Trazar un punto en mitad del bullicio. Nadie echa en falta lo que no ha estado. Huida por un tiempo porque no existe en lo insurrecto algo que reprochar si no es percibido. Apegos. Impresiones, y ningún orden aporta avenencia, ventaja o tracción. En la cabeza algo está a punto de estallar por culpa del vino, de más vino que espuma frías burbujas, del otro vino y de un postrero coctel que banderillea en la cabeza como un sarpullidlo de abejas necesitadas. El ultimo cigarro insociable. Otro deseo. Ondas. Discordancias. Ganas de entrar y ansias de partir. Apetencia de letras despedidas y malgastadas sobre un blanco mantel. Sed de agua que no regresa cuando ya ha pasado. Somnolencia evaporada en el aire libre de humo y cargado de gérmenes. Incongruencia entre medias verdades. Voces que murmuran. Ecos surgidos de botellas ahora vacías en el suelo. Derroche y duelo de lo innecesario porque siempre pena lo que no hace falta. Vuelta al principio de lo aprendido y nada nuevo cultivado. 12. 2011. 11.55. Descanso. Números. Vals. Disciplina y belleza, juntas, tono de un emblema que sucede cuando todo lo que sucede es un objetivo que ha de acontecer, cuando no hay lugar al descuido. La clave de sol anuncia que un orden no es un castigo, es una disposición alterada para disolver los pecados de labios impuros. Ut queant resonare famuli tuorum laxis fibris. Y dejar en el aire, privado de humo y de bacterias, burbujas que lidian, al fin, purificadas.
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