Es una mañana cualquiera pero con la particularidad que hoy te espera, o eso pensabas, más trabajo porque has de desmontar y montar un traslado. Nada particular si no fuera porque llevas años montando y desmontando traslados y empiezas a estar hasta las narices de tu propia indecisión. Tampoco no es que tu entorno más próximo te ayude mucho en la tarea de decidirte porque hoy dice A y mañana puede defender que era B como si nunca hubiera sido A. Y no es la falta de confianza en la mudable opinión de quien opina sobre lo que tu dudas y del que esperas ayuda , no, es precisamente que con los años ya has captado que lo que tu decidas estará más o menos bien decidido a no ser que decidas justo lo contrario de lo que él piensa, que es realmente lo que quiere decir aunque no sepa o quiera expresarlo con argumentos solidos y estos acaben siendo una caprichosa opinión que no ayuda ni sentencia. El día de hoy, es de aquellas mañanas típicas de otoño. Un aire fresco remueve las secas hojas de los árboles y las empuja hasta hacerlas caer sin que ofrezcan resistencia sobre el asfaltado suelo llenándolo de muchas hojas caídas que todas juntas suenan para quien escucha como si alguien, expresamente, hubiera compuesto una apacible melodía. El sol, luce en todo su esplendor y hace destacar aún más los contrastes de éste paisaje tan cercano a la ciudad que parece haber quedado absuelto por alguna razón casi misteriosa del deterioro urbano. Es un día espléndido en casi todos los sentidos, sino fuera porque mientras te preparabas para levantar tus pies triunfantes de la cama para ducharte e ir a comprar algo para desayunar en la pastelería que mejor hacen los croisants en esta zona, una llamada de teléfono te lo ha cambiado en décimas de segundo. Así es la vida: cambia en décimas de segundo y no avisa. Si al menos avisara, las horas anteriores nos las pasaríamos preparándonos para lo que ha de venir. Como cuando salimos de viaje y nos disponemos a poner en la maleta todo aquello que creemos nos hará falta y deshechamos lo que intuimos no necesitaremos. Si supiéramos lo que ha de pasar de aquí dos horas, dos días o dos meses, nos prepararíamos para encajarlo de la mejor manera que supiéramos. Pero al no funcionar así las cosas que suceden en la vida, hay que recurrir a todo lo que nos haga hacer más leve el daño que sentimos en un determinado momento. Escribir, es una manera de afrontar un dolor, no de solucionarlo. Las lágrimas, los nervios desbocados, la rabia, sirven también de descarga emocional, pero no en la misma proporción ni del mismo modo. Y como tienes fe aunque no sepas de donde carai te viene dicha fe,si de un Dios ,de un gen o, de una estúpida neurona fuera de lugar, como a veces sientes una especie de corazonada que se resiste a resignarse que las personas que quieres se vayan de tu vida para siempre porque aún no te habías preparado para ello, lo dices y lo relatas como puedes una radiante mañana de octubre
2 comentaris:
Me alegro y mucho por volverte a leer.
igualment, dic;)
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