“No hay grandes diferencias entre realidad y ficción, ni entre lo verdadero y lo falso. Una cosa no es necesariamente cierta o falsa; puede ser al mismo tiempo verdad y mentira.
Creo que estas afirmaciones aún tienen sentido, y aún se aplican a la exploración de la realidad a través del arte. Así que, como escritor, las mantengo, pero como ciudadano no puedo; como ciudadano he de preguntar: ¿Qué es verdad? ¿Qué es mentira?...
Así comienza el discurso que Harod Pinter, dedicó en el año 2005 con motivo de la aceptación del Premio Nobel de literatura. Arte, verdad y política. Un buen comienzo para los que no son o, somos capaces de distinguir entre la realidad y el arte. Para los que confunden y utilizan la demagogia para interpretar el papel más importante en su vida, cuando nadie les ha invitado a entrar en escena. En el arte, todo cabe, los entresijos, las mentiras, los delirioss, los restregones entre el bien y el mal, entre lo cierto y lo incierto…Pero en la realidad, no, en la realidad hay que regirse por los hechos y buscar entre distintas interpretaciones para acercarnos a la más posible, a la más autentica y para poder posicionarnos, si hace falta. Hoy en día, que estamos tan acostumbrados a un periodismo fácil y tan poco comprometido que no investiga, que solo copia de aquí i de allá, que solo transcribe dimes y diretes antes de ir más allá y los exprime hasta el límite, que solo va en busca de la imagen más transgresora e impactante y que se olvida de la noticia cuando ya no es noticia, alguien ha de recordarnos el cultivo de ciertas prácticas como la de seguir rastreando por donde sea y como sea. Alguien tiene que invitarnos a buscar la realidad y compararla, a buscarla y a interpretarla, a buscarla, valorarla y solo entonces esparcirla. Equivocados o no, guiados por el instinto, no haremos ningún daño por el simple hecho de convocarla. Qué cada cual, juzgue, después…
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