Pretexto (II)

La Pereza

Mientras caminas piensas en el equilibrio. Necesitas del equilibrio para andar, para pensar, para saborear un instante. No todas las personas lo buscan, pero para ti es una especie de manía que te ha perseguido constantemente. Es esta maniática búsqueda que te salva de la pereza casi siempre.

No, no pasas el aspirador cada día porque seas la más limpia. Ni masajeas tu rostro cada mañana con una crema protectora de los rayos uva para retrasar la ineludible arruga. Tampoco desayunas un croissant o una magdalena porque les tengas fobia a los bocadillos. Si pasas el aspirador a diario es porque éste precioso suelo de elondo atrae hasta la intención, y no queda más remedio. Si embadurnas esa piel a diario con esa crema blanca es porque es demasiado sensible a factores externos y tu padre sufrió cáncer de piel. Y si desayunas algo dulce es porque en tu estomago a esta hora no cabe nada más y algo hay que desayunar.
Sí, gracias a ser una maniática del equilibrio dispones de lo poco que tienes y disfrutas de lo que dispones como si fuera mucho. Y te aferras a ello por disciplina, no por doctrina. No te gusta sufrir sino hay otro remedio ni pasar el aspirador si no hay pelos ni migas. Y claro, sino escribes mejor y más es porque ahí asoma la pereza sin stop que la funda. Escribir es lo mismo que andar. Despegas a un ritmo lento y aumentas la intensidad a medida que avanzas metros. Y de no hacerlo a menudo te atascas y puede que hasta se te olvide . La pereza tampoco ayuda si quieres mantener a tus músculos ágiles, y notas cuando lo estas haciendo regular, mal o cuando mas te valdría haberte quedado tumbada en el sofá mirando al techo. Sufres, esto marcha. El Lunes, andabas a un ritmo de 138 pasos por minuto, nada te dolía. Hoy, antes de cronometrar tus pasos, sabías sin consultar el reloj que no eran 138, eran menos.
Tres días de pereza regada con lluvia acaban por pasar factura. Nadie te lo tiene que decir, lo sabes, igual que adivinas al escritor espléndido cuando lo encuentras. Sufren tus gemelos y el dolor se concentra en ese tendón que los une. Lo sabes, tres días de pereza tienen la culpa. Pero sigues, porque el equilibrio no lo regalan ni lo venden en lata en el supermercado. ¡Adelante! al fin y al cabo hoy es día de sufrimiento general, aunque los 364 días que quedan algunos evangelicen para pecador del año. No pienses en que te esperan 5 kilómetros aún, piensa únicamente en la recompensa: En eso que trasnformarás en letras cuando de nuevo te sientes ante tu ordenador. Y menos mal que piensas en algo además de estar un poco alerta de no meter el pie en un agujero de estos que la incesante lluvia ha dejado en el fangoso camino. Sigue, para escribir y decir algo se ha de sufrir, y sino sientes el dolor en tus gemelos, es que no estás haciendo nada. Miras el reloj y llevas ya 45 minutos de camino a buen ritmo, no son los 138 pasos del Lunes pero son ya 135 por minuto. Y por doler te duele hasta el alma y tu oblicuo externo. Un día más conquistando el equilibrio. Dolor, sufrimiento: Nalgas prietas, corazón activado, palabras que transpiran.

3 comentaris:

Unknown ha dit...

Jijiji... ¡¡¡ha dicho culo!!!

Anònim ha dit...

Sí, sí.. lo de nalgas prietas sorprende.

Bona tarda,i gràcies a tú xiqueta.

rosa ha dit...

fantástico, dos comentarios y sobre la misma palabra...

bueno, gràcies, igualmente