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Tengo 43 años. Nací en Barcelona. Tengo tres hijos. Soy agnóstico. Por tradición familiar soy de izquierdas, aunque cada vez soporto menos las etiquetas y el partidismo estéril. Soy fundador de la editorial Inédita y coronel del Tsahal en la reserva activa: me temo que ya se prepara una nueva guerra este verano y tendré que combatir. Miquel Salarich. Coronel del ejército israelí; editor catalán

- Nací en una familia de clase media barcelonesa; volvimos a vivir en el Eixample después de que mi padre sufriera el exilio republicano tras la guerra.

- Eran ustedes judíos catalanes.

- Soy agnóstico aunque hice la Barmitzvá como buen judío. Por lo demás, mi infancia transcurrió como la de cualquier chaval.

- ¿Sabía hebreo?

- Lo aprendí después en los ulpan, una especie de kibutz, en los que hacíamos inmersión lingüística en hebreo, además de trabajar. Era duro, pero eficaz: hasta que sueñas en hebreo no te sueltan. Fue el modelo que copió la Generalitat después para su inmersión lingüística escolar en catalán.

- ¿Cómo se hizo militar israelí?

- Para poder ser ciudadano israelí. Todo empezó cuando a los 18 años fui de vacaciones a Israel con unos amigos y trabajé en un kibutz. Allí me reencontré con un sueño que todavía existía: una comunidad solidaria y una experiencia de colonización como la de los pioneros americanos.

- Pero siempre con las armas en la mano.

- Eso vino después. Yo iba y venía desde el kibutz a Barcelona para hacer los exámenes y así es como pude acabar Derecho aquí.

- ¿Estudió también en Israel?

- Estudié Historia en la Universidad y al fin me acogí a la ley del Retorno, que garantiza la nacionalidad israelí a cualquier judío que la solicite. Y así me dieron el pasaporte.

- ¿Y las armas?

- Con el pasaporte llega la citación para el servicio militar... ¡Y no era una mili como las que hacían aquí! Aquello era muy duro.

- ¿Y a usted le iba el ardor guerrero?

- No, pero el ejército era y aún es la columna vertebral de la sociedad israelí y yo quería integrarme. Piense que cuando pides un trabajo en Israel, lo primero que revisan es tu hoja de servicio militar: una cobardía o un destino de enchufe pueden marcarte de por vida y, al contrario, una buena carrera puede garantizarte el éxito en los negocios.

- ¿Dónde le destinaron?

- Los psicólogos militares israelíes tienen justa fama de acertar al encajar cada personalidad en una unidad determinada. A mí, tras el durísimo campamento inicial, me enviaron como soldado a una unidad de reconocimiento en el norte.

- Y ha llegado usted hasta coronel.

- En el Tsahal se asciende rápido. Ehud Barak, el ex primer ministro, era general de división a los 43 años. Todos nos jubilamos a los 55. No es raro que un coronel caiga en combate, porque estamos en primera línea.

- ¿Cuánto tiempo estuvo en activo?

- De los 19 a los 33: 12 años seguidos de servicio. Ahora estoy en la reserva activa.

- Supongo que entró en combate.

- En varias guerras y en las dos intifadas.

- ¿Mató a alguien?

- No responderé a esa pregunta.

- ¿Cumplió sus misiones?

- Lo mejor que pude. Un día recuerdo que había estado combatiendo al amanecer y cogí un avión de permiso y por la noche me estaba tomando una horchata en la rambla Catalunya, pero me sentía muy mal...

- A veces el cuerpo vuelve antes que el alma.

- Yo todavía oía los cañonazos en el tráfico de la calle Aragó. Me sentía muy solo entre mis amigos que hablaban de la liga y del Barça cuando yo había estado en combate.

- ¿Por qué volvió?

- Ya tenía 33 años y todos mis compañeros de la facultad tenían buenos trabajos y progresaban. Yo notaba que me quedaba atrás y abandoné el servicio activo para volver a Barcelona y retomar mi vida profesional.

- ¿Encontró trabajo?

- En el sector editorial, en ventas. Fui progresando en el sector hasta que llegué a director comercial de Editorial Salvat.

- ¿Y seguía yendo a la guerra?

- Sólo cuando me movilizaban, porque yo residía fuera. Si vives en Israel cada año, como reservista haces 45 días de mili anual.

- ¿Por qué dejó Salvat?

- Las multinacionales tienen sus dinámicas que yo no siempre entendía. Así que fundé mi propia editorial, Inédita Editores.

- ¿Qué la caracteriza?

- Historia militar amena y rigurosa sin militarismo, ni sectarismos, ni batallitas. Hemos editado, por ejemplo, el último libro del ex primer ministro Villepin sobre los cien días finales de Napoleón.

- ¿Por qué Israel perdió su última guerra?

- El Tsahal ha estado demasiado tiempo haciendo de policía interior y había descuidado Líbano, donde Hizbulah, con la ayuda de Siria e Irán, ha forjado un buen ejército.

- Pero ustedes eran los amos.

- Fallamos en la información precisamente y la movilización también fue un desastre además de que el jefe del estado mayor ya dimitido, el general Dan Halutz, creía la fantasía de ganar una guerra sólo desde el aire. Pero creo que hemos aprendido.

- ¿Por qué no le dan también una oportunidad a la paz?

- Con Shlomo ben Ami y Amos Oz...

- Ambos defendieron la paz en la contra.

-... Creo que, por ahora, deberíamos empezar por intentar cohabitar sin violencia para que tal vez nuestros hijos puedan convivir algún día. El problema es que los árabes sólo tienen la guerra o la miseria y les es fácil escoger las armas, pero Israel es un país cansado de guerras. Los israelíes preferirían la discoteca y la pizzería, créame, pero ahora mismo nos están lanzando cohetes desde Gaza...

- ¿Usted prepara de nuevo su uniforme?

- Me temo que otra vez este verano seremos movilizados. Y, créame, yo sería mucho más feliz si pudiera seguir con mis libros.


Se cumplen diez años del nacimiento de ´la contra´ (hoy inauguramos exposición en el Palau Robert de Barcelona: están invitados) y Salarich ha accedido, tras insistirle durante años, a contarnos su historia. Antes que él, han pasado por esta página, además de Amos Oz o Ben Ami, objetores de conciencia israelíes como Shaul Mograbi o Debby Lerma, fundadora de mujeres por la paz, o el historiador que cuestiona los mitos sionistas, Ilan Pappe, o Margalit, judío de ascendencia catalana, que prefirió abandonar el Tsahal y hoy encabeza la resistencia frente a las demoliciones de las casas de los palestinos; o la abogada Yael Berda, fundadora de las comunidades de judíos y palestinos. Cada uno contó su historia: juzgarla es cosa de ustedes, amigos lectores. La Vanguardia 23-05-07