En los silencios

30.03.2010


Atender, observar, aprender, ceder ante el silencio y este, delegar plaza a un silencio mayor cuando se interpone entre uno y el otro, entre tardanza y pausa, suspendida, la abstracción que revela sujetos, formas o designios, y otras veces, catequiza la propia torpeza. Recrearse en la pasión de todo lo que simboliza el equilibrio, es una ofuscación como cualquiera y cualquier obsesión perturba la inmunidad. Reparar lo que dices, pulsar lo que piensas, estabilizar lo que sientes, hacerlo con los matices de una estancia y con lo que te alimenta. Rodearte de proporción, aunque sepas que el vaivén nunca se detiene. Establecerla a tu alrededor en la medida que puedes y te lo permite, y en el momento y lugar más insospechado, ver brotar algo maravilloso y pensar que no se ajusta al paisaje. Recelar. Un jarro de Bohemia, puede ser el jarro más bello del mundo, pero, no encaja en el orden de tu estantería. Té detienes a mirarlo. Consigues deleitarte en la gracia de su cristal y palpas su textura y forma. Te corteja durante un tiempo efímero y lo has imaginado, incluso, ubicado en aquella librería que no tienes. Retrocederás para deponerlo en su lugar tras haberlo estimado fugazmente, para que luzca radiante hasta que llegue quien le concierte su particular orden. Has tenido suerte si has logrado detenerlo un instante en tu tiempo, o quizás, la suerte sea suya y sea él quien te haya apresado con su beldad y detalle. No es lo que cuesta el precio. Después, cada uno, tras el extraordinario encuentro, tendrá que regresar al lugar que le corresponde para mantener el equilibrio. Él, aguardando la proporcionada repisa, y tú, compensando el espacio que sigues hilando. Eres lo que haces, igualmente, eres lo que has dejado de hacer, y en cada estante existe una muestra de lo que eres. Sobriedad, exceso, proporción o desconcierto, enmarcaran detalle a detalle la sección de lo que lentamente has ido acumulando o separado. Todo lo que ves en ésta vitrina, cada día, no solo ostenta la edificación de tu compostura, también son la memoria de tus abandonos y polvo de tus máximas.

2 comentaris:

Valle ha dit...

Nunca hubiera sabido explicar tan bien como lo has hecho tu, la sensación que en algunas etapas de nuestra vida, (al menos de la mia), hemos sentido o estamos sintiendo. Como bien dijistes un dia, "me gusta la horchata", a mi me encanta el chocolate y el helado de vainilla, eso he sentido con tu post. Un beso enorme. Valle

Anònim ha dit...

Comparar lo escrito con un cubano (se llama asi, no?) o con la horchata, es un gran halago ;)

gracias por leer

un beso

(mek)