Ya
que hay guerras que parecen librarse en las redes sociales, y
cualquier motivo sirve para emprender una, por ello y algo más muy
claramente expongo que no sé si hay vida tras la vida, pero que en
la vida que conozco aún hay mucho por decir y también mucho que
callar es lo que pretendo y vengo a decir. Una de las cosas que hay
que anunciar a los cuatro vientos, es que la imbecilidad se expande.
Que existía era un hecho, pero siempre bajo la ingenua esperanza de
que estaba más lejana de lo que está y que la mayoría quizá
estábamos vacunados contra ella.
Así
que lo que hoy iba ser una simple descarga del como nos afecta más o
menos un impacto a nuestra sensibilidad, se diluye algo por el efecto imparable de la ruindad y su necesario colaborador, el morbo. Pero
no voy a dedicar mucho más a lo uno ni a lo otro, que cada cual
decida a quienes seguir y a quienes apartar y sigo a lo que vengo,
que por no considerarlo exclusivo, manifiesto.
Me
declaro pues, conocedora de la existencia de la imbecilidad humana, y
también declaro saber que se libran guerras no muy lejos de nosotros
en las cuales mueren inocentes cada día, igual que sé que hay hambre
cerca y muy cerca, y que erradicar enfermedades y el hambre no parece
ser la prioridad de nuestro confortable mundo. Declaro ser conocedora
que en accidentes de tráfico mueren cada año miles de personas que
no salen en los medios, que los hospitales están llenos de
incurables a los que no prestamos atención. Sé pues, todo lo
necesario para soltar una o más lagrimas a diario: Imbéciles,
ruines, débiles, famélicos, morbosos, necesitados, cerca, tan lejos
y tan cerca de donde estoy. Igual que tú, tengo mil pretextos para
no levantarme de la cama cada mañana, y todo lo contrario. Mil
razones para rebelarme contra una parte del sistema, para cabrearme
con quienes los votan, para mandar a un superior a la mierda, al
empleado de banca a freír espárragos, para regalarle un corte de
mangas a un familiar toca ovarios, etc...Y aún así, igual que tú,
mantengo la calma la mayor parte del tiempo, y me levanto cada día,
y me dispongo cada día, casual superviviente, practica y casi sumisa
para todo lo contrario.
A
pesar de todo esto y de mucho más, hoy, al menos hoy, me permito
reivindicar lo que siento. Se trata de éste dolor empático hacía
todas las victimas y sus familiares del accidente sucedido ayer, por
el natural y simple hecho de que todos ellos forman parte de mi
cotidianidad la cual no esquivo, igual que no lo haces tú, a pesar
de desearlo tantas veces. Porque el dolor, como el placer o la
alegría, no los puedo controlar como controlo mi televisión,
aparecen cuando aparecen y desparecen en cualquier momento y por
cualquier motivo. Porque como tú, soy humana, capaz de dejarme
atrapar por un imbécil, o por el más débil. Porque igual que tu,
soy capaz de distinguirlos aunque no siempre de eludirlos o
atenderlos, y porque entre mis más reiterados sentimientos, persiste el deseo de huir de la creciente imbecilidad, y la de no esconderme de lo que siento.
DEP.
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