A menudo, no consigo concretar las ideas cuando desearía expresar mucho. Sucede, cuando se amontonan éstas y las ganas de refutarlas. Otro año al bolsillo y los argumentos se entremeten y es difícil escoger cual es el que hay que sostener. Nada tiene que ver la ley que prohíbe los toros en Catalunya con la renovada ley de sucesiones. Una, es una doblez, la otra, una trampa. Nada tienen que ver estas dos con la nueva ley que supuestamente ampara a los autónomos. Esta última es una procesión de despropósitos, sin más. Ni tampoco nada tiene que ver, la arruinada cumbre de Copenhague con lo anterior escrito, aunque es la máxima evidencia de lo absurdo de las demás. Seguiremos sufriendo de leyes estúpidas mientras no nos reconozcamos estúpidos. Seguiremos sufriendo leyes simples explicadas con mucho retumbo mientras estemos regidos por la simpleza y el descaro. Quizá si tenga un poco que ver mi caos mental con todo esto. Estoy donde no quiero estar y no hallo explicación al por qué se puede perder el tiempo en resolver asuntos de precaria circunstancia, mientras los de más elevada eminencia, siguen suspendiéndose al azar entre la apariencia y la cobardía. Estoy donde no quiero estar porque ya he estado una, dos y tres veces y reconozco el paisaje. Y ya no aguanto a Carod ni a Obama, aunque un día elevaron mi ánimo hacia la expectación, hoy, son el testimonio de que todo está en nuestra imaginación y nada prometido es estimable. Belén, es la reina del televisor y Leticia la futura de España. No ha cambiado nada en el fondo de cuando yo era una niña. La tecnología, como la cirugía, han avanzado un siglo y la sabiduría ha retrocedido el mismo periodo. Sabemos más de los que nos confunden y menos de los que nos aportan. Antes, en las portadas exhibían Grace, o a Sara. Ahora, son Leticia o la ex de Ubrique. . No han cambiado en absoluto los principios, han cambiado los protagonistas y las movidas. Todas, de sospechosa intención y de muy baja ambición. Lo demás, sigue aislado, desechado y muy disimulado, casi, para que no podamos apreciarlo e inducido a desaparecer olvidado entre la astucia y el desprecio. Hoy, están a gusto los que tienen premio extra, como ha sido en toda la historia de la humanidad, o los que tienen aún confianza. Somos, mejor reconocerlo, Passaventos. Sueños de grandeza o sueños de baja cota. Individuos soñadores que al final, se transmutan o desaparecen. De momento, no hay terreno para el templo de la prosperidad porque seguimos retocando el tejado cuando tiemblan los cimientos y nadie osa descender ni un centímetro. Todo está por resolver y el tiempo corre mientras cambian bagatelas y las importancias, esperan. . .
Y después de todo esto, no sé explicar qué significa este escrito, en realidad. Una confesión, un despropósito o una evasiva, quizá. Como la Navidad, que asoma de nuevo como pretexto, con Papa Noel o los Magos, con bajas y con altas, con más luces que neuronas. Con la esperanza vacía de quimeras y la nevera llena de potenciales manjares.
. Bon Nadal a totes i tots !
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