Almadraba

Un distinguido horizonte en un destacado lugar. Un cielo que es el mismo cielo que domina cada día y en cualquier esfera. El mismo mar que aquí, afable, serpentea las olas de aquí allá y no consiente que el espectáculo se detenga. La misma luna que hoy remonta. Las viejas barcas y las nuevas, que se paran a pescar más o menos, en una órbita similar… Todos, están vivos y esperan que tus ojos se detengan a descubrirlos una vez más. Inherente a ellos, casi todo ha cambiado. El resto, venimos de otros lugares y partimos a sitios distintos, y al paso del tiempo, que extraño a nuestra voluntad nos planta hoy, nos abandona mañana o espera un poco más, terminamos desocupándolo. El paisaje, impasible, resiste para quien lo contempló ayer, para que lo percibas hoy, y para que, alguna vez, lo observe alguien ensimismado ante su finura y excelencia inalterables. La perfección, existe y no está lejos. La perfección, no se inmuta ni sucumbe ante ofensas y deslices. Enajenó una vez a Pla, sigue apresando a Espinàs y hoy, otra vez, cedes a su embeleso y no queda otra que rendirse ante su grandeza. Fotografiarlo, sería demasiado fácil y, también, fácil profanarlo. Es preferible impregnarse hasta el límite y hacer el esfuerzo de explicarlo para que puedas imaginarlo: Una luna gibada creciente, un mar, a propósito, en calma, un escollo saliente desvía las pequeñas olas y las recula y las vuelve a desviar. La luz de una vieja barca espera al calamar. Cerca, la copa de un añejo pino franquea éste trozo de mar. A lo lejos, no hay horizonte, a lo lejos, hay una congregación de luces civilizadas que descansan al pie de unas intrascendentes montañas que, recíprocamente, te observan. Abajo, unas apacibles voces que no despuntan porque no quieren y porque se saben tú cortés compañía mientras mantienen una tertulia que nunca se interrumpe, ni de día ni de noche, y que aún dura*, y sorben, de vez en cuando, de unos vasos de cristal líquidos escarlatas, blancos y dorados. Y cae poco a poco la noche en una avenencia espléndida. Es, un lúcido paisaje de mar.





* frase extraída de un párrafo de, Un racó de paraigua. J.M.Espinàs.

4 comentaris:

Gallium ha dit...
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Gallium ha dit...

¿Aún quedan espacios tan bellos en la costa mediterránea más al Oeste de Croacia?

Y las montañas poco tienen de intrascendentes, recuerda que la DANA (gota fría) tiene mayor incidencia gracias a estas elevaciones. Bueno, y a los incautos que se instalan en plena rambla.

Petonet.

rosa ha dit...

No quedan muchos, pero, este es uno de ellos sin dudarlo. Lo de las montañas era, total, para decir que son bajitas, poco pronunciadas. Seguro que hay un adjetivo mejor. Si lo encontráis, lo cambio ahora mismo.

;) petons

rosa ha dit...

Por cierto, véis las imágenes de los cuadros de Valle y demás fotos? Ayer las veía, ahora no veo ni una.