La autentica literatura es algo más que juntar palabras con sentido. No es complicado juntar estas palabras, darles un sentido y además disfrutar o sufrir, a veces. Ello, demuestra que es más que un deseo de expresarse lo que hay detrás, aunque para hacer literatura es obligatorio algo más. Es útil haber leído mucho y es útil, sobre todo, haber escuchado y mirado mucho para conseguir que lo escrito se eleve al nivel de literatura.
Aquí mismo, hice alusión a la noche de Sant Joan. Hoy, cuando la mayoría de personas nos hemos olvidado casi de ella, alguien la recuerda haciendo uso de las palabras y transformándolas en autentica literatura. Los pocos petardos que han sonado, han explotado y desparramado su fuerza más allá del límite previsto. Las burbujas del fresco cava que ha escarchado nuestra garganta, aunque efímeramente, aún desprenden su efecto mágico y travieso hasta hoy:


…Amb les mans a la butxaca i el cigarret penjant als llavis, em perdo pels anys ’50. L’airet i l’olor a pólvora, el perfum de les plantes, el quisso que ve a ensumar-me les cames, les musiquetes i que ja s’està fent de dia… Avui dormiré amb la porta oberta per que corri l’aire, a l’antiga, com en aquells anys en que Eisenhower era President i el món era més ingenu i més confiat… (Otger Miralles)


En tiempos de crisis, es de sobras sabido, que todo ha de durar más allá de lo que dicen las etiquetas y los impulsos. Estaría bien, racionar las proteínas que consumimos en exceso, el aceite que mal gastamos tanto como el agua o la gasolina. Sería conveniente andar más y hacerlo más lentamente para poder observar a nuestro paso lo que hay en éste andar. También, podríamos ahorrar palabras para cuando las necesitáramos de verdad, y a poder ser, conservar los bellos recuerdos, usarlos y estirarlos como si fuera la masa del añorado pan que hoy, ya no honra nuestra mesa. Ensancharlos, extenderlos, aumentarlos y desarrollarlos y de los mismos crear otros diferentes para que cobren fuerza y ennoblezcan las memorias, las mesas y cualquier obra.