máxima de la opinión

  • Has pasado muchos años creyendo que el derecho a opinar era un privilegio para otros y considerando tu opinión poco determinante. Eras, junto a muchos, como aquel elefante ya crecido atado a una ligera cadena que no se atrevía a romper sin caer en la cuenta que su fuerza crecía y la cadena era la misma. Lo pasado, pasado es y no vale lamentarse ni buscar responsables, entre otras cosas, porque es imposible hacerlo sin perder el tiempo que necesitas para otras cuestiones y como no puedes recuperar muchas de las situaciones que hoy hubieras batallado, decides empezar de nuevo porque crees que si tensas un poco por ahí, y otro día un poco por allá, un día, ésta cederá con la ayuda de otros que también están hartos de según que milongas. Desde que has decidido abrir los ojos, te ves inmiscuida en muchos frentes y en ninguno en particular. Ves por fin la luz: No hay nada qué hacer. Reconoces, que no hay nada que hacer y que hemos entrado en el siglo XXI sin haber solventado el despliegue de maldad insolente al que se refería el tango, y sin ninguna intención de hacerlo. Hoy, sigue siendo lo mismo, o más, un chorra que un gran profesor. Y sigue siendo menos malo timar que dar. Hoy, si somos condescendientes con el prójimo que resulta ser un criminal, no es porque tengamos asumida una consciencia tolerante y piadosa, es porque escondemos en nuestro historial y en nuestro maquinal razonamiento, algo o mucho del residuo de un espíritu tunante y ruin.
    Hoy, coexistes en otra dimensión porque nunca como ahora, ha sido ni será tan fácil expresarse. Jamás, habían existido tantos lugares, para opinar y apelar. Depósitos de opiniones, al fin y al cabo, saturados por exceso que solicitan salida en un mundo gárrulo, ciego, sordo e indiferente como nunca antes por pavor a salpicarse.

1 comentari:

Valle ha dit...

Yo como sigo siendo una ingenua, aún creo que los valores que ahora no están al alza ,algún día volverán a superar a los actuales. Un beso enorme. Valle