opinión políticamente incorrecta



Empiezo a estar hasta el moño de los agricultores (pagesos en mi idioma). Durante bastantes años, una responsabilidad me hizo estar cerca de sus lamentos y reivindicaciones. Estaba en mercabarna y aunque es tiempo pasado, allí, no fue el mejor. Eran, otros tiempos y su labor dura y cualquier trabajo al lado del suyo, me parecía flaco. Del mercado poco que contar. El mismo Maragall, (soltándome una descomunal etiquetada) comentó una vez: en Mercabarna, hay mucha pasta. En Mercabarna, hay dinero que corre, que se gana y que se pierde y más de cinco mil personas trabajando, están los mayoristas de frutas y verduras, de carnes, de pescado, y el mercado de flores. Tuve la oportunidad durante tantos años, de dormir poco y escuchar mucho, de conocer a gente que trabajaba para vivir, y a personas que vivían para trabajar. También conocí a vividores, tramposos, avariciosos, y a gente humilde y honrada. Conocí a muchos agricultores, en l’Arboç, en Villafranca, en Callosa, en el Ejido, en Tudela, en Motril, en bonitas localidades de Extremadura, como Cabezuela del Valle. También pude visitar grandes plantaciones de agricultores exportadores de pimientos verdes, rojos y amarillos, de saber de donde procedía la dulce uva moscatel cuando fui a la zona de Vinalopó y aunque de visita, conocí a los dueños que estaban detrás de tanto trabajo, ambición y constancia. En mercabarna, pude comprobar como muchos intermediarios crecían sin mesura y otros, se iban a la ruina, por falta de una solida financiación, por falta de su mala cabeza, o también, por culpa de la gran competitividad que se instaló a partir del 2000, más o menos. Algunos siguen viviendo de serlo, y muchos ya no existen porque no resistieron la presión delirante que era vender a diario sin saber a qué precio, o la económica. No conocí, sin embargo, en 17 años, a ningún agricultor en la miseria. De la información que algunos de ellos daban, sé que muchos han estado bastantes años gozando de la subvención que el gobierno, a través de las SEPIDES, o lo que fuera,  les ha dado anualmente para plantar chopos donde habían cebollas o cereales donde habían alcachofas. Algunos, dicho por ellos mismos, de esta subvención, cubrían todos los gastos del año de cultivar otras de sus tierras y parecían más que satisfechos. Otros, tenían a sus hijos en el paro cuando en realidad trabajaban para y con ellos. Llevo dos años, escuchando sus protestas, sus manifestaciones y sus bravuconadas y entre otras cosas, sugieren que siga siendo el Estado quien les financie sus costos y que sea el gobierno quien regule los márgenes que según ellos, se llevan algunos intermediarios.


No me refiero al humilde agricultor que tiene dos vacas y un terreno para plantar lo que come su familia y amigos, hablo del agricultor que vive y ha vivido de serlo, y a estos, no les gusta estar en crisis porque nunca o casi nunca la han sufrido. Viven en grandes casas, tienen buenos coches además de sus tractores y sus hijos, algunos, no saben ni lo que es ir en metro, pero, si saben manejar un Audi o ir a estudiar tres años en Londres. Su trabajo, sigue pareciéndome importante, imprescindible y honorable, pero su lloro me parece cansino y desmesurado. Propio, de quien nunca ha salido del terreno, ni sabido que significa estar realmente en un aprieto económico. Desde que la UE ha cerrado el grifo a España, suenan sus quejíos de nuevo y sonarán, y la culpa, es de unos intermediarios que siempre han estado. Y la consecuencia, es que mucha gente desinformada, que considera que el clima solo afecta a ellos para salir el fin de semana, y siempre solidaria, a la que no le parece un escándalo pagar en un restaurante 10 euros por unas alcachofas asadas y carísimo 2,50 por un kg en la tienda, los apoya. Cuando algunos de estos intermediarios cierren sus garitos y sus trabajadores se queden sin empleo, ¿Los acogerán ustedes en su masía o hacienda?