LLega un momento después de batallar con la evidencia, que más vale dejarlo estar. Por muy cabezota que seas, más vale que te resignes a perder esta batalla porque si no va a pasar que batallando contra lo imposible vas a perder las fuerzas para luchar con lo que aún, es posible y existe.Me gustas tu Decía, te decía ayer un compañero que eres luchadora y que no renuncias fácilmente en lo que crees, y aunque sea verdad, que lo es, no pienses que todos los que a ti te gustaría ven las cosas del amor, de la amistad o de cualquier pasión de la misma manera. Si claro, para mantener una amistad también hace falta apasionarse aunque sea una vez a la semana, al mes o, al año porque de lo contrario es una historia de fantasmas, es una fantasía que divaga en tu interior, o es una ilusión que te ofusca la razón. Infinita tristeza Lo que es verdad, lo que existe, lo que importa es lo que hay y lo que no está no existe, ni es de verdad, ni importa al final. Y lo que es verdad y existe se presenta casi siempre sin lucharlo y al presentarse te sorprende y mientras te sorprende te acercas o te alejas, pero ya te está ocupando aquella parte de ti que se ha dedicado a lo que no es. Rendirse no es ser cobarde, rendirse es un golpe de lucidez en la batalla y la batalla ha sido importante antes de dar paso a la lucidez, pero más allá, la batalla es una estupidez en la que seguro más tarde o más temprano algo o alguien quedará herido. La rendición pues, te liberará aunque oigas lo contrario, aunque te digan que sigas vehemente a tus quimeras, aunque en el fondo de tu corazón oigas una voz que gime de pena y se quebranta como fino cristal diciéndote que tu anhelo pudo ser. Rendiéndote, encontrarás la paz y, la paz siempre trae a su vez un sosiego que te hará sentir libremente en soledad, libre de cualquier batalla en la que ya sabías, en el fondo, que eras la vencida antes de comenzarla. Desaparecido. Lo único que es verdad es lo que existe. Y si lo que hay es tristeza, acéptala como una verdad.