El sustrato


Un poco antes del comienzo de la primavera, las plantas que crecen en las macetas de mi balcón necesitan una renovación del sustrato, esa tierra que venden en sacos en las floristerías. Pero algunas plantas necesitan una clase de sustrato y otras, otra clase. Es decir, cada planta requiere de un terreno óptimo para que pueda crecer; algunas necesitan más arena, otras más compost, algunas requieren un suelo que guarde mejor la humedad, otras, al revés, quieren un suelo que seque pronto. Si eso se da en las plantas y lo tenemos en cuenta para su buen crecimiento, ¿qué no será con las personas? Vivimos en una época en que el discurso que impera es si quieres, puedes,una especie de voluntarismo necio que impone la voluntad por encima de la prudencia e incluso de la inteligencia. Y así nos va desde el punto de vista social. No todas las plantas crecen en el mismo suelo ni todas las personas pueden hacer de todo. Algunas sirven para trabajos en el que el físico cuente bastante, como puedan ser moverse de un lado para otro, bailar, correr, trabajos que cuenten con un cierto movimiento corporal. Otras personas se sentirán bien en trabajos relacionales, hablando con gente, organizando viajes, en una red de contactos de una punta del mundo a otra. Otras encontrarán su bien-hacer entre los cuidados a los demás en el campo de la salud o de la asistencia. Y también hay otras que necesitan tranquilidad para un trabajo de investigación en el campo que sea, estudio y reflexión. O sencillamente, un trabajo en que se den varias coordenadas, pero en cantidades pequeñas. El sustrato de cada cual es con lo que se viene al mundo. Para que la persona crezca de forma armónica hay que respetar sus coordenadas; no se pueden cambiar, son las que son y no otras, de manera que lo más inteligente que se puede hacer con la educación y el trabajo es potenciar lo que el sustrato de cada uno puede ofrecer y no intentar modificar el resultado de lo que la naturaleza ha creado durante millones de años de modificaciones. Primero porque es inútil, y segundo porque tan sólo la arrogancia humana pretende que crezca una planta en un sustrato que no es el suyo. Cierto que, con el tiempo, se van modificando coordenadas, limando asperezas, se ajustan cuestiones que parecerían no posibles antes, pero ello es con el tiempo, no tan sólo a golpes de voluntad. El tiempo ayuda a re-situarse en otros valores adquiridos y a desprenderse de lo que ya no vale, aunque cada cual tiene sus tiempos y sus ritmos. Para crecer con una cierta armonía no valen consignas, el crecimiento es independiente de la voluntad, se da como se da. La voluntad tiende a forzar situaciones, pero el ritmo personal es tozudo, es como si obedeciese a coordenadas profundas que están lejos de conocerse del todo; se intuyen algunas, pero se desconocen sus raíces y objetivos. Tiendo a creer que los ritmos personales se hallan al servicio del instinto de conservación y que forzarlos significa pisar terreno resbaladizo e inseguro. Parecería que el instinto de conservación tiene sus propios mapas en el inconsciente y que salirse de la ruta de esos mapas supondría un altísimo riesgo para la persona; no sé qué clase de riesgo, pero de cualquier modo, importante para el individuo. Por eso es tan necesario no crear categorías de personalidades, no las hay; la personalidad se va construyendo a medida que se vive y en la medida en que la persona encuentra sus propios límites. Nadie más que ella los puede saber. Yes por eso por lo que en cualquier relación personal debe haber un gran margen de confianza, un margen que asegure que cada uno respetará las peculiaridades del otro, no tolerándolas simplemente, sino aceptándolas como la expresión de una personalidad nacida de un sustrato determinado.

Remei Margarit. La Vanguardia

3 comentaris:

Anònim ha dit...

Estoy muy de acuerdo en lo todo lo que dice el artículo, `pero tambien creo que en las relacines humanas la cosa es un poco distinta.Por que cuando existe voluntad que dos sustratos se mezclen las cosas cambian un poco hay que comprender y por supuesto convergir.

rosa ha dit...

¿ quieres decir que una cosa es el sustrato y otra el macetero ?
Sí, seguramente

Anònim ha dit...

pues si, y el macetero a gusto de los dos. Sí, sí.