las llaman, tortas




Ayer, me pidieron una receta que hacía tiempo que no preparaba. He buscado en los cajones donde, habitualmente, las guardo. Nada. He mirado en algunas carpetas donde guardo recortes de periódico, documentos antiguos, billetes de pesetas de principios de siglo que eran de mis abuelos, etc. Nada. Al final, se me ha ocurrido buscar la receta en internet, o la que más se pareciera y enviársela. Lo hago muy de vez en cuando, pero cuando busco algún recetario de comida en la red, puedo pasarme una hora, tranquilamente. Después, siempre hay alguna receta que me parece fácil y sabrosa y la copio a mano en un papel que guardo en un cajón de la cocina que es donde debería estar la dichosa receta que se ha esfumado. Lo que no está no existe. ¿No? Nunca me atraen las recetas laboriosas y con infinidad de ingredientes. Las selecciono a veces por la imagen, si la hay. Otras veces, la mayoría, después de ver en el título el principal ingrediente, pincho y, ni me entretengo a leerla si la lista de ingredientes es larga como una quiniela. No me interesan. He encontrado muchos platos sencillos y sabrosos que se preparan en un sant_i_aném (versión mía del santiamén) No me gustan los platos demasiado elaborados, cada vez menos. Me gusta, ante todo, encontrar el sabor de la ternera, del lomo, de la lubina, del rape... Me gusta la cocina vasca, porque normalmente respeta ésta premisa en sus platos. Ayer, buscando la receta que me pedían, he visto infinidad de recetas de dulces y pasteles. Ya he hecho uno de ellos y espero por la pinta que tiene que sea tan bueno como sugestivo es. Buscando y mirando esta infinidad de pasteles y tartas, he visto muchas que, supuestamente, son de la cocina sudamericana. Se nota por dos cosas, principalmente: Una, es los nombres de algunos ingredientes y la forma que tienen de expresar la forma de incorporarlos. La otra es porque en estas recetas, hay cantidad de huevos y manteca (mantequilla) Solo leyendo alguna de estas caloríficas recetas, sientes una especie de náusea que sube por el esófago, casi igual cómo cuando algo que acabas de comer te sienta mal. Es una especie de rechazo psicológico que siento a menudo, puede que por visualizar en exceso lo que leo. Seguramente, es por eso que he de abstenerme de leer según qué cosas si estas están muy bien descritas. Ya no puedo leer ni una receta más. Casi seguro que no voy a cenar después de haber preparado un bizcocho de chocolate con almendras. Ya estoy llena sin haber comido. Pero, siguen rondando en mi mente esos pasteles con 18 huevos y 500grms. de manteca. Son bombas, en formas circulares o alargadas, bombas más o menos dulces, adornadas y bien horneadas. Seguramente, incluso huelan bien, pero nada recomendables para mis tragaderas ni para mis impresionables sentidos, demasiado impresionables, aunque sea de lejos.