresivos,
ellos afligen al espíritu.
Si te comparas con otras personas,
puedes tornarte vanidoso y amargo;
porque siempre habrá personas más grandes y más pequeñas que tú.
Disfruta de tus logros y también de tus planes.

Mantén el interés en tu propia carrera, por humilde que sea;
es una verdadera posesión en las cambiantes fortunas del tiempo.
Sé cuidadoso en los negocios;
pues el mundo está lleno de trampas.
Pero no dejes que ésto te ciegue a la virtud del mundo;
muchas personas luchan por grandes ideales;
y en todas partes la vida está llena de heroísmo.

Sé tú mismo.
En especial, no finjas afecto.
Tampoco seas cínico ante el amor;
porque frente a la aridez y al desencanto,
el amor es perenne como la hierba.

Toma con serenidad el consejo de los años,
y renuncia grácilmente a los dones de la juventud.
Nutre la fuerza del espíritu para protegerte de las desgracias inesperadas,
pero no te crees falsos fantasmas.
Muchos miedos nacen de la fatiga y la soledad.
Sin olvidar una justa disciplina,
sé amable contigo mismo.

Eres un hijo del Universo,
no menos que los árboles y las estrellas;
tienes derecho a estar aquí.
Y no importa si te resulta evidente o no,
no hay duda de que el Universo se está desarrollando como debe.

Por ello procura estar en paz con Dios,
de la manera en que lo concibas,
y cualesquiera sean tus trabajos y aspiraciones,
mantén la paz en tu espíritu en la ruidosa confusión de la vida.

A pesar del trabajo duro, las falsas esperanzas y los sueños rotos,
este sigue siendo un mundo hermoso.
Procura estar alegre.
Lucha por ser feliz.

Marc Ehrmann. versión inglesa: http://www.fleurdelis.com/desiderata.htm

nota:

He añadido lo que tenía que ser una presentación de todos los cuadros que Valle me confió. He tardado horas para no conseguir lo que pretendía, para acabar cediéndolos a Pic asa, que no es que sea mucho pero, es más que nada. En el borrador, se veían al completo y al finalizar el trabajo, no se por qué salen como quieren. Os aconsejo a quienes queráis ver las imágenes de sus cuadros, que una vez situados en el enlace del álbum, le déis a "ver video de alta calidad" (izquierda de la página) No salen completas, pero se ven mejor.

Y Julio César dijo: ¡Amplector te, Africa!

En Ruanda, hay crisis, en Europa, en Norteamérica, tenemos otro problema. Tenemos quejas, lamentos, codicias, despilfarros, lloriqueos, chismorreos. Y unos gobernantes qué han estudiado la manera de seguirnos la corriente y nadar a su favor. Si nosotros nadamos como patos, ellos son los crecidos patosos que nos representan.


Detrás del funeral de Michael Jackson, hay una gran máquina ansiosa de inflar sus arcas a costa de cualquier circunstancia. Ha habido entradas que sortear, ha habido personas que han hecho negocio con dichas entradas, ha habido estilismo, flores, lágrimas, histerismo, música, luces, flashes, y por haber ha habido hasta una niña que lloraba aterrada por la muchedumbre y la trascendencia del show más que por ninguna perdida. Y detrás de ésta gran máquina de canalizar emociones para hacerlos provechosos, estamos los demás. Los que asistimos descreídos o emocionados, perplejos o gustosos al montaje. Y es verdad que Michael Jackson ha tenido el funeral de su vida. Y es verdad que tal como vivió ha sido despedido por el gremio de la farándula, donde todo es mentira y nada se acaba aún cuando termina. Y es verdad que Michael Jackson no era un pensador, ni un científico, ni un político, era el espectáculo en sí mismo. Como es verdad, que la misma poderosa máquina que le otorgó la gloria, lo ha enterrado con la misma autoridad y para ello se ha gastado 4000 millones de dólares que alguien espera recuperar con creces. No estamos en crisis. Burundi, Zambia, Uganda, están en crisis, nosotros estamos en decadencia.

Una semilla cojonera en un sitio casi perfecto

Un campamento para chicos y chicas con una afinidad en común, todos ellos entre 12 y 14 años, y la mayoría de ellos de Cataluña, se instalan en un lugar del Vallés para pasar juntos trece días. Hay unos cuantos de Murcia, uno viene de Francia, y otro chico de Bilbao, alguno de Gran Canaria e incluso llega uno de México. Los convoca un matrimonio de Barcelona, ella, dedicada a la música en cuerpo y alma, y es mucho cuerpo el que aloja dicha alma, y él, entregado al cien por cien en el mismo arte y gestión. Los ayudan algunos monitores, entre ellos una monitora oficial, el resto, aprendices de monitores y dos voluntarios. Han llegado hasta aquí por varias razones, una de ellas, es que algunos padres han de colocar a sus hijos parte del verano sea donde sea. La otra razón, es que algunos chicos y chicas, ya habían hecho estos campamentos otros años y quieren repetir la experiencia. Los monitores, aspirantes a monitores y voluntarios de monitores, llegan por su inclinación al compromiso y a la música. Los motiva, igualmente, la vocación y el entusiasmo de la pareja de adultos que los ha convocado. Solo llegar al destino, les espera un duro día ya que han de montar las tiendas para más de setenta personas y organizar al grupo. Ya lo han hecho muchos años, pero cada año el grupo aumenta y aumenta el trabajo. El primer día, también les espera una enérgica tormenta que les sorprende cuando están en pleno montaje.


Explica, uno de los voluntarios a monitores, que se estrena en esta actividad, que todo transcurre del mejor modo que cabria esperar hasta que pasados las primeras cuarenta y ocho horas de excursiones a pie, comida de rancho, noches bajo techo de nylon y un fuerte viento, alguno de los chicos, se percata que ha perdido el móvil, alguna chica, que ha perdido su plato de plástico, y algunos que, inspirados por ellos, les han robado varias cosas del campamento. ¡Horror, que cunda el espanto y se desate la fatal conspiración!

Pero, no pasan muchas horas cuando empiezan a florecer los objetos desaparecidos entre jerséis y calzoncillos, en los bolsillos más inesperados o por los suelos, abandonados donde los extraviaron sus dueños. Pero, aunque han pasado pocas horas, no pasan tan pocas como para que algunos de los niños, impacientes, ensimismados, poseídos por el desabrigo y necesitados de pasatiempo, hayan hecho uso del más nefasto de todos los enseres que se han llevado al albergue: el móvil.

Unos, arreglan con otra llamada la inquietud que acaban de traspasar a sus padres y aclaran que, únicamente, fue un descuido por su parte. Otros, nadie sabe que han tenido que explicar ruta móvil, para conseguir que sus padres, acompañados de otros padres, desde Murcia, se presenten en una caravana y acampen cerca, tan cerca, que da pavor verlos, merodeando por el lugar, de lejos, de reojo, por la mañana y de noche, qué hacen sus hijos, cuándo y cómo . Pronto se sabrá lo que les han contado.


Pasan, por fin, los trece días de campamento en los que han cabido largas caminatas por las verdes sendas del lugar, baños en la piscina, sesiones musicales, espaguetis, sesiones de respiración para controlar la voz, baños bajo la fresca lluvia, flan de polvos, noches de vivac y agradables charlas en grupo. En la despedida, hay de todo, permutas de números de teléfono, besos, intercambio de direcciones, lágrimas, el retorno de algunos móviles que Laila y Albert han tenido que requisar por la imperiosa necesidad de liberarles de sus dueños, o al revés, y, cómo no, hay en la despedida, el compromiso de no olvidarse por muy lejos que estén a partir de mañana. Ninguno de estos chicos y chicas que han resistido los trece días que acaban de vivir, se lleva nada malo a su casa. Ninguno, ni los monitores, ni los aprendices ni los voluntarios de monitores. Ninguno, excepto cuatro, que vinieron desde Murcia a un campamento de Caldes y regresan a Murcia con sus padres en una roulotte, no sin dejar antes, la semilla de una hipótesis descabellada. A ninguno les podrá más el nerviosismo y el acongojo de los primeros días que la experiencia de los nueve que siguieron. A ninguno, les pesará más en el recuerdo pasado un tiempo, la falta de comida ni el cambio de hábitos, que las nuevas amistades y el haber tenido que colaborar a preparar su propio sustento, y a esperarlo sobre todo cuando pasan todo el año haciendolo esperar. A ninguno, menos a tres chavales y a una chavalina, murcianos, que tuvieron que aguantar la presencia de unos sobre protectores padres, para terminar su experiencia rescatados por ellos de su propia hipocondría, que comparten y alimentan tan bien como a sus idolatrados hijos.


Laila y Albert, cansados pero contentos, también se despiden del grupo una vez llegan a Barcelona. Les queda, aún, acompañar hasta al aeropuerto a unos pocos de estos chavales. Han superado un año más a un imprevisible batallón de adolescentes a los que hay que distraer, alimentar y enseñar alguna cosa de nuevo. Y, sobre todo, han superado, y con nota alta, la inspección de un funcionario de la Generalitat que llega, este año y por sorpresa, para comprobar insitu que una denuncia que ha llegado repentinamente del lugar y de quienes lo dirigen, es una falacia. Era solo, una imagen en otra dimensión muy contaminada por la no-realidad.

la historia interminable

Hoy, dejo un cuento de Voltaire, que expresa muy claro lo que yo enredaría, y es la antipatía que siento por la prensa efectista y por el oficio de político cuando este es profesado por gente poco legal, que solo pretende no caer de donde se encuentra y que enmaraña, o esconde hechos que deberían ser claros y precisos, por miedo o por escaso rigor. Porque está claro que una cosa es hablar, comentar, y otra muy distinta cumplir. Opino, que hay más verdad en la gente que cumple que en la gente que opina, enmarañando o disfrazando cosas cuando lo hacen para obtener un beneficio económico de ello. En las Matemáticas, puede haber aburrimiento, puede haber dificultad, pero no debería haber nunca confusión si de cuentas hablamos. Las cuentas siempre han de sido claras cuando no se esconden facturas pagadas e ingresos. DEBE Y HABER. Dos términos que lo aclaran todo sin una palabra, solo utilizando números comprensibles, hasta para mí. El resto, son pamplinas que podemos discutir eternamente, complicar perpetuamente, o intentar esclarecer, inútilmente.


En el curso de mis viajes tropecé con un viejo brahmín, hombre de muy buen juicio, lleno de ingenio y muy sabio; además, era rico, y por lo tanto su juicio era aún mejor; pues, al no carecer de nada, no tenía necesidad de engañar a nadie. Su familia estaba muy bien gobernada por tres hermosas mujeres que se esforzaban por complacerle; y cuando no se distraía con mujeres, se ocupaba de filosofar.Cerca de su casa, que era bella, bien adornada y rodeada de jardines encantadores, vivía una vieja india beata, imbécil y bastante pobre.Cierto día el brahmín me dijo:-Quisiera no haber nacido.Le pregunté por qué. El me respondió:-Hace cuarenta años que estudio, y son cuarenta años perdidos; enseño a los demás y yo lo ignoro todo: esta situación hace que mi alma se sienta tan humillada y asqueada que la vida me resulta insoportable. He nacido, vivo en el tiempo y no sé lo que es el tiempo; me encuentro en un punto entre dos eternidades, como dicen nuestros sabios, y no tengo ni la menor idea de la eternidad. Estoy compuesto de materia; pienso, y jamás he podido llegar a saber lo que produce el pensamiento; ignoro si mi entendimiento es en mí una simple facultad, como la de andar o la de digerir, y si pienso con mi cabeza como cojo las cosas con mis manos. No solamente me es desconocido el principio de mi pensamiento, sino que incluso el principio de mis movimientos me es igualmente ignorado: no sé por qué existo. Sin embargo, todos los días me hacen preguntas acerca de todos esos mundos; y hay que responderlas; no tengo nada interesante que decir; hablo mucho, y después de haber hablado me quedo confuso y avergonzado de mí mismo."Lo peor es cuando me preguntan si Brahma fue producido por Visnú o si los dos son eternos. Dios es testigo de que no sé ni una palabra de todo eso, y bien que se ve por mis respuestas. "'¡Ah, reverendo padre! (me dicen), explicadnos cómo el mal inunda toda la tierra." Mi ignorancia es igual a la de los que me formulan esta pregunta; a veces les digo que en el mundo todo va del mejor modo posible; pero los que se han arruinado o han sido mutilados en la guerra no me creen, y yo tampoco me lo creo; me retiro a mi casa abrumado por mi curiosidad y mi ignorancia. Leo nuestros antiguos libros y ellos espesan todavía más mis tinieblas. Hablo con mis compañeros: los unos me responden que hay que gozar de la vida y burlarse de los hombres; los otros creen saber algo y se pierden en ideas extravagantes; todo aumenta el sentimiento doloroso que experimento. A veces estoy a punto de caer en la desesperación cuando pienso que, después de tanto estudiar, no sé ni de dónde vengo, ni lo que soy, ni adónde iré, ni lo que será de mí.El estado de este buen hombre me causó verdadera pena: nadie era más razonable ni más sincero que él. Comprendí que cuantos más conocimientos tenía en su cabeza y más sensibilidad en su corazón, más desgraciado era.Aquel mismo día vi a la vieja que vivía cerca de su casa; le pregunté si alguna vez se había sentido afligida por no saber cómo estaba hecha su alma. Ella ni siquiera comprendió mi pregunta: en toda su vida nunca había reflexionado ni un momento acerca de una sola de las cuestiones que torturaban al brahmín; creía con toda su alma en las metamorfosis de Visnú, y con tal de poder tener de vez en cuando agua del Ganges para lavarse, se consideraba la más feliz de las mujeres.Impresionado por la dicha de aquella pobre mujer, volví a visitar a mi filósofo y le dije:-¿No os avergüenza ser desgraciado cuando a vuestra puerta hay una vieja autómata que no piensa en nada y que vive contenta.-Tenéis razón -me respondió-; cien veces me tengo dicho que yo sería feliz si fuese tan necio como mi vecina, y sin embargo no quisiera semejante felicidad.Esta respuesta de mi brahmín me produjo mayor impresión que todo lo demás; me examiné a mí mismo y vi que en efecto no quisiera ser feliz a condición de ser imbécil.Propuse el dilema a unos filósofos, que fueron de mi misma opinión.Y no obstante -decía yo-, hay una escandalosa contradicción en esta manera de pensar; porque, al fin y al cabo, ¿de qué se trata? De ser feliz. ¿Qué importa tener talento o ser necio? Todavía hay más: los que están satisfechos de cómo son, están muy seguros de estar satisfechos; los que razonan, no están tan seguros de razonar bien. Está, pues, bien claro -decía yo- que habría que aspirar a no tener sentido común, por poco que este sentido común contribuya a nuestra infelicidad. Todo el mundo fue de mi parecer, y sin embargo no encontré a nadie que quisiera aceptar el trato de convertirse en imbécil para vivir contento. De lo cual deduje que, aunque apreciamos mucho la felicidad, aún apreciamos más la razón.Pero, después de haber reflexionado sobre el asunto, me parece que preferir la razón a la felicidad es ser muy insensato. ¿Cómo, pues, puede explicarse esta contradicción? Como todas las demás. Hay aquí materia para hablar muchísimo

"La historia de un buen brahmín". Voltaire.

Guan Yin, o Danza de las 1000 manos

Kb, me envía este vídeo con éste párrafo:


Hay una impresionante danza, llamada de las Mil Manos-Guanyin,. Considerando la estrecha coordinación necesaria, su realización no deja de ser sorprendente, mas aun si todas son sordas. Sí, has leído correctamente. Todas las 21 bailarinas son completamente sordomudas. Basándose sólo en las señales de los formadores en las cuatro esquinas del escenario , estas extraordinarias bailarinas ofrecen un gran espectáculo visual Su primer gran debut internacional fue en Atenas en la ceremonia de clausura de los Juegos Paralímpicos 2004. Pero ha estado durante mucho tiempo en el repertorio de los chinos de la Chinese Disabled People’s Performing Art y ha viajado a más de 40 países. Su primera bailarina tiene 29 años de edad, Tai Lihua, que tiene un BA de la Instituto de Bellas Artes de Hubei. El video fue grabado en Pekín durante el Festival de
Primavera de este año.




La gimnasia de una madre

Un día, tu hijo marcha de campamento, tan feliz, y solo tiene cinco años; otro día, no viene a cenar a los catorce; otro, no viene a dormir a los dieciocho. Hay, una vez un día, que pasa días lejos sin tener el detalle de llamarte, y hay otro día que se exhibe con alguien del que se ha encaprichado veloz y ciegamente y has de digerir a cualquier hora la imperativa figura de un completo extraño en casa. Todo, es superable de mejor o peor manera, hasta que llega el día que sientes, por fin, que lo sigues amando con la misma energía de siempre, pero, ya no es presencialmente indispensable. Te han ayudado a superar el trance muchos factores, entre ellos, evidentemente, su etapa de crueldad, sus breves o largos alejamientos, su ofuscada adoración hacia un extraño, la manía de no hacer caso a lo que le dices desde los quince, etc.
La acampada, el viaje, las noches en vela, sus improperios y la ringlera de mequetrefes que ha abandonado o les han abandonado después de haberse engullido en tu casa varias cenas, todo ello, acaba siendo una buena ayuda para que un día puedas prescindir de su presencia sin ahogarte. Se supera. Y se supera porque la elasticidad del lazo que un día pensaste inalterable, es fuerte, pero, también es voluble y por encima de todo, es sabia. Entre artículo y artículo existe un acto de fe en distintas versiones: Ser madre. Ser madre de la madre, ser la madre del hijo de otra madre, ser la madre incluso del padre, la madre que los parió a unos y otros. Ser madre. Una vez empiezas, nunca sabes cuándo acabas. Y todo esto a cuento de dos artículos leídos entre ayer y hoy. Uno, narraba los temores de algunas mujeres a ser madres por miedo a no disponer de suficiente generosidad. El segundo, de la crueldad que ejerce un hijo sobre su madre en alguna etapa de su vida y de lo fantástico que sería dominar esta incontinencia verbal a tiempo. Y éste, que opina que todo lo que no mata, engorda. Y que ya que existen etapas insalvables, es mejor considerar esta parte de la relación materno-filial, como un entrenamiento para un futuro no muy lejano en el que un hijo se escapa sin darte tiempo a comprender el cómo ni a donde. Son ensayos que otra madre, madre naturaleza, te brinda para verlos un día alzar el vuelo sin sentirlo una tragedia. Hay muchas madres, pero, como dijo un tal Paddock, la mayoría de ellas no contemplan lo imposible. Y por ti, si estás bien, hasta pueden llegar sin ti, a estar bien.

Servicio y manuales


El cine, siempre es un buen recurso para poder comentar. Inicias un escrito sobre algo que afecta a tu comunidad. Lo lees y relees y acabas desechándolo. Empiezas otro y a medio texto te das cuenta de que hay una circunstancia en tres líneas seguidas que no te habías planteado. Te gusta. Intentas que dicha circunstancia siga hasta el final del texto. Después de varios intentos, al final lo consigues y no está mal. No ha quedado mal y encima hablas de un genio de los experimentos, Ferrán Adrià. Te dispones a colgarlo en tu blog y todo se fastidia. Es, como si después de preparar un laborioso plato el cual te ha requerido una buena inversión de tiempo, esfuerzo y materia prima, al abrir el armario de la cocina solo ves platos de plástico y has de servirlo a tus invitados en ellos. ¡Mierda!. Todo lo que acabas de hacer con cariño durante la hora y media que precede a esta exclamación, se ha ido al garete por culpa de unos platos… Pues nada, tendrán que comérselo con plástico incluido, o no, mejor, te decides a preparar unos sándwiches y dices que hoy emulas un día de acampada en tu casa, guardas el exquisito plato en la nevera o lo congelas para mejor ocasión. Antes congelado que desprestigiado por unos elásticos platos. Esto de los blogs tiene esto, que al principio te superan, pero, llega un día que los superas y acabas dándote cuenta de la precariedad del lugar y ves la tuya por no poder superar parte de esta, reflejada en ellos. Te has enfadado y cierras el ordenador porque te duele la cabeza y las nalgas de tanto rato estar sentada, y tensa, porque si solo hubieras estado sentada nada te dolería. Enciendes la tele o, para hablar más claro, te haces dueña del mando beneficiándote de otra circunstancia. Dos hombres y medio, está terminando. ¡Lástima! Al menos, te ríes con esta serie donde dos hermanos comparten la casa del mayor de ellos con el hijo del otro, un fati adolescente, bastante listo que crece con la ayuda de los dos y con sus deslices. No te mueves del sofá mientras piensas donde y como colocar aquel plato que te ha quedado tan sabroso en otra ocasión y, mientras, en el mismo canal que acaba de finalizar la serie, empieza una película que te suena. ¿Otra casualidad? No, creo que nada ni nadie te empujan hasta ella, solo, recuerdas que una vez estuviste a punto de ir a verla porque era italiana y el argumento parecía interesante, y no fuiste. Manuale d’Amore, es una película de 116 min. de duración, estrenada en Marzo del 2005. La dirige, Giovani Veronesi y el guión está basado en un argumento de Vincenzo Cerami y resuelto por el mismo Veronesi i Ugo Chiti. Todos los intérpretes, también son italianos. La película, es una historia que relata cuatro fases que nadie puede eludir en el amor: El enamoramiento, la crisis, la traición y el abandono. Si no en todas, te veras reflejada en la mayoría de ellas. Pero, lo mejor, es que no vas a llorar, ni a sufrir, ni a sentir resentimiento alguno, al contrario, vas a reír a placer en alguna de las situaciones que veras interpretada por los actores y actrices. A sonreír, en muchas, y en otras, reflexionarás en los pasos adelante que has hecho y en los que has hecho hacia atrás. Todo, sin una pizca de drama al más puro y exagerado estilo italiano. Vale la pena buscarla y hacerse con el sofá un rato. No encontraras en este Manual ninguna solución, encontraras tu, su, nuestro problema elevado al humor y servido en platos de porcelana.

Mitos y mutas



A veces, nos encontramos con paradojas graciosas, interesantes, agradables: Va, un abulense, y nos facilita un interesante video que tenias que haber descubierto tú antes. Y es, sobre algo, precisamente, con lo que tú llevas años lidiando, sin salero ni éxito. Aunque, queda claro, aún y así, que hay ciertas personas que ni con 10 conferencias como esta, asumirían que están en un error. No se trata, pues, de hacer la pelota a quien nos sirve en bandeja cosas que nos ayudan. Se trata, de magnificar comportamientos que nos ayudan a progresar y que en algún momento, nos tienden una mano. A mí, me gusta hacerlo y me gusta recibir este tipo de cables porque me demuestran varias cosas: Una, que alguien te conoce un pelín o lo intenta. Dos, que no todo está perdido mientras haya personas que se empeñan en buscar la otra cara de las cosas. Tres, que aún mantengo la ilusión en pequeñeces, y esto convierte algunos momentos, en divertidos. Espero que os guste, al menos, que tengáis el valor de mirarlo hasta el final. ¡Con dos narices! No seréis más cultos, pero, tampoco pasaréis como estúpidos cuando os hablen de tan manido tema.

Gall, gracias por habérmelo pasado. Ahora, soy, un poco menos vulnerable y algo menos mentacata. ¿O, es mentecata?

Almadraba

Un distinguido horizonte en un destacado lugar. Un cielo que es el mismo cielo que domina cada día y en cualquier esfera. El mismo mar que aquí, afable, serpentea las olas de aquí allá y no consiente que el espectáculo se detenga. La misma luna que hoy remonta. Las viejas barcas y las nuevas, que se paran a pescar más o menos, en una órbita similar… Todos, están vivos y esperan que tus ojos se detengan a descubrirlos una vez más. Inherente a ellos, casi todo ha cambiado. El resto, venimos de otros lugares y partimos a sitios distintos, y al paso del tiempo, que extraño a nuestra voluntad nos planta hoy, nos abandona mañana o espera un poco más, terminamos desocupándolo. El paisaje, impasible, resiste para quien lo contempló ayer, para que lo percibas hoy, y para que, alguna vez, lo observe alguien ensimismado ante su finura y excelencia inalterables. La perfección, existe y no está lejos. La perfección, no se inmuta ni sucumbe ante ofensas y deslices. Enajenó una vez a Pla, sigue apresando a Espinàs y hoy, otra vez, cedes a su embeleso y no queda otra que rendirse ante su grandeza. Fotografiarlo, sería demasiado fácil y, también, fácil profanarlo. Es preferible impregnarse hasta el límite y hacer el esfuerzo de explicarlo para que puedas imaginarlo: Una luna gibada creciente, un mar, a propósito, en calma, un escollo saliente desvía las pequeñas olas y las recula y las vuelve a desviar. La luz de una vieja barca espera al calamar. Cerca, la copa de un añejo pino franquea éste trozo de mar. A lo lejos, no hay horizonte, a lo lejos, hay una congregación de luces civilizadas que descansan al pie de unas intrascendentes montañas que, recíprocamente, te observan. Abajo, unas apacibles voces que no despuntan porque no quieren y porque se saben tú cortés compañía mientras mantienen una tertulia que nunca se interrumpe, ni de día ni de noche, y que aún dura*, y sorben, de vez en cuando, de unos vasos de cristal líquidos escarlatas, blancos y dorados. Y cae poco a poco la noche en una avenencia espléndida. Es, un lúcido paisaje de mar.





* frase extraída de un párrafo de, Un racó de paraigua. J.M.Espinàs.