Entre tener y no tener

Los entretenimientos no siempre son caros. Decía Serrat, en una entrevista, que no aburrirse requiere de un gran esfuerzo, respondiendo a un comentario que decía alguien: “No me aburro ni un momento”. Normalmente, quien frasea esto, lo dice orgulloso. Pero tiene razón Serrat cuando dice que implica un gasto de energía no caer en el aburrimiento. Así que imagino que quien se siente orgulloso de no aburrirse, se siente satisfecho del esfuerzo que hace para no sentirse aburrido. Bien, me parece muy bien que así sea, pero, no me parece tan mal el hecho de aburrirse. Cuando uno tiene tiempo de aburrirse significa que tiene tiempo de hacer muchas cosas para dejar de estarlo o la capacidad de decidir qué hacer, con lo que el aburrimiento nos sumerge en un estado de entrada, privilegiado. O sea, sentir aburrimiento puede significar sentirse bien. Me parece perfecto que haya personas que sientan la necesidad de estar de actividad en actividad y de compromiso en compromiso, pero también me parece bien que haya personas que gocen de no hacer nada si pueden y quieren. Al menos yo, cuando me aburro siento paz. Imagino que habrá personas que sientan una especie de desasosiego. Cuando dispongo de tiempo para aburrirme, pienso, y cuando pienso muchas veces imagino. Puedo pasarme imaginando la misma cosa desde muchos puntos de vista, sea el color de un sofá sin cambiar la tapicería o el lugar que debería emplazarlo. Puedo pasarme mirando una pared imaginando como llenarla. Puedo, viendo una simple foto, recordar parte de aquel día y esto me deriva a otros pensamientos. Puedo estar en Paris, Roma o en una cena aun por venir sin moverme del sofá, o tener conversaciones conmigo misma, incluso, discutirme. Puedo llegar más lejos que, a veces, viajando, porque también sé lo que es ir de viaje y dejar mis pensamientos en casa. No invito a nadie aburrirse, si no sabe hacerlo, pero si defiendo que el aburrimiento no tiene porque ser malo. Pregunta a un niño de dos o tres años si se aburre. Te dirá siempre que no. No creo ni que sepan lo que significa dicho término. Ellos, sienten hambre, sed y necesidad de cariño, pero después de estas tres cosas, poco más necesitan. Ellos, siempre están en su mundo, acompañados o no, siempre viajan y siempre imaginan. Pueden ser una princesa japonesa o un férvido dragón. Un niño puede ser cantautor sin necesidad de lápiz ni orquesta, puede tener un fiel y consejero amigo que tu nunca has visto y de unas barras de plastilina ofrecerte un delicioso manjar. Fíjate en ellos unos segundos cuando no sepan que los miras. Si no ven el televisor, siempre están hablando con alguien aunque no estén acompañados. Su fantasía les lleva mucho más lejos que sus patinetes y bicicletas. Crecen. Y a medida que crecen, obsérvalo, solicitan más cosas materiales para pasar el rato, aunque esto no significa que les hagan falta dichas cosas. No, no es su culpa que las necesiten, simplemente les hemos agobiado demasiado pronto y les hemos arrancado de su tiempo estos momentos a los que tienen pleno derecho: Al aburrimiento. Cuando un niño se aburre siempre tiene una solución, y normalmente la encuentra muy cerca, tan cerca que no le da tiempo a sentirse aburrido.

2 comentaris:

Gallium ha dit...

Yo creo que pensar, idear, es otra forma de no aburrirse, para nada una consecuencia del aburrimiento. Lo de las necesidades de los niños me suena a la pirámide de Maslow. Y sí, cuantas más necesidades nos creemos más infelices seremos, pues nos será más complicado alcanzarlas.

Me gustan mucho tus textos sobre esas reflexiones trascendentales que solo se te ocurren a tí.

Yo cuando me aburro te leo, y dejo de hacerlo.

;)

rosa ha dit...

Gall, esto no es una flor, es un florero entero, lo más bonito que he leído en las últimas veinte...horas?

Gràcies guapo;)