Si alguien no ha estado nunca en Paris, le invito a que vaya ver Midnight in Paris. No tengo ninguna duda que Allen está enamorado de esta ciudad. Aunque el argumento os pueda parecer inverosímil, rebatible, extraño, las imágenes de esta ciudad que el director exhibe orgulloso de haber conocido, no pueden dejaros indiferentes. Wody Allen ha descubierto Europa y sus últimas películas son la prenda que lo demuestra. En 2007 empezó el rodaje de Vicky Cristina en Barcelona, parte de Asturias y lo acabó en New York, y ésta seguía el alarde por parte del director de lugares alejados para sus conciudadanos pero muy cercanos a nosotros. Paris, Venecia, Barcelona, ahora en Roma…Y vuelta a Paris. Siempre regresará a Paris porque Paris no se acaba nunca. La misma hipocondría que sufre el protagonista de la película la sentirá de algún modo aquel que haya viajado a Paris antes de pisarla de la mano de un creador que le haya apasionado. La misma emoción que invade al protagonista interpretado por Owen Wilson, que sufre y disfruta, la han sentido aquellos que han ido a Paris tras los pasos (o palabras) de Hemingway, Vila-Matas o Rodin para rivalizarlos o para, simplemente, hacerlos reaparecer. Puede no gustar la película, pero es otra obra de arte situada en el Paris de los años 20 que arranca en el 2011. Con sentido del humor, con irracionalidad, puede que con ironía, el protagonista (la melancolía de quien dirige) se enfrenta a su realidad, a la cruda realidad, a través de distintos personajes que admira y lo hace además, siendo quien es: Un nostálgico que por encima de todo desea vivir. El resto es Paris.
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