entrevista Javier Tejada:

¿Qué venera usted?
La ciencia es un templo que Q se va reestructurando a medida que se descubren nuevas salas. Alberga la verdad científica que veneramos sus exploradores.

Usted está inmerso en un mundo, el de la cuántica, que contradice muchas verdades.
Sí, y es muy paradójico. En nuestro templo no ocuparía una sala, sino una catedral en la que se explicaría que la materia se comporta a la vez como materia y como onda y la simultaneidad de un objeto en dos sitios diferentes. ¿Chocante, no?

Sí, pero a usted ¿qué le choca?
Me intriga mucho la complejidad del cerebro y el problema energético. Todo lo que somos y lo que hemos hecho es gracias al petróleo; si se nos acaba, ¿qué pasará?

¿?

Otro tema que nos cambiará es la aparición del ciberhombre, la posibilidad de conectar chips a diferentes neuronas, ¿seguiremos siendo hombres o qué seremos?... El futuro próximo ofrece tantas alternativas como todo lo que se ha descubierto hasta ahora.

Parece que ciencia y filosofía tienen que unirse necesariamente.
En el comienzo fueron lo mismo, pero llegó un momento en que para explicar las cosas además de las palabras necesitamos los números, y ahora de nuevo deben unirse.

Cohabitan la neurología, la física cuántica e incluso la espiritualidad.
Así es. Ahora se discute si nuestro cerebro es o no es una máquina cuántica, e incluso si existe una coherencia cuántica de pensamiento entre las personas.

¿Capacidad cuántica cerebral?

Por ejemplo el bilingüismo cuántico, la capacidad de pensar en dos lenguas superpuestas simultáneamente, ambas al mismo nivel.

La superposición cuántica también habla de vidas paralelas en universos paralelos.

Sí, son temas que debatir en el mundo de la metáfora filosófica.

En el mundo físico está demostrado.

Y verificado; existen instrumentos capaces de medir esa presencia simultánea del electrón en diferentes puntos del espacio.

¿Y nosotros no somos electrones?
Estamos hechos de un cuatrillón de millones de electrones. La probabilidad de encontrar un electrón en diferentes sitios es grande, pero la de que nosotros, precisamente por estar hechos de tantos electrones, nos comportemos como cuánticos, es pequeña.

Las cosas ya existen, tal vez es que simplemente no somos capaces de verlo.
Sí, señora; de hecho, la cuántica empezó diciendo que el electrón era cuántico, luego el protón, el neutrón, el átomo, y ya estamos trabajando con objetos que contienen millones de átomos y que son cuánticos.

¿Qué tipo de objetos?
Corrientes eléctricas que tienen miles de millones de electrones que circulan simultáneamente en dos direcciones. Usted y yo podríamos ser cuánticos milésimas de milésimas de millonésimas de segundo, pero nuestro ojo no lo puede ver.

¿Qué otros hechos experimentales han pasado de la ciencia ficción a la realidad?
Un sólido esta lleno de pequeñas brújulas que si intercambian su orientación de forma independiente lo único que hacen es calentar el sólido, pero si todas lo hacen a la vez de forma coherente, emiten luz.

¿Tiene alguna metáfora a mano?
Si todos los trabajadores de La Vanguardia miran hacia el norte y se giran de forma aleatoria no pasa nada, pero si se giraran todos a la vez se produciría un rayo de luz. Demostrar eso sería una revolución.

Tal vez cuando seamos biónicos...
Eso lo cambiará todo. Cuando todavía no hemos sido capaces de replicar la vida en la Tierra, estamos metidos en la aventura de buscar una nueva especie, la combinación del hombre y la máquina.

¿No le parece que por fortuna estamos superando el determinismo genético?
Sí, porque es un poco limitante. Todos los humanos compartimos el 99,9 del genoma, pero usted y yo somos completamente diferentes, o sea, que hay mucho más que genética, y todo eso está en el cerebro, donde tenemos mil billones de conexiones neuronales que no caben en el material genético.

¿Cómo se forman esas conexiones?
Con nuestra experiencia y creencias, y, en ese sentido, creo que cuanto antes nos liberemos del corsé del determinismo genético, más posibilidades tendremos de sentirnos felices y poderosos.

Mucha ciencia, mucha ciencia, pero nos llevamos peor que las hormigas.

Hay un economista italiano llamado Cipolla que dice que entre los malvados, que son los que hacen el bien a sí mismos y el mal a los demás, y los estúpidos, que son los que se hacen mal a sí mismos y a los demás, los segundos son los peores porque los malvados por lo menos hacen el bien a alguien.

¿Cómo se explica el sentido de la vida?
La vida tiene sentido en función de unos ideales y unas creencias, y unas vivencias que se correspondan. Cada uno tiene un sentido de la vida propio en función, a fin de cuentas, de las sinapsis que son capaces de generar las neuronas en su cerebro.

¿Qué merece la pena en la vida?
Los seres vivos somos sistemas abiertos, si estuviéramos solos moriríamos. Vivir es relacionarse, y puestos a relacionarse, mejor hacerlo bien que mal.

entrevista de Imma Sanchís a Javier Tejada, doctor en Físicas, físico experimental y catedrático de la UB

2 comentaris:

Anònim ha dit...

Molt interessant l'entrevista. Sí , sí.

Bona nit.

Anònim ha dit...

Doncs si, quasi totes ho son.

bon día !