¿Que quieren esta gente?



No hay que ser muy listo para reconocer que la manifestación de Barcelona es una clara muestra del cabreo general de una sociedad ninguneada desde distintos frentes, que ha generado reacciones de todo tipo, algunas difíciles de comprender, y que más vale ignorar, pero más que lógicas y esperadas. Esta vez, por mucho que algunos medios de prensa intenten colar a la opinión que esta marcha del 11S fue el resultado de un adoctrinamiento de la clase política a los ciudadanos, puedo asegurar, a todo aquel que quiera escuchar, que ha sido todo lo contrario. Nunca el partido de CIU se ha sentido cómodo con el sentir independentista. La prueba de ello, es que antes de pasar a la oposición para dar paso al gobierno del Tripartit, CIU gobernó 22 años en Catalunya y no protagonizó ningún acontecimiento similar. De acuerdo, eran otras épocas, habían otras circunstancias, sobraba ilusión y confianza aunque no estuvieras identificado con el Govern de entonces. Ahora es muy distinto: Por fin nos estamos dando cuenta, los ciudadanos con limitados derechos e interminables obligaciones, que la política se ha convertido en una profesión y esto implica unos intereses propios de los mismos partidos que se doblegan ante intereses mayores para seguir existiendo, y de individualidades sin control que intentan hacerse un futuro placido de la manera mas rápida posible. No tendría que ser así pero los hechos no nos dan otra expectativa de la realidad. Así pues, debido a que los ciudadanos hemos madurado a un ritmo mucho más rápido que lo ha hecho nuestra clase dirigente, lo lógico es que ante la impasible evolución de estos, la decepción y cabreo de los ciudadanos se manifieste y crezca. Barcelona ha vuelto a expresarlo. Los motivos, son complicados de interpretar, pero para que se comprenda, creo que había un motivo distinto por cada manifestante que asistió a la marcha, pero había un mismo fondo: ¡Basta! Lo que si era unánime era el sentir de descontento, de desconfianza y el deseo de plantar cara. 

¿Plantar cara a que? Plantar cara a la política mediocre que utiliza a Catalunya repetida y descaradamente para hacerse con mas incondicionales a base de mentiras, provocaciones y declaraciones impropias. Plantar cara a los políticos de casa que no han sabido racionalizar los esfuerzos de su gente y que en muchos aspectos se han olvidado para que los habían votado. Plantar cara a la continua manipulación de una realidad que no conviene ser expuesta a los que tendrían que contarla. Plantar cara a políticas propias y foráneas, mas doblegadas a los intereses de grandes empresas y monopolios que a sus ciudadanos. Plantar cara a una impresentable ascenso de casos de corrupción protagonizados por representantes políticos que no se resolverán, o lo harán desde una coyuntura muy distinta a la que nos rige al resto de ciudadanos . Plantar cara al aumento de parados y cierre de pequeñas y medianas empresas por falta de ayudas que se han dilapidado en amiguismos y chanchullos varios alejados de la intención de ser re-invertidos. Plantar cara a una insoportable diferencia entre lo generado y lo revertido. Puedo seguir pero creo que no hace falta.

Hoy Catalunya está a la expectativa y alerta, mucho más de lo que estaba ayer. Esta a la expectativa de sus propios representantes; a la expectativa de políticas y soluciones de alto calado democrático; a la expectativa de cambios profundos que repercutan en la sociedad. Catalunya ha dicho básicamente: “Si vosotros no os movéis lo hacemos nosotros.” “Si no somos capaces de comunicarnos rompamos”. “Si no hay confianza  ni complicidad no hay futuro”.

Si muchos españoles hicieran un esfuerzo de empatía para entender los motivos que han ido generando la marcha del 11S, estarían más cerca de los manifestantes de lo que piensan. No para apoyar su separación, si no para descifrar en consecuencia los motivos que han hecho aumentar dicho anhelo. Urge comprender el fondo y el calado de esta solicitud, no por los catalanes, si no para engrandecer el amor propio. Y porque tanto en una Catalunya integrada como en una separada, los intereses que nos estimulan y los deberes que nos doblegan son y serán mayoritariamente coincidentes.