Tu, eres impulsiva, generosa, pasional pero como casi todos lo hacemos, solicitas algún consejo aunque en tu proceder parezca que seas dueña de todas las respuestas. Los consejos, no son más que resultados experimentados por otros, así que no tienen más valor que el de hacernos compañía.
Cuando alguien te pregunta, si la pregunta te importa y te importa la posible respuesta y tienes suficiente espacio o tiempo para responder, has de hacerlo desde la reflexión. Has comprobado ya anteriormente que puede haber cómo mínimo tres respuestas válidas a una pregunta. Y digo tres por no decir más, porque de haber, hay muchas. Pongamos un ejemplo: XP, hace una afirmación y la argumenta. El tal XP, publica en un determinado medio dicha opinión y tú la lees y te molesta, no solo te molesta, ¡te enfada mucho! Después de asimilar lo que acabas de leer, respiras hondo y decides volver a leer aquel texto que acaba de indignarte por si acaso te hubieras saltado un matiz que se te haya pasado y cambiar el sentido de la intención del autor. Lo haces, lees de nuevo y compruebas que habías leído bien y que nada hay que te salve a ti de tu indignación y al autor de todos los rapapolvos que le caigan a partir de éste provocador texto. Decididamente has de responder aunque no hayas decidido cómo.
¡Ensaya!
Seguro que él lo ha hecho antes de escribir éste puñado de bazofia, y si no lo ha hecho, se merece que tu lo hagas. Ensaya antes, porque tu primera respuesta seguro que será la peor. Escríbela, léela, bórrala (pero no antes de haber escrito al menos dos respuestas más) aunque sea válida y mucho más indulgente que el amasijo de frases que la motiva. Deja pasar unos segundos y mientras vuelves a leer éste punzante texto. Vuelve a intentarlo con otra respuesta. Y otra, y las que te hagan falta hasta que des con la que más se acerque a lo que quieras expresar y aleje de mostrar tu enfado irracional. Ahora, ahora que ya has expresado en todas ellas todo lo que querías, ahora que por fin has dejado volar toda tu indignación, bórralas todas. Lo mejor es que te vayas a por un café y te olvides de responder. ¿Vale la pena? El día te responderá. Si cuando has cumplido con todo aquello que tenías que hacer, si has resuelto todo aquello que estaba por resolver, si has traspasado la barrera del prejuicio y del orgullo, del enfado y la rabia que sentías por una opinión y alejado lo suficientemente de ella para relativizarla, decide si valía la pena tu repuesta. Desde luego, si decides ejecutarla, tu respuesta será un cóctel de todas las que habías escrito hace muchas horas, pero seguramente será la que más se aproxime a lo que querías decir, será la más honesta, la más ajustada, la escogida. Ojalá tuviéramos siempre la oportunidad de tener todo el día para responder a algo que no nos ha gustado. Y no olvides nunca que la respuesta elegida será una más para su destinatario, pero habrá sido una lección para ti.
(en honor a un breve consejo dado por una mujer a una niña que respondía siempre cuando estaba enfadada sin importarle las consecuencias, y que no ha olvidado).
3 comentaris:
Interessant, molt interessant com tot el que poses. Fa pensar, i el final a més fa pensar en un mateix.
Bon dia
merci, noi:)Segueixo sense poder entrar en el teu blog. Algo passa
bona tarda
D'un temps ença sempre passa alguna cosa u altra. Normal
bon dia
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