raons que rimen



No em parleu d'una tristesa, la vinguda de l'hivern, creieu que és el final quan res no pot  esboirar ni els somnis que heu somiat, ni una esperança oblidada, i em dieu que voleu restar amb mí que voleu ser els meus amics i us pregunteu on anem? on hi ha un vers, una raó? I no podeu acceptar que és temps de recomençar, de ser tan clars com els infants, d'estimar-nos, perque no som uns extranys. Jo tinc les flors i els infants per germanes i germans, el seu somriure ample i sincer alegra un dia plujós. Com la música suau d'una tarda vora el mar, son promeses d'un futur que esdevindran realitat. Quan s'enfonsen les ciutats i hem de desertat de ser lliures, el sol es pon aviat i sents fred i et sents cansat.

Està escrit en els deserts i en el cor de tots els homes, en les mans i els pensaments dels qui es fan com els infants Només els qui es fan com ells retrobarán la llibertat. Jo tinc les flors i els infants per germanes i germans, el seu somriure ample i sincer alegra un dia plujós. Com la música suau d'una tarda vora al mar, son promeses d'un futur que esdevindran realitat



A mitad de un paseo



Retienes entre tus manos y solicitud uno de los libros de Walser después de prestar atención a otros, algunos históricos, de arte o ficción. No lo has comprado a pesar de estar tentada a hacerlo. No puedes hacer caso a los impulsos que te invaden cuando entras en una librería, porque cualquier historia te atrae a priori. El tiempo para leerlos, es lo de menos, porque has acumulado montones de libros aun por abrir o acabar de leer, pero, tenerlos apilados en alguna estantería o encima de la mesita de noche, dispuestos para cuando se te antoje, además de cada vez que te ausentas de casa, llevarte alguno, es el complemento vital. Llevarlo en la maleta o el bolso te hace sentir segura y simboliza el fin de un consumado equipaje. No compraras nada, porque desde ayer, otra vez, sientes el síndrome de abstinencia que te invade cada vez y cada año antes del día 25 por rebose y que dura por detrás bastante más días. Ya habrá tiempo y a tu bolsillo le conviene un longo sosiego. Solo te paras a mirar.

En la librería, casi todos dan vueltas alrededor de los miles de libros pulcramente ordenados, tocándolos, como lo haces tú, abriéndolos e intentando asimilar en pocas palabras su contenido y descubrir su escondido propósito. Al final, la prisa, ha quedado fuera mojándose y quedará al azar o vendrá a la memoria alguna recomendación que te harán decidirte por uno o por el otro, más que lo que descubras en las quince líneas que acabas de leer y, teniendo en cuenta la lluvia que aún sigue cayendo afuera, incisiva y constante, estar en el regazo de este formidable paraguas que resguarda millones de palabras e ideas de las que puedes apoderarte a cambio de un simple gesto, es el mejor lugar para estar y la mejor compañía que puedes escoger.

De Walser, dicen muchas cosas, una, que no corregía sus escritos y que iba abocando palabras sin levantar la vista hacia lo anterior de manera incansable. Todo lo que han recogido de este escritor bernés los libros que tienes a disposición, enfoca a personas o situaciones superfluas, cotidianas, y se fija en detalles minúsculos, fruto de sus largos paseos a los que nunca renunció hasta que le sobrevino la muerte en uno de ellos en medio de un gélido paisaje. Walser, como el doctor Passavento, estaba dispuesto a desaparecer entre aquella multitud que lo abrigaba cada día cerca de su lugar de residencia, un sanatorio mental.

Sales de la librería saltándote el propósito,  con un libro que no es de Walser porque este autor solo te interesa a ti aunque te perturbe el equilibrio, a veces. El libro que adquieres es sobre arte y a ti te importa poco, o más bien, lo comprendes menos que a Walser y no serias capaz de leerlo. Tu presente esperará dos, tres semanas o quizá un poco más. Hay que leerlo sin diligencia, dejándose llevar al compás que el autor imprime y que solo él sabía, exactamente, cuál era, porque al fin y al cabo, se trata de un personaje que intentaba desaparecer entre demencias y en estas  pequeñas ranuras, microscópicas, a veces, para decir todo aquello que casi nadie podemos, queremos o sabemos explicar porque no implica ninguna conclusión ni espera ningún apruebo o rechazo. Solo existen porque Walser existía casi impalpable, entre partículas invisibles a los ojos de muchos y dedicaba su tiempo, incontable, frágil, y por fin, infravalorado, a transcribirlas.


Los niños son celestiales porque siempre están como en una especie de cielo. Cuando se hacen mayores y crecen, se les escapa el cielo, y caen desde la infancia a la seca y calculadora esencia y a las aburridas concepciones de los adultos. Para los niños de la gente pobre, el veraniego camino rural es como un cuarto de juegos. ¿Dónde habrían de estar si no, cuando los jardines les están cerrados con egoísmo? Ay de estos automóviles que pasan, que atraviesan fría y malvadamente el juego de niños, el cielo infantil, de tal modo que esos pequeños seres humanos corren el peligro de ser aplastados. No quiero tener el horrible pensamiento de que un niño sea realmente arrollado por uno de esos toscos carros triunfales, porque si no la ira me induciría a expresiones groseras con las que, como e sabido, nunca se consigue gran cosa “


A la gente que va levantando polvo en un rugiente automóvil les muestro siempre mi rostro malo y duro, y no merecen otro mejor. Piensan entonces que soy un vigilante y policía de paisano, encargado por elevadas autoridades de vigilar a los conductores, tomar el numero de sus matriculas y denunciarlos después. Siempre miro sombrío a las ruedas, al conjunto, y nunca a los ocupantes, a los que desprecio, en modo alguno de forma personal, sino por puro principio; porque no comprendo ni comprenderé nunca que pueda ser un placer `pasar así, ante todas las creaciones y objetos que muestra nuestra hermosa Tierra, como si uno se hubiera vuelto loco y tuviera que correr para no desesperarse miserablemente. De hecho, amo el reposo y todo lo que reposa. Amo el ahorro y la moderación y soy contrario en el nombre de Dios en lo más hondo de mi ser a toda prisa y atosigamiento. No tengo que decir nada más que lo que es verdad. Y seguro que por estas palabras no dejará de haber automóviles, con ese mal olor que echa a perder el aire y que sin duda nadie estima y quiere especialmente. Seria antinatural que la nariz de alguien amara y aspirase con alegría lo que para cualquier nariz humana, como es debido es a veces, según quizás el humor de que se esté, irritante y aborrecible. Basta ya, y no lo tome usted a mal. Y ahora a seguir paseando.


Fragmento, del Paseo. Robert Walser.

Loteria y premio

No sé si parecerá lógica la siguiente reflexión, o de mal augurio, pero, las estadísticas dicen que a muchos de los que les ha tocado la lotería les ha cambiado la vida a peor. Hace poco un reportero de radio fue a vistar a algunos de los afortunados hace años y quiso entrevistarlos. Le rogaron que no lo hiciera, ya que podría evidenciar muchas calamidades que han venido tras la suerte de un determinado día 22. Es evidente que el dinero soluciona los problemas económicos, aunque nadie puede asegurar que no comporte otros. Algunos, derivados de sentirte, de repente, rico. Suena bien, en principio, porque te imaginas adquiriendo todo aquello que no has podido comprar o te imaginas haciendo, todo lo que no te has podido permitir, pero hay un riesgo, como en cualquier ventaja. Y es el de no dar prioridad a lo que verdaderamente es necesario. Serás de repente, un sobrevenido mecenas y te harás conocedor de una serie de dramas personales que antes no sabias ni que existían. O puede suceder que se te acerquen chupópteros para que inviertas en cosas que te ofrecerán como seguras y rentables. Los he conocido, también, que se han dedicado a invertir más en su trabajo u oficio y con ello, han adquirido más responsabilidades que tranquilidad. Cierto es que hay personas que han sabido llevar este cambio circunstancial en su vida y han seguido su con ella tal y como era hasta entonces y nadie se ha percatado de que se habían hecho millonarios de la noche al día. El dinero que cae en la lotería, imagino, que es como cualquier sorpresa que te ofrece la vida. Canalizarla de una forma u otra, es asunto que no requiere dinero, si no atención y sensatez. Si alguien no lo ha tenido nunca, es difícil que le aparezca al mismo tiempo que le asoma el dinero. Por mi parte, siempre he pensado que era mucho más fácil vivir rodeada de personas que tuvieran solucionada la parte económica que ser rica y estar rodeada de gente con penurias de dinero. La primera situación, es un desafío. Y este consiste en saberte ambicioso o conformista, envidioso o resignado. Y sobre todo, te ofrece la contingencia de no ser envidiado por nadie. La segunda, te ofrece muchos más problemas, y el principal es saber controlar tus impulsos y emociones para que de entrada, no te de un infarto. El siguiente, es tener que preocuparte por nuevas cosas que hasta ahora no existían y administrar algo que de momento, desengañémonos, nos viene grande. No es lo mismo nacer rico que hacerse millonario después de toda una vida de precaria economía y asumidas privaciones. Por otro lado, te sorprenderás de lo complicado que es tener dinero mientras lo tengas: Sonará más el teléfono; tendrás que sentarte en el despacho de gestores o directores de banco a soportar sus aburridas proposiciones y sus increíbles propuestas; tendrás que pensar en guardarte el dinero bajo el colchón, con el riesgo de ser asaltado por avispados ladrones o meterle en un banco de sospechosa integridad. Tendrás que empezar a entrenarte en la maña de jugar a la bolsa o hacerte con el riesgo de invertir en vivienda. Tendrás que decidir a quién regalas un poco y a quien pasas de largo; tendrás que decidir cuáles serán las primeras vacaciones que harás sin miserias y renovar tu armario además de ser a partir de hoy, el que pague siempre la cuenta del restaurante; y lo más importante y complicado, tendrás que decidir si sigues trabajando o por fin vas a dedicarte a lo que has envidiado tanto tiempo de otros: la dolze vita. ¿Creéis que es fácil ¿ Pues eso, que nadie crea que tener dinero es un chollo, muchas veces, es y ha sido el principio del caos; el principio del conflicto y el final de los sueños e ilusiones. Tenlo en cuenta. A pesar de todo, el día de hoy es la ilusión de muchas personas y esto nadie lo puede echar por tierra. Aunque, después de hoy, pensémoslo, queda al menos, otro año de tranquilidad por delante y de seguir siendo alguien que sueña con una vida mejor que ignora, pero desea. Un potencial de imaginación y fantasía de docilidad ilimitada.

FUM, FUM, I FUM

A menudo, no consigo concretar las ideas cuando desearía expresar mucho. Sucede, cuando se amontonan éstas y las ganas de refutarlas. Otro año al bolsillo y los argumentos se entremeten y es difícil escoger cual es el que hay que sostener. Nada tiene que ver la ley que prohíbe los toros en Catalunya con la renovada ley de sucesiones. Una, es una doblez, la otra, una trampa. Nada tienen que ver estas dos con la nueva ley que supuestamente ampara a los autónomos. Esta última es una procesión de despropósitos, sin más. Ni tampoco nada tiene que ver, la arruinada cumbre de Copenhague con lo anterior escrito, aunque es la máxima evidencia de lo absurdo de las demás. Seguiremos sufriendo de leyes estúpidas mientras no nos reconozcamos estúpidos. Seguiremos sufriendo leyes simples explicadas con mucho retumbo mientras estemos regidos por la simpleza y el descaro. Quizá si tenga un poco que ver mi caos mental con todo esto. Estoy donde no quiero estar y no hallo explicación al por qué se puede perder el tiempo en resolver asuntos de precaria circunstancia, mientras los de más elevada eminencia, siguen suspendiéndose al azar entre la apariencia y la cobardía. Estoy donde no quiero estar porque ya he estado una, dos y tres veces y reconozco el paisaje. Y ya no aguanto a Carod ni a Obama, aunque un día elevaron mi ánimo hacia la expectación, hoy, son el testimonio de que todo está en nuestra imaginación y nada prometido es estimable. Belén, es la reina del televisor y Leticia la futura de España. No ha cambiado nada en el fondo de cuando yo era una niña. La tecnología, como la cirugía, han avanzado un siglo y la sabiduría ha retrocedido el mismo periodo. Sabemos más de los que nos confunden y menos de los que nos aportan. Antes, en las portadas exhibían Grace, o a Sara. Ahora, son Leticia o la ex de Ubrique. . No han cambiado en absoluto los principios, han cambiado los protagonistas y las movidas. Todas, de sospechosa intención y de muy baja ambición. Lo demás, sigue aislado, desechado y muy disimulado, casi, para que no podamos apreciarlo e inducido a desaparecer olvidado entre la astucia y el desprecio. Hoy, están a gusto los que tienen premio extra, como ha sido en toda la historia de la humanidad, o los que tienen aún confianza. Somos, mejor reconocerlo, Passaventos. Sueños de grandeza o sueños de baja cota. Individuos soñadores que al final, se transmutan o desaparecen. De momento, no hay terreno para el templo de la prosperidad porque seguimos retocando el tejado cuando tiemblan los cimientos y nadie osa descender ni un centímetro. Todo está por resolver y el tiempo corre mientras cambian bagatelas y las importancias, esperan. . .


Y después de todo esto, no sé explicar qué significa este escrito, en realidad. Una confesión, un despropósito o una evasiva, quizá. Como la Navidad, que asoma de nuevo como pretexto, con Papa Noel o los Magos, con bajas y con altas, con más luces que neuronas. Con la esperanza vacía de quimeras y la nevera llena de potenciales manjares.

. Bon Nadal a totes i tots !

Zaragoza


Hace mucho frio en Zaragoza y una tupida niebla la esconde pasados los Monegros. Al mediodía de un viernes, queda poca gente transitando por las calles de la ciudad. Los comercios han cerrado hasta las cinco de la tarde y todos se apresuran hacia sus casas a comer, o al restaurante próximo a su puesto de trabajo. Zaragoza, es una ciudad invariable que no quiere despertar deprisa. En la calle, azota el frio y en los lugares calienta la conversación y la cordialidad de sus habitantes. El cierzo fustiga cualquier parte del cuerpo que se halle al descubierto y es casi un deber después de una hora de andar por sus calles, cobijarse en alguno de sus muchos cafés o bares. Al hacerlo, la temperatura se transforma con la ayuda de un café, un chocolate caliente y un cigarrillo. En Zaragoza, el frio es penetrante y los bares son un refugio y en los refugios no hay normas. Puedes fumar en la mayoría y nadie te mira extraño. En los refugios de la ciudad es normal ver a gente joven reunida alrededor de una mesa y también a gente mayor. Todos hablan de política aunque a nadie le importa, en realidad. La ciudad de Zaragoza huye del tranvía, del frio y de muchas normas. En casi todos los bares se puede fumar y las señoras más excelsas se protegen del intenso frio bajo sus abrigos de pieles de zorro, visón o astracán. Estar dos días en Zaragoza es estar unos días bordeado por su magno río, por su enorme y armoniosa catedral, por el frio y de tu `pasado. Pasado, en el que había más amabilidad que urbanidad, más calor que recelo, más buen humor que buena ventilación. Zaragoza, es el Ebro, es su fruta escarchada, es la Seo y su Pilarica, pero, también,  es pasado y guarida al caer la temperatura.