malas lenguas...


Me contaba ayer, impresionado quien me lo explicaba, que la mujer de Sarkozy votó en estas últimas elecciones a Ségolène Royal. ¿Dónde está la sorpresa? A mí, me parece de lo más lógico ideologías aparte. Porque votar al propio esposo, al compañero de vida, al mismo que cada día ves en calzoncillos rondar por casa, o al mismo que oyes aullar en vez de respirar cada noche que duerme contigo, darle el voto al mismo que olvida vuestro aniversario o que se avalancha ante el televisor cuando no marca su equipo favorito, darle al que discute contigo por naderías que son las mismas de hace quince años, votarle y confiar que sea el hombre que saque a todo un país a flote, sería lo que me parecería una verdadera sorpresa. Esperar tal hazaña de éste hombre con el cual mantienes una vida más o menos acomodada atiborrada de bellos recuerdos y también de amargos, del mismo hombre con el cual se ha esfumado más de un lustro esperando alguna maravilla que no llega ni llegará ya, no es serle fiel es ser idiota, a no ser que lo que esperes sea un reconocimiento a tu propia persona por estar ahí después de tantos años; o alguna perversa gloria inconfesable. En cualquier caso, ninguno de los dos motivos serían suficientes. Así que lo más adecuado y sensato es votar al contrario, en este caso la contraria, y esperar así, seguir esperando, que al menos vuestra intimidad no sea proyectada a la vista de millones de personas y sus energías (las de tu esposo), las pocas o muchas que le queden, se dispersen más de lo que ya están y sus facultades queden más mermadas hasta el punto de desaparecer. Esto sería echar piedras sobre el propio tejado. Votarlo, señalarse, sería puro masoquismo. Así que no, no me parece insólito ni sorprendente que la mujer de Sarkozy haya confiado su voto a una mujer y menos si corre y cala por ahí el rumor de que dicha mujer ha estado a punto de llegar a la presidencia de su país, según las absolutistas y pérfidas lenguas, por despecho hacia su propio esposo.

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Hace de su texto una queja hoy en la Vanguardia, Laura Freixas. Se queja de que los medios anuncien a las mujeres que son noticia siempre como compañeras, esposas, hermanas o hijas de “ “. Lamenta que siempre que una mujer apoya una ideología, alcanza o aspira a llegar hacia algún posicionamiento de poder este sea motivado por razones o condiciones ocultas que nada tienen que ver con un ambicioso proyecto ni mérito personal. Aún pulula en nuestra época aquel dicho que decía que detrás de un gran hombre hay una gran mujer y que no es otra cosa que decir que si un hombre tiene éxito es porque su compañera, ha sido lo suficientemente resignada, buena y aplicada en su cometido de esposa y ha sabido renunciar a su propio ego en aras a la superación de su marido que siempre es una garantía para que confluya en el bienestar de toda de la familia. Se queja y con razón. Porque yo también siempre me he preguntado si esa gran mujer a la que hace referencia dicha sentencia que ha marcado casi siempre para mal muchas relaciones de pareja, no era la Mamá. Y porque si ésta frase tuviera fundamento, detrás de muchas mujeres habrían miles de capullos vedándoles el camino. ¿ Y eso duele, verdad? ¿No sería mucho más lógico pensar que el mérito de que un hombre o una mujer sean personitas de provecho en éste mundo, es gracias a su madre? Aunque me niego a sostener que si un hombre o mujer nunca llegan a alcanzar lo que desean, la culpa sea de su madre. ¡Eso nunca! Así que detesto esa frase y la censuro para siempre.

Conclusión: Madre solo hay una; motivos, hombres y mujeres detrás, quien sabe.


3 comentaris:

Unknown ha dit...

¿Has escrito tú las dos partes de esta entrada?

rosa ha dit...

si

Unknown ha dit...

Pues felicidades, me ha gustado mucho el primero... ya casi pareces una profesional.