Me atrevo a recomendar otra peli que aún está en los cines y que intuyo pronto no estará: Dos hermanos, basada en la novela de Sergio Dubcovsky, Villa Laura. ¿Os lo dije, no? Creo que sí, pero bueno, lo repito. Hay cosas que deberíamos ignorar, otras repetir diez veces en el mismo día y otras rechazar, inmediatamente, como algunos e-mails mal intencionados, por ejemplo, que cuelan entre personas de anchas tragaderas e ingenuo sentir. Así que repito: VEDLA! No os digo donde ni cómo, pero vedla.
¿De que va? Pues eso, de dos hermanos que entrando en la tercera edad y tras la muerte de su madre, estrechan aún más sus lazos fraternales aún siendo la noche y el día, el blanco y el negro, la cara y cruz nacidas de la misma moneda que ven, transforman e imaginan su existencia de manera muy disímil pero no pueden estar mucho tiempo apartados uno del otro. Una película modesta en recursos y muy ambiciosa en evidencias. Una peli que te hace reír, llorar un pelín (muy poco) y que evita lo que grandes producciones pretenden tantas veces: Dar alguna especie de lección. Si hay alguna enseñanza en la película, es la magistral actuación de los dos protagonistas, y de que de poca cosa, a veces, se puede extraer mucho.
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