Hace falta encontrar un espacio, nuestro espacio. Y no hay que asustarse cuando alguien pronuncie esta frase que suena para algunos casi maligna: "Necesito mi espacio". Un espacio vital propio es imprescindible se comparta o no el resto de espacios en una vivienda, y si a nadie le extraña que la que cocina en casa lo tenga para preparar los sabrosos platos que todos saborearan, que tampoco se extrañe cuando esta misma persona reclama un espacio para leer, escribir, montar puzzles, tocar la flauta o cualquier otra cosa que necesite concentración o intimidad porque a la larga también los demás aprovecharán el suyo propio. En los espacios de metros limitados, muchas personas usan el baño como refugio porque normalmente es el único lugar de la vivienda que viene con un pestillo incorporado en la puerta y de este modo, al cerrar dicho pestillo, de esta manera, pueden aislarse aunque sea en este reducido y frió espacio hágase dentro lo que se haga. Conozco a personas que se pasan una hora encerrados entre estas cuatro paredes revestidas de rosa, blanco o azul celeste y emplean dicho tiempo en leer toda la prensa que no han tenido tiempo de leer durante el día. Es evidente que la intención de este compartimiento de una casa no es el más adecuado, pero a falta de otro lugar, es tan útil como cualquiera. Pero para escribir, por ejemplo, no es el lugar propio ya que llamaríamos aún más la atención si cada vez que entramos en el baño lo hiciéramos con nuestra máquina de escribir o nuestro portátil y no apareciéramos durante una o, una una hora y media. Además, estaríamos provocando un posible cisma de cuidado si no hay otro baño en la vivienda. Es imposible hacer bien algo fuera de donde normalmente estamos acostumbrados a hacerlo y lejos de los objetos que nos ayudan a situarnos en escena aunque no hechemos mano de estos solo que para dirigirles alguna que otra mirada de vez en cuando. Nos hacen compañía y ayudan a concentrarnos de la misma forma que el televisor, la radio o alguien hablando nos distrae y desconcentra. Así pues me declaro defensora de los espacios propios aunque siga sonando dicha reivindicación para algunos como una amenaza. No lo es. Es una necesidad, es un derecho, es la manera más pacífica de vivir y dejar vivir. A ratos.