Decía Ribeyro que no hay cruzadas ni conflictos nuevos, que los que parecen nuevos no son otra cosa que la continuación de los de ayer defendidos por otras ideologías, tocados por diferentes instrumentos y motivados por distintos pretextos. Que lo que sucede es que la historia ha perdido el rumbo, se ha extraviado y que los hombres y el mundo han perdido la memoria. Que los expertos se afanan en buscar las reglas que justificaban la historia pero que solo hallan los retazos. Ribeyro, según los especialistas en Ribeyro, era un escritor (o filósofo, tal como a él le hubiera gustado ser recordado) pesimista, o al menos con una mirada fea sobre la vida y los humanos, pero leyendo alguno de sus fragmentos, no puedo hacer otra cosa que sentir una especie de esperanza en el ser humano, o al menos, sentir en su escritura una calurosa compañía que no me descubre nuevas escuelas ni nuevas soluciones, pero sí me narra las existentes desde un punto de vista honrado, bien expresado y sobre todo, descifrable: “ El hombre es un animal solitario, si cree en algo se engaña, si procura algo fracasa, la vida es un proceso irremediablemente destructivo; la historia de la humanidad un melancólico disparate. “
Y todo esto lo enlazo con Prima línea del meu cor (la delgada línea de mi corazón) que escribió Sostres hace no mucho para describir de una manera melódica y también clara, lo complicado que es saber mantenerse en la línea adecuada y seguir recto sin doblarse. Y reparo que todos sentimos, como dice Ribeyro, las mismas angustias, nos alegramos por las mismas azañas y nos guiamos por palabras, hechos y sentimientos ya existentes. Nada nuevo bajo el sol. Nada nuevo, de acuerdo, pero lo viejo es mirado por distintos ojos, esculpido o destruído (por qué no?) con otras manos más o menos escrupulosas y adornado de una estética muy particular. Entonces, recuerdo lo que pasó ayer y me exaltó, y lo acoplo a lo que escribió aquel profesor y me emocionó, y todo ello lo declaro como una sugestiva coincidencia que no me desvía de mi cauce ni intercepta el de otro,sino que la continua y estira para perpetuarla, si puede ser. Simplemente es la coincidencia que hace compañía en solitario, y se eleva como la planta salvaje que resiste entre ruinas, entre animalillos mal heridos o muertos y sólo reclama un espacio para alzar su casa allí donde reina el desastre porque hay que empeñarse en vivir, a pesar de todo.
"Nosotros somos como la higuerilla, como esa planta salvaje que brota y s emultiplica en los lugares más amargos y escarpados. Véanla como crece en el arenal, sobre el canto rodado, en las acequias sin riego, en el desmonte, alrededor de los muladares. Ella no pide favores a nadie, pide tan solo un espacio para sobrevivir. No le dan tregua el sol ni la sal de los vientos del mar, la pisan los hombres y los tractores, pero la higuerilla sigue creciendo, propagándose, alimentándose de piedras y de basura. Por eso digo que somos como la higuerilla, allí hace su casa porque sabe que allí podrá tambioén vivir. Nostros la encontramos al fondo del barranco, en los viejos baños de la Magdalena. Veníamos huyendo de la ciudad como bandidos porque los escribanos y los policías nos habían echado de quinta y de corralón en corralón. Vimos la planta allí, creciendo humildemente entre tanta ruina, entre tanto patillo muerto y tanto derrumbre de piedras, y decidimos levantar nuestra morada " (Fragmento del cuento El Acantilado. J.R.Ribeyro)
1 comentari:
Las coincidencias se producen si no hay voluntad de que esas dos cosas converjan. Si son posibles nos sorprenden y si son imposibles les llamamos milagro, aunque dicen que estos no existen.
Quiza las coincidencias sean como mensajes pero en todo caso en la interpretacion de estas deberá entrar nuestra voluntad, sin ella se desvaneceran en la memoria sin llegar a calar.
Bon dia
Publica un comentari a l'entrada