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Estaría bien recordar esto más a menudo, pero, no siempre porque sería muy estresante y recelaríamos de todo y todos. Más vale reconocerlo de vez en cuando, cuando una tragedia nos sacude el ánimo o cuando tengamos tiempo de sobras para pensar. No hay que olvidarlo porque es un mensaje que nos ayuda a disfrutar de las pequeñas cosas y porque nos hace pensar en la muerte como algo natural. Tan natural como vivir.
Esta madrugada, mi sobrina ha tenido un accidente en la carretera de Granollers. Ha sido un accidente grave porque los dos coches han resultado siniestros totales, pero leve porque sus ocupantes han sufrido lesiones leves. Tres personas implicadas en un mismo accidente y tres personas que hoy deben pensar que viven de milagro porque en una carretera fácil, cómoda y relativamente ancha, topar frontalmente. también se puede considerar un milagro. En las carreteras como ésta, no deberían ocurrir este tipo de accidentes. Si ocurren, es porque uno de los dos implicados hace algo que no debería de haber hecho y conduce un coche que le viene grande. Los ocupantes del golf, eran dos chicos jóvenes y sin dificultades económicas que aun sin estar completamente ebrios, al menos el que conducía, no sabe medir las distancias y no controla lo que tienen entre sus manos. Debería haber conducido un panda, o uno de los antiguos dos caballos. ¿A qué padre se le ocurre regalarle a su hijo un coche tan potente a esta edad? Y, aunque regalar un coche no sea los más indicado cuando nuestros hijos tienen, 19, 20 o 22 años de edad, si quieres regalárselo, hazle pagar la gasolina, el seguro y el impuesto de circulación, al menos. Al menos, sabrá lo complicado que es mantener un juguete de estos que nos llevan a donde nos da la gana. Al menos, sufrirá por estar sin él por culpa de ir haciendo el animal por estas carreteras de Dios. Y si tiene la suerte de salir casi ileso en un accidente, abrázalo. Dale un fuerte abrazo cuando llegue a casa vivo pero recuérdale al día siguiente que el próximo coche, si llega, llegará con esfuerzo, llegará con esfuerzo, sudor y alguna lágrima (suya) Y no antes. Ya lo decía mi abuela: "Más vale que lloren ellos que tú"


2 comentaris:

Anònim ha dit...

La muerte siempre llega sola y sin avisar. No tenemos el poder de manejar sus idas y venidas , pero eso sí, sí podemos controlar nuestra vida para que esa "condenada" llegue lo más tarde posible.

Resulta patético y del todo irresponsable regalar cochazos a los más jóvenes cuando éstos apenas saben caminar por propio pie en la vida.

Desde luego no quiero decir que todos los jovencitos sean unos petardos sin cabeza, no, claro que no, pero antes de manejar un coche que les venga grande, deben aprender primero a valorar por ellos mismos lo que cuesta el dinero y, como no, lo que vale una vida, su vida y la de los demás y para ello es indispensable contar con el factor tiempo.

Me alegra que tu sobrina se encuentre bien y que todo haya quedado en un susto, sustazo grande y economico tambien, pero primero toca la vida, los temas materiales ya encontrarán su tiempo después.

Un beso.

Beatriz.

Anònim ha dit...

Lamentablemente, los accidentes de circulación son el pan de cada día.

gracias por tu comentario, Beatriz
Bon dia. besos


rosa