la semilla está en la discordia



 Aunque la política y hacer política sea una concepción, en principio, honorable y necesaria, no todo es política, ciertamente. Por suerte, a los ciudadanos de un determinado sitio, sea pueblo, ciudad o nación, nos representan personajes diversos alejados en su afán del politiqueo. En Catalunya, por poner un ejemplo que conozco, hay muchos cocineros-as, que se han ganado un prestigio con amor a su trabajo y han sido reconocidos. Los hay también, que no han sido condecorados con ninguna estrella y no han puesto en su labor menos ilusión, esfuerzo y gracia. Y los hay que aún habiéndola recibido, son cuestionados, como por ejemplo, el recién premiado Celler de Can Roca. Puede que los que no incidan directa y manifiestamente, no hayan servido a famosos ni a periodistas influyentes; puede que los periodistas que hayan comido en estos lugares, hayan tenido que pagar la cuenta, o dieran merito a otros movimientos; puede que hayan preferido pasar desapercibidos para vivir más tranquilos y gozar de la libertad que concede el anonimato…Puede, puede, puede…Hablamos de cocina, pero cualquier sector sirve de ejemplo: artistas; arquitectos; maestros, diseñadores, médicos, etc. Los que han ayudado a que su lugar sea conocido internacionalmente, son los que han sido reconocidos con premios y honores, queda claro. Pero no sería suficiente con ellos, para que el lugar en cuestión, estuviera en el ojo del prestigio. Ellos, son la elite del lugar, pero la élite, sola, no es nada, esta va donde hay interés, nunca se instala, dirige o crece donde hay ceguera e indolencia. Así, entiendo, que la élite además de merito es causalidad y ésta, es producto de otras circunstancias que anónimamente, sin honores pero con empuje, la han apoyado. No creo en los héroes. Al menos, no creo en superhombres (o semidioses) en la época que me ha tocado vivir. Todo es circunstancial. A unos, les florece la creatividad, a otros el oportunismo y a otros la lógica. Unos están en el lugar que les corresponde y otros ni los ves. Y la mayoría, observamos con admiración o envidia, con negligencia o exacción mientras esperamos, apoyamos, o maltratamos todo cuanto destaca. Un pueblo, una ciudad o un país, es mucho más que su política, es su intención, su espíritu y su dignidad. Es lo que algunos ignoran o reconocen y, lo que muchos descuidamos o sustentamos.