Fuga en Octubre



Hoy he visto angustia en la sabiduría y he decidido correr hacia la simpleza. No sé dónde están sus  límites ni tampoco si los hay. Pero sé que en el camino se respira cierta paz. Alguna vez te mece hasta el sueño más profundo en donde ni lo bello ni lo extraño, ni lo grosero ni lo delicado pueden entrar a perturbar el descanso que cualquiera acaba solicitando. Para caminar por el sendero de Aquella necesitas haber sido entrenado previamente desde la niñez. Y no es mi caso. Un día me acerqué creyendo que en el otro lado estaba la excelsitud.  Incluso osé bañarme en sus aguas e ir a lo más profundo para contemplar sus entrañas, para mí, herméticas y seductoras. Recoveco de Libertad. Más,  al sumergirme, comprendí que me faltaba oxigeno y bracee hacia la superficie. Allí donde nadamos los sincamino. Hacia ninguna parte pero en la fantasía que el mundo no es hostil por naturaleza. Únicamente  es torpe y a veces, muy obstinado.  Es en la  superficie de su abismo, en la corteza de su médula donde puedo ser  siendo de Otros. Y en esta condición, disiparme sin demasiado tormento un día al ritmo que lo hacen los sin-nombre, los sin-voz y  todos los  Sin que han nacido para empujarlo  hacia donde, ignoro, se dirige.