Contra , a la sutil embriaguez
Un libro cae en tus manos cómo quien no quiere la cosa. Quien deja caerlo, espera algo, e intuyes que es tu opinión, aunque no te la pida abiertamente. Se aleja, abandonando el libro a tu auxilio y te quedas leyéndolo, porque se trata de un libro en todos los sentidos de la palabra, pequeño. Llegan los comensales que faltan y tienes que dejarlo, pero ya has leído lo suficiente como para saber que a quien te lo ha traído, no le hace ninguna falta este pequeño libro. Ahora, solo te preocupa algo, la intención que alberga quien se lo ha recomendado, la intención que se esconde tras la intención de que lo lea quien debería en vez de ti. No le hace ninguna falta leerlo, ninguna. Y como crees que ha leído muy poco, pero, lo suficiente para considerarlo un rollo, te lo acerca porque, en el fondo, respeta a quien se lo ha recomendado y duda. Ya, de mayor, sigue agitando entusiasmos, y los impulsa hasta que algo lo harta, y a otra cosa, mariposa. No le hace falta este libro. Quizás, le haría falta leer, Los Viajes de Marco Polo, o reírse leyendo, La Conjura de los necios. O cualquier cosa que desarrolle la imaginación y abra mundos desconocidos, no, los ya descubiertos, no, los que nos atan a empresas, facturas, círculos y otras historias. Este pequeño libro, es para elevar egos decaídos, para entusiasmar a los más débiles y hacerlos imaginar elementales. Es para conseguir un status quo que da reconocimiento, pero, no habla de la libertad. A no ser que alguien considere libertad estar atado a una cuerda de oro macizo. Es un rollo de libro además de ser un pequeño libro. No le hace falta leerlo, pero, le convendría averiguar qué espera obtener quien se lo ha dejado, cuando además, se ha esmerado en subrayar algunas frases para que no se le escapen. No es de mucho fiar alguien que regala un libro como éste, no para ti, al menos. Un libro así no te lo recomienda alguien que te aprecia o estima, te lo impone sutilmente alguien que espera obtener algo de ti. No le dirás que no lo lea, tampoco, le dirás que lo lea. Le dirás, lo que acabas de decir dicho de otra manera, y le dirás, además, que los líderes no se hacen, los líderes nacen o no nacen. Y serlo, es una característica del carácter, no es un valor, ni un colofón. Es una característica del carácter que muchas veces ayuda y otras desilusiona y, en ningún caso, se logra con un simple lavado de cerebro. Y puede que le digas, como quien no quiere la cosa, que cuide del respeto hacia sí mismo que hasta ahora ha conseguido, no sea que lo pierda por culpa de un pequeño libro que no dice grandes mentiras, pero, que elude demasiadas verdades.
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