Son las 7.45 y de aquí 45 minutos sale el tren. Corriendo, sales de casa a las ocho en punto para coger el metro que te ha de dejar casi a pie del tren. Abres el bolso para comprobar si la T10 sigue ahí. Al introducirla en la máquina sale disparada sin equivocarse porque los diez pases de que dispone se han agotado. Podría haberse acabado ayer, hoy, has de aprovechar los segundos y cualquier casualidad en contra significa un descalabro. Por fin estas en el metro camino del Passeig de Gràcia. Vuelves a mirar el reloj porque te da la sensación que hoy el metro avanza parsimonioso. Son las 8.17 y aún estás en Lesseps. Por fin llega el metro a su destino y tu sales driblando cuerpos que a esta hora son muchos . Hoy, no tienes tiempo de mirarles la cara ni sus bolsos o mochilas, cosa que haces casi siempre por aquello de adivinar si alguno de ellos podría ser sospechoso. ¡Menuda tontería! O no. Sigues corriendo al subir por las escaleras mientras piensas que de aquí unos años estas escaleras se te harán imposibles pero ahora aun puedes escalarlas deprisa. Mucho más deprisa de lo que lo hacen la mayoría que parece no tener prisa, hoy. A llegar a la maquina expendedora de billetes hay dos personas en cada máquina menos en una y a esta te diriges pensando que será la más rápida. Pero, resulta que en esta solo hay una persona y es alguien que no ha sacado antes un billete de tren por este sistema y después de dos largos minutos, te pregunta como hacerlo. Rápidamente, le respondes mientras la maquina que está justo detrás queda libre. Te diriges a esta y sacas el billete no sin dificultades porque éste maldito billete de cinco euros se resiste a entrar y tiene muchas arrugas. Hace demasiado tiempo que va de mano en mano y de billetero en billetero y como es natural, se resiste a pasar por el tubo, aunque por esta vez, lo ha hecho al fin. Corriendo, también, vas en busca de la Vía 2 que es la vía adecuada en esta ocasión y esperas a tu tren. Ya te sientes tranquila. Antes de tu tren, pasan tres más en pocos minutos y tienes por fin tiempo para detenerte a observar algo. Esta vez, tu victima son las escaleras de los trenes. El ultimo que pasa antes que el tuyo es regional y, observas que la escalerilla para subir y bajar de este tiene más de 60cm de altura. Ves bajar y subir a las personas, todas más bien jóvenes que a saltos lo logran. Te preguntas como lo harías para subir y bajar de aquel tren de aquí unos años, cuando las escaleras se conviertan en un mundo y los peldaños que las forman sean tan impertinentes como estos. O como lo hubiera hecho alguien con un pie escayolado, o con un bebé en su cochecito. Recuerdas, que hace poco conociste a un ingeniero que según su esposa, diseño los trenes que ahora ves pasar y al que estuviste a punto de dirigirte pero no hiciste por aquello de siempre, la timidez o la prudencia, o las dos cosas juntas. Llega tu tren, subes y si no hay contratiempos sabes que en 45 minutos estarás en tu destino. Fue allí, precisamente, en la estación de Cardedeu antes de dirigirte a Barcelona , que fuiste testigo de cómo tropezó el cochecito de una mujer que por suerte, iba vacio. La madre tuvo la precaución de coger al bebé en brazos y un chico joven la osadía de recoger en un plis- plas el cochecito que había quedado entre la vía y el tren. Un buen susto, nada más . Entonces, pensaste en escribir al respecto pero no en escribirlo en un bloc o en un foro, si no en un papel o mail dirigido a RENFE, o al responsable de infraestructuras y transportes. Tampoco lo hiciste. Un día, para ti, estas escaleras se harán un mundo y su dificultad, insuperable. Hoy, para algunos ya lo es, así que vas a escribir hoy para ver si mañana alguien decide observar, escuchar y hacer las cosas universalmente bien.

2 comentaris:

Gallium ha dit...

Enhorabuena por el relato, me ha gustado mucho. Pero veo que gozas del conformismo e inmovilismo que tan bien caracteriza a la sociedad actual. Recuerda a Martin Luther King o al propio Gandhi , que lucharon por los derechos de colectivos discriminados por diversas razones. Puedes llegar a ser la gran heroína que luchó por los derechos de los discapacitados. Los libros de historia te están reservando una página.

¡Manda el mail!

Saludos.

rosa ha dit...

Lo escribí, lo escribí ! Pero, comparar mis inquietudes a las de Luther King, me parece excesivo. Así que una vez escrito, sé, que es improbable que trascienda. Aqui si hay resignación.

gràcies, Gall.