He leído un artículo de Monzó que habla de los retratos de políticos adquiridos por distintas administraciones en los últimos tiempos. Su coste ha sido expuesto en una lista que el diario El Economista ha publicado. Al leerlo, me ha sobrevenido algo que deseaba ignorar: Han pasado siglos desde los emperadores, vasallos y esclavos, pero no han cambiado tanto las gentilezas y usanzas. Antes, al menos, tenían un solo discurso, contundentemente claro y totalitario, ahora, tienen dos, el populista, demagógico y alienante, y el intrínseco, adquirido por derecho, cacique y extravagante.
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