la historia interminable

Hoy, dejo un cuento de Voltaire, que expresa muy claro lo que yo enredaría, y es la antipatía que siento por la prensa efectista y por el oficio de político cuando este es profesado por gente poco legal, que solo pretende no caer de donde se encuentra y que enmaraña, o esconde hechos que deberían ser claros y precisos, por miedo o por escaso rigor. Porque está claro que una cosa es hablar, comentar, y otra muy distinta cumplir. Opino, que hay más verdad en la gente que cumple que en la gente que opina, enmarañando o disfrazando cosas cuando lo hacen para obtener un beneficio económico de ello. En las Matemáticas, puede haber aburrimiento, puede haber dificultad, pero no debería haber nunca confusión si de cuentas hablamos. Las cuentas siempre han de sido claras cuando no se esconden facturas pagadas e ingresos. DEBE Y HABER. Dos términos que lo aclaran todo sin una palabra, solo utilizando números comprensibles, hasta para mí. El resto, son pamplinas que podemos discutir eternamente, complicar perpetuamente, o intentar esclarecer, inútilmente.


En el curso de mis viajes tropecé con un viejo brahmín, hombre de muy buen juicio, lleno de ingenio y muy sabio; además, era rico, y por lo tanto su juicio era aún mejor; pues, al no carecer de nada, no tenía necesidad de engañar a nadie. Su familia estaba muy bien gobernada por tres hermosas mujeres que se esforzaban por complacerle; y cuando no se distraía con mujeres, se ocupaba de filosofar.Cerca de su casa, que era bella, bien adornada y rodeada de jardines encantadores, vivía una vieja india beata, imbécil y bastante pobre.Cierto día el brahmín me dijo:-Quisiera no haber nacido.Le pregunté por qué. El me respondió:-Hace cuarenta años que estudio, y son cuarenta años perdidos; enseño a los demás y yo lo ignoro todo: esta situación hace que mi alma se sienta tan humillada y asqueada que la vida me resulta insoportable. He nacido, vivo en el tiempo y no sé lo que es el tiempo; me encuentro en un punto entre dos eternidades, como dicen nuestros sabios, y no tengo ni la menor idea de la eternidad. Estoy compuesto de materia; pienso, y jamás he podido llegar a saber lo que produce el pensamiento; ignoro si mi entendimiento es en mí una simple facultad, como la de andar o la de digerir, y si pienso con mi cabeza como cojo las cosas con mis manos. No solamente me es desconocido el principio de mi pensamiento, sino que incluso el principio de mis movimientos me es igualmente ignorado: no sé por qué existo. Sin embargo, todos los días me hacen preguntas acerca de todos esos mundos; y hay que responderlas; no tengo nada interesante que decir; hablo mucho, y después de haber hablado me quedo confuso y avergonzado de mí mismo."Lo peor es cuando me preguntan si Brahma fue producido por Visnú o si los dos son eternos. Dios es testigo de que no sé ni una palabra de todo eso, y bien que se ve por mis respuestas. "'¡Ah, reverendo padre! (me dicen), explicadnos cómo el mal inunda toda la tierra." Mi ignorancia es igual a la de los que me formulan esta pregunta; a veces les digo que en el mundo todo va del mejor modo posible; pero los que se han arruinado o han sido mutilados en la guerra no me creen, y yo tampoco me lo creo; me retiro a mi casa abrumado por mi curiosidad y mi ignorancia. Leo nuestros antiguos libros y ellos espesan todavía más mis tinieblas. Hablo con mis compañeros: los unos me responden que hay que gozar de la vida y burlarse de los hombres; los otros creen saber algo y se pierden en ideas extravagantes; todo aumenta el sentimiento doloroso que experimento. A veces estoy a punto de caer en la desesperación cuando pienso que, después de tanto estudiar, no sé ni de dónde vengo, ni lo que soy, ni adónde iré, ni lo que será de mí.El estado de este buen hombre me causó verdadera pena: nadie era más razonable ni más sincero que él. Comprendí que cuantos más conocimientos tenía en su cabeza y más sensibilidad en su corazón, más desgraciado era.Aquel mismo día vi a la vieja que vivía cerca de su casa; le pregunté si alguna vez se había sentido afligida por no saber cómo estaba hecha su alma. Ella ni siquiera comprendió mi pregunta: en toda su vida nunca había reflexionado ni un momento acerca de una sola de las cuestiones que torturaban al brahmín; creía con toda su alma en las metamorfosis de Visnú, y con tal de poder tener de vez en cuando agua del Ganges para lavarse, se consideraba la más feliz de las mujeres.Impresionado por la dicha de aquella pobre mujer, volví a visitar a mi filósofo y le dije:-¿No os avergüenza ser desgraciado cuando a vuestra puerta hay una vieja autómata que no piensa en nada y que vive contenta.-Tenéis razón -me respondió-; cien veces me tengo dicho que yo sería feliz si fuese tan necio como mi vecina, y sin embargo no quisiera semejante felicidad.Esta respuesta de mi brahmín me produjo mayor impresión que todo lo demás; me examiné a mí mismo y vi que en efecto no quisiera ser feliz a condición de ser imbécil.Propuse el dilema a unos filósofos, que fueron de mi misma opinión.Y no obstante -decía yo-, hay una escandalosa contradicción en esta manera de pensar; porque, al fin y al cabo, ¿de qué se trata? De ser feliz. ¿Qué importa tener talento o ser necio? Todavía hay más: los que están satisfechos de cómo son, están muy seguros de estar satisfechos; los que razonan, no están tan seguros de razonar bien. Está, pues, bien claro -decía yo- que habría que aspirar a no tener sentido común, por poco que este sentido común contribuya a nuestra infelicidad. Todo el mundo fue de mi parecer, y sin embargo no encontré a nadie que quisiera aceptar el trato de convertirse en imbécil para vivir contento. De lo cual deduje que, aunque apreciamos mucho la felicidad, aún apreciamos más la razón.Pero, después de haber reflexionado sobre el asunto, me parece que preferir la razón a la felicidad es ser muy insensato. ¿Cómo, pues, puede explicarse esta contradicción? Como todas las demás. Hay aquí materia para hablar muchísimo

"La historia de un buen brahmín". Voltaire.

6 comentaris:

Valle ha dit...

Mek, cuántas veces me he hecho esa misma reflexión, me encantaria que pudieramos hablar sobre ello un dia en la sala, todos tranquilos, me gustaría conocer la opinion sobre el tema de todos los compañeros.Sería interesante saber si alguno ya hizo su elección y qué tal le va.Es posible que la mejor filosofía para la vida, sea la de andar por casa, pero a mí no me vale. Un beso fuerte. Valle.

Anònim ha dit...

hola Valle, gracias por comentar:)
Sobre el texto, pues, si has decidido ir por el camino más complicado, ya sabes>: ¡Eres una insensata! (además de una charlatana ;))

petonets

mek

Anònim ha dit...

Siempre he creido que hay dos tipos de gente, la que es feliz porque se lo cuestiona todo y la que es feliz porque no se cuestiona nada, solo estan,y es suficiente.Cada vez asimilo màs eso de....sòlo sè que no sé nada.....pero de mayor sòlo quiero ser feliz.

Marta.

rosa ha dit...

pues paciencia, todo llega;)

gracias por comentar

Gallium ha dit...

Yo creo que alguien con capacidad de raciocinio que intente comportarse cual necio tampoco podría ser feliz.

alternativa ha dit...

Necedad, tontuna, razocinio, imbecilidad, listeza, rebeldía o abnegación...Cuándo nos daremos cuenta de que no reconociendo y conociendo nuestras complejidades nunca seremos Seres pensantes.

Los animalitos no lo perciben..pero es jodido que no nos demos cuenta nosotros...

Un beso.-