Proyectos verticales

5-03-2010


No sabes cómo llamarles porque son trepadores de fachadas y no son cuatreros, ni Santa Claus. Desde hace más de un año los ves colgados de unos delgados y fuertes alambres que los desplazan de abajo arriba y de arriba abajo con la misma naturalidad que tu subes las escaleras. En estas edificaciones, están a punto de acabar su trabajo en el que llevan entregados desde principios del 2008, y ya te has acostumbrado a su presencia. Hoy, suben por el edificio de al lado. Van muy bien equipados, cual escaladores del Annapurna, porque en este barrio, el frio es inmutable y el viento sopla sin caridad. Están acostumbrados a trabajar elevados y a la intemperie- comentaba uno de ellos cuando le tocó el turno a tu balcón-. Te sobresaltó un potente estruendo cuando aún no había ni amanecido. Medio adormecida, te incorporaste y enseguida escuchaste que alguien gritaba: “ ¡Juan, tira ya!” Esta exclamación te alivió de la alarma y te hizo caer en la cuenta de que eran los chicos trepadores los que estaban tras la persiana y no unos cacos. Mientras seguías atenta y te desperezabas, te invadieron mil pensamientos que rechazaste inmediatamente por absurdos. Al entrar en la cocina, abriste la ventana y creíste que lo mejor era desearle al muchacho que trajinaba con aquella masa de hierro oxidado, los buenos días y ofrecerle, si lo aceptaba, un caliente café recién hecho. No, muchas gracias-dijo- Y siguió con su trabajo después de explicarte que estaban muy hechos al frio y lo que tu sentías aquella mañana como irresistible, para ellos era normal. Lo viste evaporarse verticalmente, elevando una pierna después de la otra y saltando al vacio confiando en aquel alambre, en su compañero, y sobre todo, en sí mismo.

En dos días acabaron con los doce pisos que hay en el edificio y siguieron en los colindantes. Crees que cuando no les veas trepar más por estas blancas fachadas, los echaras en falta. Ayer, resguardado del fuerte viento que fustiga estos lares, uno de ellos, disfrutaba de unos espaguetis que surgían de una fiambrera que sostenía en sus manos, ahora, sin guantes. Uno de ellos, el que asomo por tu balcón, es muy joven y un plato de pasta lo pone en forma en unas cuantas horas. Juan, es algo mayor y hoy, que no lleva el casco, has podido observar mientras corría a recoger algo que no te has parado a observar, su desconfiada mirada y  su larga melena que le confía la potencia de un Goliat en las alturas. Les queda poco que hacer en este barrio. Ha sido un largo propósito que está punto de finalizar y pronto, no formaran parte de tu espectáculo cotidiano. Cada día, al salir de casa o al volver a ella, los has visto colgados de un sitio o del otro, siempre con su casco de seguridad, su arnés y sus gruesas botas , preparados para ascender o descender, para arrancar o para incrustar lo que dará una nueva imagen a este complejo urbano. Los trabajadores de alturas, se irán a encumbrar otros proyectos y donde un día se estimuló una absurda fantasía, quedarán cientos de negras y flamantes lamas de aluminio.




3 comentaris:

Valle ha dit...

Bonita canción y relajante mientras leo tu post. Como siempre, ya sabes ,escribes de maravilla. Un beso enorme. Valle

Anònim ha dit...

Oño¡¡ se oye la música¡ yo no lo consigo¡


bona nit

rosa ha dit...

gracias por la visita;)

Petons i bon dia