Otra cruz









Félix Millet, es uno de los últimos personajes que son noticia en Cataluña. Antes de ser arrestado por los mossos, ha sido condecorado, reconocido y obsequiado con diferentes y distinguidos símbolos por los gobiernos correspondientes: La Corbata de Isabel la Católica, cómo presidente del Orfeo Català en 1981; La llave de la ciudad de Barcelona en 1998; En 1999, la Creu de Sant Jordi; de Distinguido señor de Barcelona en el 2005; la Cruz de oro por la AEFE en el 2008…Y como, distinguido Ciudadano que nos honora, en el 2008. Bonito currículum, ¿No os parece?


Una vez, alguien que conozco muy bien, se enfrentó a un inspector de hacienda después de recibirlo para una inspección, en su polvoriento y cutre despacho. Lo mandó a hacer puñetas, textualmente. A él y a los que lo enviaban, porque no es verdad que hacienda seamos todos. Hacienda, hoy por hoy, es el purgatorio de los pringados y el harén de los aprovechados. Le salió el descaro, barato: cincuenta mil de las antiguas pesetas por desacato a la autoridad, y ni un duro más. Díganme, si no vale la pena liberarse a este precio…El problema, es que no son suficientes, aún, los dispuestos a pagar un precio, aunque sea ínfimo, por desfogarse o para evidenciarlos. Hacienda somos todos, siempre y cuando todos tengamos iguales derechos, obligaciones y decencia. El problema, es que todos nos sentimos culpables de algo aunque este algo sea robar una hora a nuestro jefe o estafarle una cerveza al bar de la esquina y así, con el silencio, tenemos la sensación que les justificamos y de que nos justificamos. El problema, es que tenemos tiempo de tragarnos las vergüenzas de otros en la televisión, radio o prensa, y no reservamos tiempo para librarnos de las nuestras. No sé al resto de las personas, a mí, me motiva una cierta actitud de desacato a la autoridad cuando estoy ante una injusticia y no desaprovecho la ocasión para dejarlo claro, últimamente. El problema es, que ahora la autoridad no solo es el ejército, la policía, la iglesia y los políticos de primera línea. Ahora, la autoridad, son todos aquellos que tienen algo seguro como arma arrojadiza a nuestros posibles proyectos. Ahora, la autoridad es también los medios de comunicación y todo aquel que siente su cargo intocable por mucho que haga el vago. Y cada vez que dejamos pasar la oportunidad de plantarles cara, civilizada, pero, categóricamente (dispuestos a pagar el peaje), aumentamos su poder y disminuimos el nuestro. El problema, es que a este ritmo, no tendremos a donde ir, qué ver ni en qué creer, sin cabrearnos o avergonzarnos.

1 comentari:

Anònim ha dit...

Mek, completamente de acuerdo contigo, estoy deseando que surja algún movimiento cívico contra todos esos tipos de "autoridades", gracias a Dios cada vez me importa todo menos, y me voy importando más yo misma. Un besote. Valle.