Cauces de guerra

25.01.2010


Todo esto viene a cuento de un documental que vi, sobre testimonios de supervivientes de la guerra civil, y me ha arrastrado a conversaciones pasadas, que pretendían modelar aquel tiempo y enunciarse en el presente. La conclusión general, es para ellos, clara : Aquello fue una prueba, con nosotros de cobayas, de algo que no ha de volver a suceder.


Los escuchabas en sus tertulias, atenta, sin entender muchas cosas pero intentándolo. Contaban su pasado, y disfrutaban de su presente, casi siempre, sin inmiscuirse en la vida de sus hijos, de sus hermanos o amigos. Simplemente, eran, en el tiempo que habían hallado de más. A veces, alguno, expresaba que bajo la dictadura no habían vivido tan mal, y tú, no entendías el porqué de tal desbarro. En ocasiones, abrías evidencias para expresar lo equivocados que estaban. ¿Y los crímenes, y la falta de oportunidades, vuestra parvedad y nuestro futuro? No recuerdas que nadie rebatiera tus argumentos, sin embargo, sí te acuerdas de sus indulgentes miradas hacia estos.

Hablas, de gente solícita a la que solo le hace falta tener un trabajo para poder ocuparse. De gente sencilla, y la gente sencilla, entonces, estaba entregada a su familia y a su quehacer. Te refieres a personas humildes que con mucho esfuerzo, por fin, llegaban a la vejez sin información, sin estudios y sin rencor, habiendo sobrevivido a una guerra en la que, en un bando o en otro, tuvieron la obligación de resistir. Unos, con más fortaleza, otros, con peores recuerdos y menos disculpas, todos, en el fondo, celebraban vivir en paz. A su manera, como si fuera ayer, vertían serenamente sus frustraciones en lo que, entonces, entendías como batallitas y, ahora, pagarías por volver a escuchar. Eran, gente físicamente fuerte porque pasaron hambre y miseria, y eran forzosamente escépticos porque pasaron recelo y miedo. Final y decididamente, eran gente feliz porque todo lo que ahora disfrutaban lo juzgaban como un regalo tras haberse redimido de distintas ofensivas libradas desde tierra, mar y aire. Lo que más necesitaban era un respiro, lo que más les urgía era olvidarse del Ebro y de Cabra, de los Fiat y los Chutos, y lo que menos solicitaban era volver a empezar. Habían enterrado a familia o amigos, levantado su casa y derribado los excesos, se habían sostenido en su energía y desperdiciado en sus utopías. ¿Qué les ibas a contar que no supieran? Las habían visto de todos los colores y dimensiones, tu discurso, lo habían escuchado muchos años antes que tú lo soltaras cegada por la ignorancia de no haber conocido jamás la dimensión real de lo que constituye la escasez y el malestar.

A menudo, piensas en como seria hoy su mirar, si la naturaleza, magna, pero, más implacable que un proyectil, no les hubiera retirado definitivamente. Te cuestionas si aquella gente, de inundas tertulias y pocas ligerezas, que por asimilar, hasta habían asimilado a un tirano, habrían sido capaces de conectar en una sociedad que todo lo pretende y nada soporta, que vive en democracia, sin suspicacia ni apetito, y con más intereses que agallas, y dudas si la juzgarían, en sus tertulias o en su mirada, como buen puntal de lo que jamás debería volver a ocurrir.






El gran golpe

Barcelona, 15-01-2010


After the sunset, traducido literalmente significa, después de la puesta de sol, pero, la traducción conocida de la película es, el gran golpe . No solo es el título de una película, si no que su significado, es una metáfora de vida. En el fondo, todos hemos deseado una vez en la vida, al menos, un cambio casual y radical que nos aleje de las miserias emocionales o económicas. Quizá no todos, pero muchos podemos entender que es pasar por una fase en la que nada de lo pasado y presente parece compensar y se abren enfrente, un sinfín de posibilidades que aunque distorsionadas, algunas, se presentan como posibles.

La capacidad de imaginación que tenemos los humanos, nos aleja del mundo animal hasta que la ciencia no confirme lo contrario, pero, no el sentido común. Algunas ideas, las iniciamos por altruismo o interés e invertimos mucha voluntad aunque, a la larga, evolucionan en un simple intento. Algunas, son buenas ideas, el viento las empuja a favor y hasta pueden favorecer a la sociedad en algún aspecto y, otras, se excusan bajo cualquier pretexto cuando son, en realidad, una sarta de absurdos bien argumentados, sin más.

Las SGAE, pretenden que, After the sunset, todo siga funcionando por el simple hecho de que un día funcionó. No se conforman en que rindiera una vez, dos, o tres, quieren dilatar el beneficio para siempre. No me parece desatinada su idea, solo que no es novedosa, justa, ni lógica. En caso de serlo, también sería lógico que un medico que salva la vida a un paciente, cobre un plus toda su vida por ello; o que un prestigioso arquitecto se beneficie de un canon impuesto a todos los que, de por vida, vivirán en aquel inmueble; o que un cocinero reclame un gravamen porque sus recetas son utilizadas en miles de hogares, y lo sería, incluso, que un profesor nos solicite para siempre alguna carga porque alguna de sus enseñanzas las seguimos cultivando.

Vivir de la renta, es vivir del esfuerzo que una vez funcionó sin más esfuerzo que el que genera lo conseguido. El esfuerzo es loable, la propiedad, respetable, la pretensión de mecerse en una y otra eternamente, es lamentable. Y que esto, sea un tributo legislado nos indica que estamos ante un tejido compuesto de astucia y pereza, y nos señala el camino hacia el gran golpe. Un golpe unitariamente asumido, arbitrariamente vigente, y en ocasiones, posible.

Jugar

Barcelona, 14-01-2010


Abres el periódico, enciendes la radio o prestas atención a la pantalla del televisor. Cualquiera de los tres, viene con importe añadido e imbuye a perderte en adversidades y a otras extrañezas que oíste ayer de refilón, antes, o son acontecimiento del día. Unas, son desdichas, otras, desaciertos, opiniones o maquinaciones, y todas tendrán algún coste que un momento u otro tendrás que saldar.

Entre medio de tanto revés y asombro, se funden cuestiones varias. Una, es el toque de alerta que la señora Merckel dirigió a Zapatero en Europa: Aquí, seriedad, eh. Y para demostrarlo, Hereu, anuncia un plan de alta cota dejando de lado las deterioradas aceras que siguen a ras de suelo, sin encomendarse al COI, a la Moreneta, ni casi a nadie, justo tras la subida de tarifas del metro y todo lo demás.

Una tragedia, una sorpresa, y un toque inoportuno y abusivo de un obispo con cara de pasar mucha hambre, dan lugar a gestos solidarios, a miles de opiniones, y a mucho más que pensar. Por un lado, las dramáticas imágenes de otra realidad, Haití. Por el otro, la candidatura de Barcelona-Pirineos, 2022. Al final, la regañina. Una, es la evidencia de que somos bastante más insignificantes de lo que nos consideramos y nos sacuden en especial, los desastres extremos. La segunda, es la evidencia de que algunos, lo examinan a última hora y mientras, lo único que les sacuden son las elecciones. La tercera, todo lo anterior reducido a un dogma.

Detrás de estas tantas opiniones, sensatas o frívolas, rendidas, o sublevadas, seguimos habiéndolos que no entendemos nada. Porque una cosa es que a algunos catalanes nos encante la nieve y alguna vez, tengamos el valor de sortear los cuatro peajes de pago que existen desde la ciudad al Cadí, para calzarnos unas oprimidas botas y acoplarlas a unos antiguos esquís que nos deslicen cuesta abajo sobre una eventual nieve sin que, por detrás, nadie nos empuje , y , otra cosa muy distinta, es que proyectemos ser la ciudad olímpica de invierno y ya estemos emprendiendo la aventura de invertir energías , recursos y fantasías en ello. Seriedad, dice la Merckel...

Y lo que menos entiendes, es que de repente, salgan miles de opiniones, entusiasmadas. Todo ello, te transporta a un espontaneo juego, y muy simple, al que alguna vez jugabas con tu padre: Mano tapa mano. En alguna ocasión, también, hacíais un pulso, en el que desde luego, él fingía rendirse, haciéndote creer eventualmente fuerte. Debe ser este recuerdo lo que a veces te hace imaginar, capaz y gallarda, para exponerte a la contra de tantas incoherencias que no comprendes ni compartes. A menudo, piensas en tu padre cuando se dejaba vencer en aquel pulso en el que tú instalabas todo el nervio y él, la utopía.

Hay que improvisar cualquier cosa para seguir siendo parte del volumen que ocupa cualquier zona. Tu padre, se erguía perdedor porque se sabía invencible a un pulso con cualquiera, y quería transmitirte aquella frágil y pasajera impresión. Jugabais, al fin y al cabo. Unos cuantos años más tarde, te sabes mucho más débil que la fuerza que transfería aquella cálida y gran mano, pero, siguen habiendo demasiadas cosas que no entiendes, e, infeliz de ti, sojuzgas con el mismo nervio cualquier reto, y piensas, que Barcelona es tu ciudad. La mejor ciudad que podría haberte tocado en suerte. No obstante, en menos de quince años, ellos, los otros o todos, la hemos exhibido al mundo y al tiempo la hemos transformado en esquiva y resentida, y sobre todo y primordial, no hemos sido capaces de nevarla, ni creo que podamos de aquí al 2013.

Síndrome o exceso




Se olvidan también, que las guerras matan, los aviones se caen, los barcos se hunden, los volcanes revientan, los leones comen carne, y cada Titanic, por barato e insumergible que lo venda la agencia de viajes, tiene su iceberg particular esperando en la proa.


Así concluye un artículo de Pérez Reverte opinando sobre los que parecen sufrir el síndrome del Coronel Tapioca. Me ha parecido bastante oportuno cuando empezamos a asistir a un suceso tras otro que nos enseña la cruda realidad y que fuera de nuestro mundo, hay otros mundos que no alcanzamos y que deberíamos, al menos, no mancillar con nuestra superioridad ni pretenderlos conquistar con nuestros humos, que si bien pueden surgir de buena fe, no dejan de ser igualmente, estúpidos.

Al contrario, a falta de un Creador todopoderoso, hay que inventarse Mecenas de desdichas cuando más lejanas en distancia, mejor, y no faltan incitativas, turistas ambiciosos, voluntariados, incluso, directores y empresarios, qué se arriesgan en nombre de la humanidad a repartir compasión, a perderse en ellos para compensarles con caravanas llenas de restos de nuestros excesos. No se olvidaran de la cámara que grabará casi todo cuando acontezca durante estos largos y caros descansos, ni la libreta donde anotar cualquier detalle que los incluya en la posteridad. Todo un currículo bien constituido si no fuera porque, en las cajas repletas de miles de atrevimientos y limosnas, no hay incluido la observancia de saberse, moneda de cambio, e intrascendentes en un mundo cruel y hambriento.

La Aurora astral

Puede que ya lo hayas visto visto, si no, y tienes canal plus, busca cuando repiten el reportaje de Joanna Lumley. Vale la pena verlo, con calma , a falta de no poder hacerlo en directo. El espectáculo es conmovedor.



Tal día como hoy

Barcelona, 2-01-2010

 Acostumbran a inspirar mi escritura emociones intensas de cualquier carácter tamizadas con algo de espacio entre estas y lo escrito. Acostumbro esperar unos días, y a canalizarlas en escritura porque es este el cedazo que solicita una emoción u opinión, en mi caso. De lo contrario, estaría solo descargando y dedicando a otros, aunque sean pocos, mis arrebatos. Y no es para eso el instrumento que utilizo para convertirme en proporcionadamente soportable, o para comprender mis subes y bajas a menudo, discutibles e injustificados, más bien todo lo contrario. Pero, en este caso, es distinto porque existe el peligro de no tener nada que decir de aquí unos días, o existe el riesgo de no tener nada que transformar. No lo sé. Y además, si soy capaz de dedicarle una palabra a una larga cola, ¿no he de hacerlo con quien ha estado rodeándome once años?


Laska, entró en casa cuando media poco más de un palmo por aquello de complacer a un niño testarudo con sus ideas, de siete años. Nunca fui entusiasta de los animales, por miedo a ellos o a mí, de no saber adaptarnos, pero, ya sabemos que las madres somos capaces de sortear cualquier limitación solo imaginando feliz a un hijo. Y también es sabido que a menudo e inconexamente, cedemos a insólitos caprichos por cierta impulsión desenfrenada.
Su piel, de color canela destacaba al lado de la negra camada de fraternos que la acompañaban tumbados sobre aquel montón de borra en un stand al que acudimos una pre-vigilia de Reyes. Además, era hembra entre cinco machos. Si ha de ser, que sea ésta –dije- vencida por la ternura de aquel minúsculo animal y la insistencia de un hijo tantas veces no tomada en cuenta.
Viajó desde el Moll de la Fusta a casa escondida en mi regazo bajo el calor de mi anorak marrón. Casi se perdía. Al llegar a casa, dispusimos todo de cuanto disponíamos para que el animalito echara en falta lo justo, y también al día siguiente, intenté que comprendiera, tal y como había leído en un libro años antes, que un trozo de periódico era su wáter, en espera de poder salir a la calle al cabo de un mes y medio, más o menos. Al escapar su primer pis, la situamos inmediatamente encima de la hoja de papel y así, lo seguimos haciendo durante aquel, su primer día entre nosotros. Fue fácil. En dos días, Laska, había entendido que tenía que hacer para convivir armónicamente en casa. También puse como condición no ceder a sus exigencias mientras estábamos sentados en la mesa, ni a acudir a sus ladridos, enseguida, si no cuando estos cesaran, tanto de día como de noche. Fue fácil. Al poco tiempo, Laska había entendido que ladrando no conseguiría nada que fuera comida ni atención. Pero, si en cambio, después de haber solicitado nuestra presencia, su agua o su paseo, en silencio. Cedí, en cambio, al hecho de que durmiera en la habitación de su pequeño y testarudo amo. Para conseguir, siempre hay que ceder en algo. Esto, fue facilísimo.
Laska, ha sido una perra con carácter, vigilante, complaciente, y aleccionada además de cariñosa. Enseguida supo distinguir que era la única salida para convencerme de que hasta yo, podía convivir con un animal. Por complicaciones personales, cuando ella tenía ya tres años, más o menos, intente convencer a su joven dueño que deberíamos buscar a una familia que pudiera atenderla con mas dedicación, incluso facilitarle el ser madre, como cualquier hembra espera serlo un día. Hubo, por parte de mi hijo, un rechazo efusivo y también razonado a mi intención, y de nuevo, cedí. Años después, Laska cediendo a su glotonería insaciable, se trago un hueso de melocotón y tuvo que pasar por el quirófano dos veces en un año. Sucedió porque nos resistimos a ponerle bozal y un melocotonero borde de un vecino ausente, que desprendía sus ramas por encima de nuestra reja y de ésta, a veces, cedían bordes melocotones, le costaron dos veces la misma cosa. Años después, le han diagnosticado una masa tumoral que no es operable y al cabo de ocho meses acabará con ella. No ha sido fácil.

Los niños, no siempre son responsables de lo que hacen y dicen,pero a menudo,tienen razón. Un perro debería entrar en la vida de cualquier persona que dudara de su compromiso afectivo con él. Ceder a un perro, en cambio, no es ceder un momento, es ceder a una responsabilidad durante años,y conceder algo de espacio, un poco tiempo y a cambio obtener muchos momentos de lealtad y satisfacción. Cuando un niño quiere un perro hay que suponer que el niño está en una edad de asumir lo que significa tener un ser vivo bajo su responsabilidad. Antes, es una imprudencia. Lo demás es un poco disciplina, bastante constancia y mucha buena suerte. Laska ha sido la buena suerte.

Cosi


Tú, que nunca haces cola porque no las soportas, ahora, y antes porque no podías entretenerte tanto tiempo en el mismo lugar, te has visto sumergida en una, dócilmente. No es que haya cambiado tu percepción de las largas colas, es que no tenías café y aquel era el único lugar donde podías conseguirlo para tu nueva cafetera. Para el no desespero de los que aguantan dicha cola, te dan un folleto donde más de 15 capsulas, de distintos colores, adjetivos y texturas,  hacen más entretenida la espera. Esto, el caliente café al que te invita y rechazas un alto y amable muchacho que no es Clooney, pero, viste idéntico, y escuchar inevitablemente, la insólita conversación de un matrimonio que se encuentra detrás de ti, sobre sus preferencias y dudas. Al final, nada de lo que te has propuesto adquirir mientras permanecías en la encerrona, lo vas a comprar porque al llegar tu vez, la dependienta se encarga de informarte más personalmente de lo que significa cada cubilete (o capsula) y de las novedades de navidad que no han llegado tiempo al folleto que tienes entre la manos. ¡Lástima! Ya te habías convencido de que tu café ideal es, el intenso y especiado, con toques aromáticos de cacao, trébol y nuez moscada y que te llevarías algunas más, para cuando no necesitaras tanto ímpetu, de las que gotean un ligero y sutil sabor a cereales y miel. Sin olvidarte del descafeinado, pero, ¿Cuál? El de cuerpo denso, el más ligero y sutil, o el suave y untuoso? Ardua elección cuando tienes poco tiempo para elegir. Puede que la flamante cafetera no distinga entre tantos matices, piensas, pero, a ti, te agita y embelesa tanta oferta para distintos momentos en los que te imaginas entregada a esta lóbrega y estimulante disolución. Realmente, la cola se ha hecho corta cuando ves compensada tanta expectativa en tu bolsa, aunque, todo hay que decirlo, estas pequeñas capsulas no permiten brotar el aroma que una bolsa de papelón de café brasileño acabado de moler, desprende por donde pasas hasta convertirte en el punto de seducción del lugar donde te halles. Al final, agradeces tanta dedicación y cortesía, pero, vas a decidirte por los colores que pegan más en tu cocina, lugar donde se halla la guapa cafetera. O quizá, te mueva a elegirlos otra cosa, quien sabe…Tu elección es, el rojo, el azul y algunas de fino dorado. Hacer cola es  a veces, inevitable, y muy degradante, ayer, hoy y siempre, esté quien esté al final.