Si los lujos, estuvieran al alcance de todas las personas, dejarían de serlo. Está bien que el Ritz, que el caviar, que un champán francés, que un masaje en polvo de oro o, un piso en Pedralbes sean un artículo de lujo. Y está bien que ordeñar una vaca, recoger los huevos de una gallina que acaba de poner y saborear un guisado de rabo, sean cosas que un rico no logra disfrutar normalmente. Una, nos hacen pensar que hay personas que viven estas cosas y que al menos, nos ofrecen un panorama visual un poco más alegre. Dos, creo que el hecho de poner en práctica ciertos lujos de forma rutinaria, concluye, a la fuerza, en desear ardorosamente cosas distintas. Nunca he envidiado los lujos porque he creído que yo poseía algunos y que a cada uno le corresponden algunos otros.. De lo que se puede determinar que el lujo no es malo ni es bueno, es simplemente algo que no obtenemos normalmente y los ricos, los que disponen de cosas que no son alcanzables para las mayorías, también sueñan en las cosas que no tienen habitualmente. No hay que envidiar ciertos lujos por no poder alcanzarlos, habría que convertir las cosas que alcanzamos en un lujo. ¿Cómo? Sencillamente, tratándolas con dignidad y saboreándolas con cariño.