Cuando alguien afirma que la suerte no es importante, seguro que es alguien que se ha mejorado en ella y que además, cree merecerla. Nunca subestimes a la suerte. Unas veces pasa y no la distingues, otras, pasa, la adviertes y te beneficias de ella, otras, simplemente, no aparece. Somos el capricho de millares de gramos de un translúcido polvo que no sabes si te cubrirá, ni cuando viene ni cuando se irá.
Cavilación:
Hay que contar con un gramo de buena suerte hagas lo que hagas, o mejor, cuenta con que puede ni tocarte, a pesar de todo lo que hagas. Puede que considerándolo así, te equipes un poco mejor de todo lo que no dependa de la suerte y si no llega, su ausencia no haga diana en tus deseos y te venza. Necesitarás, cada día, al menos, un gramo de buena suerte para no ser despedido por un coche, o para que no se cruce alguien, inesperadamente, delante del tuyo. Necesitaras otro gramo de buena suerte para topar con un buen padre o con un buen amigo… necesitarás muchos gramos de suerte desde el momento que nazcas hasta el día en que mueras. La buena suerte la necesitamos todos, no únicamente los humanos torpes y los humanos bien afianzados, hace falta, inclusive, a los animales. Se trata, de un código que no advertimos, y del que no disponemos la clave, pero, es importante.
Pesquisa:
Los gatos del gran teatro de Mariinsky, son suertudos. Los consideran la guardia de honor que ahuyenta a ratas y ratones y por ello, están bien alimentados, cobijados, lustrosos y muy considerados. Debe haber unos setenta. Ósea, setenta gatos que además de ser buenos cazadores de ratas y ratones, gozan de muchos gramos de buena suerte. ¿Qué excelencia han cometido que los hayan hecho mejores que ese gato que cada noche, bajo tu ventana, busca entre la basura algo para comer? no es lo mismo ser vaca en una granja del Prat que serlo en Laspuña. Una, comerá pienso entre apreturas de hierro, y la otra, fresca hierba en la vereda de una montaña. Tampoco disfrutará de la misma suerte un perro abandonado en la Taksim de Estambul, que uno de los perros del Palacio de la Zarzuela.
Conclusión:
Sería muy tonto rebuscar méritos, en cualquiera de los casos, a los aventajados.
Hipótesis:
…la buena suerte, mientras se libera, no razona ni calcula su trayectoria. Es, como una lluvia de polvo cristalino que no ves ni te mira. Reflexionarla, en efecto, es asunto nuestro.
2 comentaris:
Lo de nacer en un sitio o en otro, con unas condiciones o con otras, lo veo más parte del destino que de la suerte. Por suerte (valga la redundancia), al contrario que gatos, vacas y perros, los humanos podemos modelar ese destino hacia donde más nos convenga. Solo es necesario (¿he dicho "solo"? jejeje) una voluntad muy muy fuerte. A partir de ahí actúa la suerte, a ésa si que no la podemos cambiar. Pero si que está en nuestras manos saber aprovechar la buena y afrontar la mala.
petonet.
Bien, puede que la suerte y el destino sean pareja. En cualquier caso, los dos dependen de otras circunstancias que no dominamos directamente.
merci por leer. Bon dia.
petonet
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