Si sobra el tiempo y falta dinero...

Esto, es una historia que trata de una joven pareja de Málaga que han decidido ir a Barcelona un fin de semana. El chico, delgado, morenillo y pintor. Pintor de brocha gorda y sin apenas trabajo porque hoy, en las casas, se pinta poco y lo que se pinta se queda en casa, por aquello de no gastar más de la cuenta y a ver si somos ricos al final del año. Ella, fina, menuda, con una larga cabellera de rizos negros y aunque de frágil apariencia, hace sospechar un fuerte carácter. Los dos, están perdidos en un gran aeropuerto a la 00.10 de la madrugada y aunque no están solos, parecen estarlo. No es que no reconozcan donde están, porque aún no se han movido de casa, es que están debatiendo sobre el terreno a donde se dirigen, y éste, sí que es grande, comparado con su ciudad.
Se acercan a una señora, que debe ser catalana o puede que gallega, opina ella . Le preguntan si es de Barcelona, por aquellas casualidades, y la señora les responde que lo es. “La he ezcuchao hablar por el móvil” -dice él- Y le pregunta si podría indicarles que hacer para desplazarse a esta hora por Barcelona ya que su vuelo sale con bastante retraso.” Y el mío , también”, -responde la de Barcelona-. ¡Mira qué bien! Bueno, bien mirado no es tan contentos porque el vuelo se retrase, si no porque ya que están aquí, deciden, todos, aprovecharse de tal circunstancia ajena a su voluntad. Saca el chico un papel doblado en cuatro partes y le muestra el hotel que tienen reservado que está en la Plaza Cataluña pero que no le suena para nada a la catalana. ¿El Novotel , en la Plaza Cataluña? Va a ser que no y, lo es, cuando la señora echa un vistazo al papel. ¡Está mucho más arriba! Bien, lo mejor a aquellas horas sería coger un taxi piensa y les dice.” ¿Un tasi vale un paztón, no? “ -Dice él-. “ Bueno, un taxi del aeropuerto al hotel os saldrá por unos 25 euros, más o menos…”, “Puez no eh muxo!”- responde, él. “Po, zi “ ,dice la muchacha, que deduce que éste dinerito les hará falta en las próximas treinta y seis horas y deduce bien. Como todos ellos tienen mucho rato por delante antes de coger el último vuelo que sale desde Málaga, se citan en la puerta de embarque un poco más tarde.
“Yo, bujcaba un hotel cerca del Camp Nou, pero quedaban mu lejos del centro, azín que cogí este por internet penzándome que era en la plaza Cataluña” -Dice la chica- Vaya,…El chico resulta ser del Barça y ella le regala un viaje a Barcelona de dos días escasos con un parco presupuesto. El, nunca ha ido en avión y ella sí pero poco, y los dos no han estado antes en Barcelona con lo que se sienten muy paletos y lo dicen, más paletos que en su Málaga querida, pero tienen muy claro que entre otros lugares que quieren ir a ver está el Camp Nou.
Ser paleto, o sentirse un paleto no quiere decir ser idiota y la joven pareja no lo es en absoluto. Son, buena gente. De esa gente que no queda y si queda, queda muy lejos de la multitud que se ve y se oye muchísimo más. Y demasiado lejos de otros que se creen un mundo aparte. Agradecen dos, tres veces las extensas explicaciones a la catalana, que no les escatima porque hay tiempo. “Muxas gracias, muxas gracias, de verdaá, muxas gracias”. Ya están todos en el avión que sale con más de una hora de retraso, con interferencias porque un chico inglés y ebrio está armando mucho escándalo y un minusválido que no puede controlar el pavor de subirse al mismo avión que el chico, ebrio e inglés, decide tirar marcha atrás y no ir en éste vuelo.
La joven pareja, ya están en Barcelona. En una Barcelona, fría, ventosa y mu grande para el que la mira por primera vez. Han bajado del avión un poco más relajados y por fin deciden coger un tasi. ¡Menos mal! Piensa la catalana. “Que os vaya muy bien”, les desea. “Muxas gracias, pero, que muxas, muxas gracias, de verdá” -Repiten ellos-. Se van en taxi, se van contentos, se van más tranquilos porque se han encontrado a alguien con tiempo de sobras para explicarles un poco más de aquello que ignoraban, y además, se han tropezado con dos entradas a un partido que no esperaban ver, aunque en aquellas entradas, ciertamente, no estaba garantizada la victoria de su equipo preferido. Cuando la pareja se dispone de regreso a casa, al día siguiente, dejan algo en su hotel junto con los pases de futbol prestados. Es una extensa carta, es una epístola en toda regla, con buena letra, con buen concebir y de corazón. No lo sospechaban aún al escribirla, pero van a perder su avión de regreso a Málaga porque cogerán el tren equivocado hacia el aeropuerto y se encontrarán en Vilanova. Les esperan unas cuantas horas más de aeropuerto, de discusiones, de sentirse unos paletos, de soltar 210 euros de más y de estar, por fin, en su querida Málaga.
Si resulta que es verdad, que los océanos tienen fronteras y estas sirven para que las especies no se mezclen, no resulta extraño pensar que es estéril el esfuerzo de algunos para salvar algunas especies. ¿qué hace el ser humano contradiciendo a la naturaleza? Dichoso capricho de intervenir en todo. ¿No será el ecosistema más sabio que cualquier erudito en la materia? Podemos poner fines para resistirla, podemos poner medios para oponer resistencia a sus efectos y suavizar los desperfectos que causamos en ella, pero dirigirla es mucho atrevimiento. Si es cierto que los océanos tienen fronteras y estas sirven para que las especies tengan bien establecidos sus límites, ¿por qué no atender al mensaje? Seguro que son bien intencionadas los intentos para igualarlo todo, para nivelarlo y para protegerlo de barbaries, pero tanto intervencionismo huele a avidez de gloria. Seguramente, en el fondo del océano hay una sabiduría extrema que con los siglos ha decidido construir barreras para salvar a unas especies y a abandonar a otras. Y cualquier intervención ajena a este fenómeno, es un intento de conquista. Es una tentativa para conquistar mundos, entornos, ambientes que no nos corresponden con el pretexto de salvarlos cuando lo que necesitamos, naturalmente, es confianza y entereza.

semi-ocultos en el aire, de esta enorme capital


Entre otras cosas, cuando viajé este pasado verano a Bruselas, entendí que había allí todo un tinglado que era insostenible. Hay veces que se ha de ver para creer y lo vi. La UE, es un tinglado inaguantable, insoportable, ilógico. Es un mundo en mayúsculas construido dentro de un sub-mundo que lo sostiene, pero que no lo entiende. Y no digo que no sea justificado que exista, puede que lo sea y sobre todo, puede que lo sea desde un punto de vista preventivo y de guardia. Pero ¿Y quién vigila a los vigiladores? Parece, según leo, que algo se está moviendo aquí, allí y en cualquier parte que impere el sentido común más que la inteligencia, porque esta, a veces se extralimita y no cuenta con la del resto, que impotente, observa pasmada tanta mezquindad. Parece ser, que los vigilados han llegado a un nivel superior a los vigilantes y estos últimos, han decidido que les valdrá más la pena mover el culo si no quieren quedarse sin asiento y sin culo. Bienvenidos sean, pues, cualquiera de los impertinentes filtros que van un poco más lejos y que descubren, en tono irónico o serio, lo que pretende ocultarse. Lo que se oculta en un mundo demasiado crecido, demasiado dilatado y antagonista que sigue succionando de una teta vacía, ya débil y muy castigada por un insensato sistema que abandonó su esencia, quien sabe donde y cuando...

Vistas

Puedes estar en Sevilla, Barcelona, Paris y disfrutar de toda la oferta disponible a tu alcance o de la que alcance tu disposición y bolsillo. Puedes saturarte de pasear y de ver, de comer o de comprar, pero en cada lugar será distinto y no hay de buscar lo que los asemeja. He visto personas reclamar tortilla española en una compañía de vacaciones americana y comer paella en Londres. No hay que buscar pà amb tomaquet en Málaga, hay que buscar su deliciosa tarta malagueña a base de almendra, pasas y moscatel o probar sus gambas y revueltos. Tampoco tienes que pedir un cortado cuando a media mañana te ataque la modorra o notes que tus pilas se agotan. Piensa en cómo te gusta y busca entre los diez nombres que te brindan para servirte el café. Siéntate, tranquilamente, mientras observas al cuidadoso camarero prepararlo y mientras explica, con orgullo, que solo en Málaga hay un nombre para cada café y tu mandas a la hora de elegirlo, no él. Mira a tu alrededor y verás todas las diferencias que existen y te compensará que existan. Y cuando vuelvas a la calle déjate sorprender en cada paso que des y embriágate del panorama para recoger de todo ello una pequeña parte de su condición que viajara contigo en el trayecto de vuelta, y siempre más. No solo New York, sorprende. No solo en Paris o Roma se aprende. Hay muchas maneras de vivir y muchas más formas de mirar y es lo que interesa. Descubre el Alcazaba o la Moreneta, la Sainte-Chapelle o el West minster Abbey, pero sobre todo, escucha y mira a sus gentes, en ellos está el viaje y la auténtica maravilla que vale la pena atrapar. Y, ciertamente, hallaras diferencias, pero, aunque te pierdas entre esas pequeñas calles, sigue andando, y aunque te atornilles para elegir entre una nube y una sombra, entre un semi-largo y un no me lo ponga, pídelo. Te convencerás, que hay que hacer lo imposible para que algunas cosas sigan así, distintas, sabia y naturalmente diferenciadas.

Fa tard el seny


Em fa mal un queixal, el del seny, precisament. I es per aquest motiu, probablement, que em costa d'entendre, ahir i avui, més que altres dies, el que visc. Tinc l'absurd vici de voler entendre. No em conformo amb escoltar, he de concloure el que escolto. D'aquesta manera, si llegeixo alguna cosa agradable, vull entendre-ho a més a més; i si escolto quelcom que em colpeja, fins el punt, a vegades, d'acabar reflectit en aquesta substancia líquida, globuminossa, salada i indomable, he d'entendre-ho, igualment. Faig un esforç previ per entendre-ho sense ajut, però a vegades, no es possible. Quasi mai ho es. Aleshores, es quant tiro mà de la pregunta que quasi be sempre causa un efecte sorpresa, perquè arriba tard. Quina era la intenció de allò que vas dir? Més que rés per saber en què et bases per afirmar el que vas afirmar. Mes que res per tenir la oportunitat de defendre'm si es que estàs en un error. O per entendre, entre tu i jo, on és l'error. No, no busco cap al-legat. No es teoritzar sense més, el que busco. Son motius, simplement. Motius i codis per deixar d'especular, precisament. I els busco on calgui, a tort i a dret, i els busco, igualment, lluny dels punts mes evidents i propers. Què i puc fer-hi? M'he fet així, no es que sigui així. És, en aquest remei, on he trobat la meva arrel, les meves defenses i les meves misèries, també la dels altres. I també he trobat la manera de lliurar-me dels fantasmes després de plantar-li cara a la destral que fustiga abans de que es manifestin. No és res personal contra tu. No es tracte de res personal contra ningú. Deu ser aquest carallot de queixal, el del seny, que fart de dormir, va i es desperta i vol obrir-se camí desprès de tants anys de son i somnis, quant tenia que haver-se alçat molt abans, ben dret i cor amunt, sense tocar-me la pera mes del que calgui.

Derribar o derivar

Si lees un insólito relato donde la protagonista, o el foco principal de atención, es una rebéca, puedes pensar, a priori, que estas ante algo absurdo, o ante una pedantería por parte del autor. Res de res. Esta ante una fábula para adultos, una alegoría, o también podría serlo para niños ya iniciados en el ejercicio de la lectura. Desde una simple imagen que te impacta hacer una simbólica historia, es bastante corriente, otra cosa es en que procedan y hacia dónde se dirijan los pensamientos de quien lo expresa. Hay pensamientos derivados muy pelmas, muy complejos o muy contraídos. Los hay, sin embargo, entretenidos y bellos. Cargados de una dúctil sustancia y llenos de supuestos propósitos. Yo, cuando se mayor, quiero ser escritora de cuentos para adultos que no tocan de pies al suelo. Quizá no digan nada trascendental, puede que no digan nada, ciertamente, pero se aferran a un eco muy intimo que suena rítmica y convenientemente en algún rincón de nuestra razón… Tal vez, sea verdad aquello que aseveras, y que todos seamos precepto de alma. Sin embargo, no es menos verdad que metaforizar con una prenda de Armani o hacerlo con un selecto perfume, no puede ser bien acogido por alguien que no tiene ni idea de que es un Desayuno con diamantes, o de que, Casablanca, es algo más que el hogar de Obama. No mires al dedo, pues, te propongo que mires adonde apunta el dedo, si quieres ver algo más.

Moments

En una plaça on no hi passa quasi mai rés, i molt menys en diumenge, i pot passar alguna cosa o algú que es distingeix, especialment. Avui hi passa un home amb un pom de flors a la ma dreta. El sosté lleugerament alçat com si vulgués evitar que una refregada el malmeti i salvant-lo de l'impuls del seu pas al caminar. Feia molt de temps que no veia a ningú amb un pom de flors a la ma. Es una bella imatge. Però ell, aquest home jove, no sembla estar-ne molt segur perquè el seu cap i els seus ulls, assenyalen lleugerament cap el cel, per evitar, probablement, albirar quelcom els costats que li reprovi la seva tendresa i per aconseguir arribar al seu destí sense que res el destorbi. No hi ha cap mena de dubte, però, que allà on va, hi va feliç. LLeuger complexe de felicitat en temps de queixes i plors. Aquellos que no tienen fantasía, no pueden entender, es muy complejo. Un pom de flors, o només una rosa, mai poden ser ignorades per ningú, sempre son motiu d'amiració, encara que es tracti d'una admiració dissimulada. Una flor no fa estiu, ni dues, ni tres ni quatre, però, és un dolç detall que escurça la distància entre dos, una distància no sempre omissible.

Evidencia

Son casi las tres de la tarde y voy en metro hacia casa. El metro está lleno y lo ocupan un grupo de estudiantes que no hablan castellano ni catalán con su tutor. Seguramente, se apearan en Lesseps o Vallcarca. Muchos de los turistas que cogen esta línea, bajan el Lesseps para ir al Parc Güell. Otros, mejor informados, lo hacen en Vallcarca porque su camino, de bajada, es más corto y fácil. En el metro hay otras personas, hombres y mujeres que van hacia casa y otros estudiantes, de Barcelona, que se dirigen a la Universidad de Mundet. No me cabe ninguna duda que la señora del abrigo gris con bufanda de color fucsia, es una maestra de dicha universidad. Me lo dicen sus veteranas gafas, sus apuntes que va repasando y sus movimientos, lentos y seguros. También, me lo indica su edad, su cabello plateado y el lugar donde se ubica en el metro, lejos de la multitud. Es fácil distinguir, también, al tutor que acompaña al grupo de jóvenes porque sin ser muy mayor, rondará los treinta y pocos. Sus pantalones jeans, son relativamente ajustados y moderadamente gastados, ni mucho ni poco, su cazadora de piel marrón, es más bien clásica y su gorro de lana negro, no es para cubrir su brillante calva de otra cosa que no sea del frio. Como presentía, bajan en Vallcarca y el metro queda prácticamente desocupado. Es hora de buscarme un asiento, y lo hago casi al final del metro porque así, recorreré menos distancia cuando llegue mi parada. Encuentro, aquí, en el final del largo metro, a la supuesta profesora del abrigo gris, que sin que yo advertirlo, ha ido en busca de más aire y sigue leyendo sus apuntes. Tomo asiento y al mirar hacia mi izquierda no veo nada que me llame la atención. Al mirar a mi derecha, tampoco, pero si cuando miro al frente. Justo delante de mí, hay alguien aguantando el llanto con un sobre blanco en una mano y en otra un papel que lee atentamente. De lejos, no distingo muy bien de que se trata ¿Unos pésimos análisis de sangre? ¿Malas noticias que vienen desde lejos? No. Ahora veo que es un papel formal, de aquellos papeles que solo saben hacer los médicos, los notarios o los gestores. Y veo, también, que bajo el sobre hay unas siglas que reconozco aunque no consigo leer al detalle. Miro a la mujer que con ojos llorosos y gesto contenido, sigue repasando el papel de arriba a bajo y de abajo arriba, como intentando descubrir un detalle oculto, o algo que comprenda definitivamente. No lo conseguirá. Es un finiquito. No hay nada que comprender en estos finales a no ser que sea la cantidad que indica abajo a la derecha. No hay ningún mágico secreto esperándote tras ellos, ni ningún duende que te indique el por qué están hoy entre tus manos y el camino que te espera. No hay nada que comprender, excepto, comprobar que la cantidad que te han asignado es la que te corresponde, tu presunta incompetencia o la gran mezquindad de algunos. No me extraña nada que sientas ganas de llorar. Sea lo que sea lo que tengas que comprender, no hay nada positivo que entender a corto plazo ni lo hallarás en éste papel. Y ahora, por fin, leo las siglas del sobre. Efectivamente, Sorli-Discau. La mujer de ojos llorosos, desaparece del metro, a mí, me quedan dos paradas para hacerlo.

reflexion subjetiva

Esta mañana, he leído algo bonito acerca del miedo y del dolor que me ha invitado a pensar. Acababa con una introversión a modo de pregunta: ¿Qué vida es esta en la que nos perjudica más el miedo que el dolor? Posiblemente, haya casos que sea así, pero no hay que confundir dolor y tensión. La tensión, que aparece cuando sientes miedo, es una muralla que te protege. El dolor, es algo que se instala y que tarda bastante en desaparecer sientas miedo al mismo tiempo o no. Sin duda, hay veces que el miedo no te permite actuar o te induce a hacerlo mal. Pero no es el miedo que causa el mal, si no la tensión incontrolada, la falta de serenidad para afrontarlo. El dolor, llega y se establece de distintas maneras, siempre físicamente y lo sientes en un brazo, en la garganta o en este lugar tan siniestro que no sabemos cómo llamar aún. Pero, en lo que si estamos de acuerdo todos, es en que, esté donde esté, no desaparece fácilmente. Es cierto que el miedo te soslaya de muchas experiencias y que de algunas perderás más que ganaras, evitándolas, pero también es cierto que te protegerá y te guiara muchas otras. Te instalara en un estado de tensión que te convertirá en menos vulnerable a lo que pueda venir, o a lo que acaba de llegar, es una barrera protectora que habrás levantado en años o en segundos. Puede convertirse en una fastidiosa compañía que sentirás, agudamente, en los músculos más sensibles de tu cuerpo hasta que alguien la descubra y decida a fuerza de masajes o, remedios más sugestivos, alejarla porque, sencillamente, es inútil para tu avance. Pero, exagerada o prudente, la tensión es necesaria. El dolor, es muchas veces estéril y nada sencillo de tratar. Los analgésicos, son remedios efímeros que lo minimizan pero no efectivos para toda clase de malestares. Por fin, hoy en día, la mayoría de médicos han acordado que disminuir el dolor es necesario y más beneficioso que reverso. Pero siguen habiendo dolores sin tratamiento. Es, este tipo de dolor que se instala en el lugar que aún no goza de consenso para ser nombrado: ¿Alma, estómago, corazón, mente? Ahí no hay pastilla que valga, solo el tiempo y tu voluntad, tiempo que siendo el mismo se te aflorara eterno, lo calmará y transformará.
Y la vida es, querida compañera de reflexiones, una manera de plantear, primero, y de explicar el viaje, después. Entremedio están la alegría, el dolor, y todos sus desagravios.

El Palau y Serrat


En 1908 se inauguró el Palau. Se celebran, pues, una serie de recitales y actuaciones que conmemoran los cien años de la obra Domènech i Montaner i que incluyen dos únicos recitales de Serrat, del Joan Manel Serrat cantando un repertorio en catalán que muchos añorábamos y habíamos dejado de suspirar hace bastante tiempo. Aunque mal posicionada, asistí ayer y lo hice con una entrada que se adquirió el mismísimo día que salieron a la venta y me he ubicado en la galería d’orga (de órgano) con lo que, exceptuando las dos veces que se ha girado para saludar a los que estábamos sentados allí, no he podido apreciar su expresiones al cantar y que dicen mas, a veces, que sus canciones, pero también es verdad, que he tenido la oportunidad de descubrirlo desde otra perspectiva, relativamente inferior, que me ha dejado observar al mismo publico que el contempla mientras interpreta sus canciones. Hacer el Palau, era en los 60-70, un paso al reconocimiento, el paso definitivo. Serrat, lo ha escogido en diversas ocasiones para sus recitales y hoy, ha recordado a cada una de las personas que le acompañaron hasta él . Entre ellos, su principal descubridor y amigo ya fallecido, Salvador Escamilla. El Palau de la Música es y ha sido, desde siempre, uno de mis edificios preferidos, no solo por la belleza que alberga, si no porque tuve la suerte de poder actuar unas cuantas veces en su escenario en mi corta etapa escolar. Cosa que pensándolo ahora, me hace sentir muy privilegiada teniendo en cuenta que la escuela a la que fui los últimos cuatro años, era una colegio catalanista pero muy modesto. Tuve la suerte pues, junto a mis compañeras, de conocer las entrañas del Palau, de oler el aroma de sus camerinos y de sentir entre bambalinas los nervios previos que se cosechan antes de la subida del telón, que no deben estar muy distanciados a los que pueda sentir un Serrat o un Aragall, por muy curtidos que estén en el arte escénico. Joan Manel Serrat, ayer, nos ofreció un buen repertorio, tal vez, no perfecto para algunos que estaban donde estaban por haberse encontrado con unas entradas regaladas por sus fieles amigos, pero si para otros fieles, que como yo, sabemos casi todas las letras de sus canciones y su melodía, mucho más que el calendario de cumpleaños y santos de nuestra familia, y que casi se nos cae un fino hilo de baba cuando en una noche como hoy, las podemos disfrutar cantadas por él y en vivo; aunque sea arrinconados encima del escenario, detrás de él y habiendo pagado, además, un precio razonablemente caro.
Una introducción con, Ella em deixa”, es algo inusual en los recitales del noi del Poble Sec. Esta canción, una de las primeras que Serrat compuso en 1965, estaba ya en el olvido y hoy, curiosamente, la ha utilizado para estrenar concierto, con lo que sospecho algo nada bueno en la vida personal de Serrat, y no es tan solo esta canción la que me hace intuirlo, sino, también, algunos guiños en sus comentarios que extraje de la última entrevista que escuché y vi no hace muchos días, y que entreveían a un Serrat melancólico, un tanto decaído y un pelín dolorido. Ya se verá, aunque tampoco es fácil que su vida personal pase a ser noticia en esta Catalunya discreta, sesuda y tan respetuosa para los amigos de sus amigos.

Bona nit, amics…Veig que ja hi som tots, per fer la xerrada i cantar cançons. Però avui estic trist perquè sense raó, ella se'n va lluny de mi i em deixa molt sol…”
Satisfechos todos, llegan los primeros aplausos porque a pesar de ser una canción triste, también es dulce y encaja con una inevitable merma de voz que a algunos nos importa muy poco…Nosotros, tampoco somos los mismos, y también estamos un poco tristes aunque no sea el momento de manifestarlo, Joan. Y sigue, y lo hace con temas como Canço de Bressol, canción dedicada a su madre y que incluye en casi todos sus recitales. Sigue Serrat, combinando canciones de Mo, entre las clásicas y, justamente, las únicas que defendería de dicho trabajo junto con Perdut en la Ciutat, que no canta: Plou al cor, Fugir de tu, i, Cremant núvols. Dos de ellas, también melancólicas, pero, igualmente íntimas porque los arreglos de Miralles las engrandecen, si cabe.


Patrona dels inactius, Santa Mandra del migdia, protegiu l'amor furtiu, -si així ho vol Déu, així sia-, especialment al juliol quan, reclamant companyia, cremant núvols passa el sol, cremant núvols el sol passa...”


A estas, le siguen algunos poemas que Serrat versionó de J.M.Foix o Papasseit. Bellos poemas que en su voz y música, no puedes olvidar. Me emociona especialmente, És quant dormo que hi veig clar, hacía muchos años que no la cantaba. Versionó bastantes más de Papasseit, pero esta noche escoge una de mis preferidas: Rés no es mesquí. ¡Estoy de suerte!


Res no és mesquí,
ni cap hora és isarda,
ni és fosca la ventura de la nit.
I la rosada és clara
que el sol surt i s'ullprèn
i té delit del bany:
que s'emmiralla el llit de tota cosa feta.

Res no és mesquí,
i tot ric com el vi i la galta colrada.
I l'onada del mar sempre riu,
Primavera d'hivern – Primavera d'estiu.
I tot és Primavera:
i tota fulla, verda eternament.

Res no és mesquí,
perquè els dies no passen;
i no arriba la mort ni si l'heu demanada.
I si l'heu demanada us dissimula un clo
perquè per tornar a néixer necessiteu morir.
I no som mai un plor
sinó un somriure fi
que es dispersa com grills de taronja.

Res no és mesquí,
perquè la cançó canta en cada bri de cosa.
–Avui, demà i ahir
s'esfullarà una rosa:
i a la verge més jove li vindrà llet al pit.

No se olvida, tampoco, de las nunca ausentes como Mica en mica, Sería fantàstic, Ara que tinc vint anys, Temps era temps, Pare, M’en vaig a peu… Faltan muchas, pero no sobra ninguna. Y de nuevo, una insigne sorpresa, Helena.

“Fa dies que no sé quants dies fa. Fa dies que m'estic dient... demà, i espero, i espero, i espero...”


He visto suficientes conciertos de Serrat, para divisar cuando se acerca el final sin mirar el reloj. No hay descansos. Pero hay detalles que he aprendido a leer y que lo anuncian. Aún no ha cantado Paraules d’amor, pero se acerca el momento, y con ella, como casi siempre, su despedida del escenario. Hoy, ha sido la última canción. Aunque no han faltado aplausos ni efusivas muestras de cariño de un público como siempre, entregado, éste, no ha especulado más con su posible generosidad y se ha levantado de sus asientos casi en masa y al mismo tiempo después de Paraules…Resignada ante la evidencia, me levanto de mi arrinconado asiento y me dirijo perezosamente a la salida del Palau donde intento observar a este público, demasiado sometido para mi gusto. El, Serrat, durante una de sus breves intervenciones con una pequeña charla, ha dicho que echaba en falta y mucho, la tolerancia. Pero, ¡caramba!, no se refería a esta tolerancia, diría yo... Un público demasiado sumiso o, puede que no tan vehemente como yo que además, me siento invadida por otra intuición…Y es que éste Serrat que acabo de ver en directo, de espaldas y muy de cerca, creo que voy a tener que evocarlo a través del recuerdo el resto de mi vida. Ojalá me equivoque.

Entre tener y no tener

Los entretenimientos no siempre son caros. Decía Serrat, en una entrevista, que no aburrirse requiere de un gran esfuerzo, respondiendo a un comentario que decía alguien: “No me aburro ni un momento”. Normalmente, quien frasea esto, lo dice orgulloso. Pero tiene razón Serrat cuando dice que implica un gasto de energía no caer en el aburrimiento. Así que imagino que quien se siente orgulloso de no aburrirse, se siente satisfecho del esfuerzo que hace para no sentirse aburrido. Bien, me parece muy bien que así sea, pero, no me parece tan mal el hecho de aburrirse. Cuando uno tiene tiempo de aburrirse significa que tiene tiempo de hacer muchas cosas para dejar de estarlo o la capacidad de decidir qué hacer, con lo que el aburrimiento nos sumerge en un estado de entrada, privilegiado. O sea, sentir aburrimiento puede significar sentirse bien. Me parece perfecto que haya personas que sientan la necesidad de estar de actividad en actividad y de compromiso en compromiso, pero también me parece bien que haya personas que gocen de no hacer nada si pueden y quieren. Al menos yo, cuando me aburro siento paz. Imagino que habrá personas que sientan una especie de desasosiego. Cuando dispongo de tiempo para aburrirme, pienso, y cuando pienso muchas veces imagino. Puedo pasarme imaginando la misma cosa desde muchos puntos de vista, sea el color de un sofá sin cambiar la tapicería o el lugar que debería emplazarlo. Puedo pasarme mirando una pared imaginando como llenarla. Puedo, viendo una simple foto, recordar parte de aquel día y esto me deriva a otros pensamientos. Puedo estar en Paris, Roma o en una cena aun por venir sin moverme del sofá, o tener conversaciones conmigo misma, incluso, discutirme. Puedo llegar más lejos que, a veces, viajando, porque también sé lo que es ir de viaje y dejar mis pensamientos en casa. No invito a nadie aburrirse, si no sabe hacerlo, pero si defiendo que el aburrimiento no tiene porque ser malo. Pregunta a un niño de dos o tres años si se aburre. Te dirá siempre que no. No creo ni que sepan lo que significa dicho término. Ellos, sienten hambre, sed y necesidad de cariño, pero después de estas tres cosas, poco más necesitan. Ellos, siempre están en su mundo, acompañados o no, siempre viajan y siempre imaginan. Pueden ser una princesa japonesa o un férvido dragón. Un niño puede ser cantautor sin necesidad de lápiz ni orquesta, puede tener un fiel y consejero amigo que tu nunca has visto y de unas barras de plastilina ofrecerte un delicioso manjar. Fíjate en ellos unos segundos cuando no sepan que los miras. Si no ven el televisor, siempre están hablando con alguien aunque no estén acompañados. Su fantasía les lleva mucho más lejos que sus patinetes y bicicletas. Crecen. Y a medida que crecen, obsérvalo, solicitan más cosas materiales para pasar el rato, aunque esto no significa que les hagan falta dichas cosas. No, no es su culpa que las necesiten, simplemente les hemos agobiado demasiado pronto y les hemos arrancado de su tiempo estos momentos a los que tienen pleno derecho: Al aburrimiento. Cuando un niño se aburre siempre tiene una solución, y normalmente la encuentra muy cerca, tan cerca que no le da tiempo a sentirse aburrido.

for you

Esperit socialista. Hi ha persones, que no volen reconèixer-ho, però tenen impregnat un esperit social mes fort que molts dels qui postulen a les files d'aquesta ideologia. Van per el mon de dràstics, malbaratant energia, però, es fonen amb petits detalls com un gelat a ple sol d'estiu. No ho saben, o no volen admetre la seva tendència bondadosa, perquè creuen que es tracte d'una feblesa quasi be humiliant i la subestimen fen servir teories més científiques. Però, els tomba un petit gest, una petita i amable frase i una injustícia molt més que la supèrbia , la grandesa o la grolleria. Esperit socialista. Il·lusió per un mon mes just, mes afable, mes afectuós. Fantasia per un bell somni, pols de fada repartida amb oloroses especies crescudes lentament i lliures entre molts cards empresonats. No ho saben, ni tan sols ho volen reconèixer però segueixen repartint quant ningú ho espera, quant ningú escolta i observa, la delicadesa, la bondat i el detall de servir-nos insignificants fets amb plàtera de cristall.