Al mar


Ninguna letra con sangre entra pero puede colarse por otras vías y nunca sabremos porqué ni cuando despabila el milagro. No nos hacen falta los políticos, rotundamente no. Ellos,  solo nos ofrecen una interpretación aproximada a su idea de la realidad que les proporcionan algunos expertos mercenarios de sus empresas. La realidad, sin embargo, es muy tozuda y siempre acaba emergiendo a pesar de haberla esquivado. Ni los políticos pueden prescindir de esta obstinada dama. Els Manel han irrumpido en un mundo maltratado de realidad y falto de amor propio y lo han hecho con ilusión y sin otra pretensión, imagino. Caly nos ha dedicado a los catalanes  una bella canción de este grupo que pocos entienden pero desearan comprender. De momento, les suena bien, fantásticamente bien, podría decirse. A veces, los fenómenos son tan poderosos que exceden cualquier  discurso. Entender, a veces, solo depende del amor que desprende quien se expresa.

En justa correspondencia a su detalle, ahí va otro de sus grandes temas: Al mar (y traducido)


Paris.Je t’aime moi non plus.

·         No pienses que persigo a nada ni a nadie. Más bien podría explicarse afirmando que algunos temas me persiguen a mí. Por ejemplo, Paris. Paris siempre me ha atormentado por una razón u otra. La necesidad de manifestarla y descubrirla, de imaginarla aún mejor de lo que es, tal vez. Hay muchas personas que no encuentran nada en Paris, o la concluyen demasiado grande, demasiado  profusa, demasiado cara, demasiado hostil. Paris para mí es un refugio o sería un destino claro en caso de tener que huir, o de decidir fugarme un día de locura insalvable. De hecho, ya he dispuesto algunos planes mientras soñaba en hacer planes o soñaba en diseñar algunas coreografías en las que bailo y bailan a mi antojo seres conocidos y desconocidos al ritmo de una música que no escucho pero invento. En Paris se puede escribir sin que nadie sospeche de tus hábitos, se puede pasear en soledad sin que nadie recele de tu aislamiento, se puede conversar con los hombres sin que nadie sospeche  más intención, se puede llevar el pelo a lo garçon  sin que nadie cuestione tu feminidad. Pero lo que más me gusta de Paris son sus terrazas que están en cualquier calle o esquina. Esas mesitas pequeñas y redondas, de viejo mármol cantoneado de oro metal, esas viejas sillas de mimbre  y esos toldos que las cubren del exceso de sol o de lluvia,   que configuran la diligencia de cualquier café, bistró o restaurante en las que se han sentado la resistencia, la utopía y la revolución y  siguen sentándose personas sin aspavientos, charlando, leyendo o fumando con el pretexto de tomar algo.  Me seducen esencialmente y ahora están amenazadas por una nueva aplicación de ley que argumenta que las estufas que las complementan en invierno son contaminantes. Ahora, incluso Paris quiere ser impoluta.  Une folie. Una ciudad nunca puede proyectar la  escrupulosidad. Es ridículo. Las ciudades, no solo Paris, están para librarse en ellas de lo contrario no tendrán razón de existir y serian  únicamente un severo  castigo para sus habitantes. Una ciudad  ha de proyectarse en los excesos y  si alguien pretende librarlas  del dióxido de carbono las condenará en su esencia porque no hay ciudad  atractiva sin exuberancia y consentimiento. Todos estamos condenados a aspirar a la  perfección pero precisamos un lugar para abocar nuestras maldades, antes.  En las grandes ciudades se proyectan las plétoras y a ello vamos los ávidos  y  los insatisfechos. Vamos a contaminarnos de  todo en lo que se ha colmado, y a satisfacer nuestra gula antes de expulsarla a nuestro regreso.  Una gran ciudad necesita pagar el precio de sus máximas,  si no está muerta en vida. Paris me persigue a donde quiera que me dirija, no es el humo, no es el mal vicio de fumar, no es la excusa ni es el rescate, es algo que no puedo explicar de un modo razonado porque tendría antes que desprenderme de mis absurdos planes. En parís. 




Bryan Adams y Luciano Pavarotti

Si no te sacude es que aún no te has despertado:


L'amour est un oiseau rebelle


El amor es un pájaro rebelde
Que nadie puede dominar,
y se le llama bien en vano,
Si él prefiere rechazar.
Nada ayuda, amenaza u oración,
Uno habla, otro se calla:
Y es al otro al que prefiero,
No ha dicho nada pero me gusta.
¡El amor! ¡El amor! ¡El amor! ¡El amor!
El amor es hijo de gitano,
Jamás, jamás ha conocido ley;
Si no me amas, yo te amo:
Si te amo, ¡tú ten cuidado!
            El ave a la que crees sorprender
Batió el ala y voló...
el amor está lejos, puedes esperar;
¡Ya no lo esperas y ahí está!!
Alrededor de ti, rápido, rápido,
Vino, se va, vuelve a venir...
Crees tenerlo, te evita,
Crees evitarlo, te tiene.
¡El amor! ¡El amor! ¡El amor! ¡El amor!


baile de intereses

Manera gráfica de explicar como se puede  ser (o, se ha de ser)  incoherente y estar en el poder. Fíjense en cómo se afirman los pies para no desequilibrar el cuerpo (el estatus). Una mano (cualquiera) recoge de los adoctrinados (votantes), la otra (cualquiera) lo puede hacer de donde caiga. Aunque caiga en la contradicción que les ha situado a recoger de la otra mano.

inspirado en esta noticia:

http://www.lavanguardia.es/internacional/20110304/54123344914/universidades-de-elite-britanicas-iban-a-formar-a-cachorros-de-gadafi.html