No sé si se trata de los nervios, del talante inquieto o del sentido exigente de los socios del Barça lo que llevó a originar la consulta de los socios para que la moción de censura fuera adelante o no, solo sé que del total de socios que ayer votaron, ganó en amplia mayoría el SÍ a la moción, pero no con suficiente mayoría para que esta se llevara a cabo. Laporta, apeló a la democracia para tomar la decisión de finalizar sus dos años de mandato y no dimitir como algunos esperaban tras los resultados negativos. También apeló a la responsabilidad y tres veces lo hizo a la coherencia.
La coherencia, según mi opinión, bien pudiera haber sido interpretada por muchos socios al revés: Dimisión (por no tener un amplio y claro apoyo) Pero ya sabemos que no está de moda tomar decisiones drásticas, ni mucho menos aceptar que has sido motivo de incomodidad y responsable de errores irreparables. En éste país, dimitir, es interpretado como una renuncia o una resignación hacia un hecho, y no se ve como una cesión simplemente en la que el protagonista pone a disposición su mandato y responsabilidad a la espera que éste sea avalado nuevamente o substituido en aras a restaurar un equilibrio perdido (aunque sea infundado). El que dimite, normalmente, demuestra más confianza y valor que el que se aferra a su cargo pero el que no dimite, demuestra así dos cosas sin discusión: Una, que es muy persistente, valor bueno o malo q depende del fin que lo motive. Otra, que nunca ha visto en el término, dimisión, un valor positivo.
Para mi, el que no valora una dimisión en tiempo de conflicto cuando ha generado una inquietud en un amplio número de personas que son reclamadas a dar su opinión y lo hacen, no comprende exactamente lo que tienen detrás, o si lo hace y le importa un pito. Y detrás tiene una mayor responsabilidad porque al reto pendiente con el que no ha sabido cumplir en su día, se le añaden los que han de venir.
Nadie dice que mandar sea cosa de débiles, pero dimitir (ceder), tampoco lo es.
La coherencia, según mi opinión, bien pudiera haber sido interpretada por muchos socios al revés: Dimisión (por no tener un amplio y claro apoyo) Pero ya sabemos que no está de moda tomar decisiones drásticas, ni mucho menos aceptar que has sido motivo de incomodidad y responsable de errores irreparables. En éste país, dimitir, es interpretado como una renuncia o una resignación hacia un hecho, y no se ve como una cesión simplemente en la que el protagonista pone a disposición su mandato y responsabilidad a la espera que éste sea avalado nuevamente o substituido en aras a restaurar un equilibrio perdido (aunque sea infundado). El que dimite, normalmente, demuestra más confianza y valor que el que se aferra a su cargo pero el que no dimite, demuestra así dos cosas sin discusión: Una, que es muy persistente, valor bueno o malo q depende del fin que lo motive. Otra, que nunca ha visto en el término, dimisión, un valor positivo.
Para mi, el que no valora una dimisión en tiempo de conflicto cuando ha generado una inquietud en un amplio número de personas que son reclamadas a dar su opinión y lo hacen, no comprende exactamente lo que tienen detrás, o si lo hace y le importa un pito. Y detrás tiene una mayor responsabilidad porque al reto pendiente con el que no ha sabido cumplir en su día, se le añaden los que han de venir.
Nadie dice que mandar sea cosa de débiles, pero dimitir (ceder), tampoco lo es.
Se olvidaron de los Derechos en la Declaración de los Derechos del Hombre: El de contradecirse y el de marcharse (Baudelaire)
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