En Agosto, abierto (I)





Caminar por la ciudad a las siete y media de la mañana, en verano, tiene su encanto. Todo está cerrado, o casi todo. Ves a pocas personas, topas con algunos jóvenes que andan en diagonal camino a ningún lugar en especial, y aun no circulan demasiados coches ni camiones. Además, el sudor que generas a las doce del mediodía queda reducido a la mitad cuando madrugas. Madrugar siempre ha tenido sus ventajas, como dice el sabio refrán, ayuda a disponer de un día más largo con lo que puedes aprovecharlo mejor.
Sin embargo, ni siquiera en Barcelona se madruga hoy. Hace algunos años, unos cuantos, viajé a Galicia con mis padres. Recuerdo, que al pasar por Madrid, a las nueve de la mañana era casi imposible encontrar un bar abierto para desayunar. Y si lo encontrabas, te servían no solo el desayuno, también un miramiento sospechoso. Igualmente, en La Coruña, era difícil despertarse temprano y ver la ciudad despabilada. Eso te hacía pensar que vivías en un lugar privilegiado donde todo estaba servido pronto y bien, y aunque tú formaras parte de alguno de estos servicios, sentías que esto era una excelencia en muchos aspectos. Ahora, eres tu quien observa a muchos de los turistas que pasean temprano a otro ritmo que no es el tuyo, mirando otras cosas que tu ya ni miras, e intentando encontrar lo que tu requieres cuando viajas, y están tan perdidos como tu estuviste hace años en Madrid. El bar que madruga más en la ciudad, despierta a las ocho y media de la mañana. La tienda del centro que abre antes, lo hace a las diez de la mañana. Y en Agosto, muchas tiendas duermen como si no fuera con ellas todo lo que sigue sucediendo en la ciudad. Todos ellas se merecen un descanso, pero, no todos los paros son apropiados ni justificados. Una gran ciudad que no se acopla a lo que sucede en ella, es solo una aspirante a serlo. Existe aún, la cultura de cerrar en Agosto y la manía de pensar que solo Agosto es válido para descansar. Así que puedes andar a las siete y media o hacerlo dos horas más tarde que verás que predomina el mismo e insólito paisaje anunciado en un cartel que dice: “CERRADO POR VACACIONES”.

Una gran ciudad que cierra por vacaciones es solo aspirante a serlo por mucho que su ayuntamiento se empeñe en convertirla en prominente a base de lanzar mensajes para que la visite el turismo en masa. Regar y barrer sus calles a las ocho de la mañana, es inoportuno cuanto menos. Hacer obras a pleno sol, significa la usura de los empresarios por pagar sueldos nocturnos, o la inexistencia de voluntarios a cobrar extras para trabajar en horarios especiales. Tener que esperar a la diez de la mañana a que un determinado comercio abra sus puertas porque quien lo atiende está desayunando a las diez y diez, es casi un desprecio inexcusable. Hacer cola en un banco en Agosto porque solo queda un empleado disponible, es una casi una ofensa para sus clientes. Ni siquiera Barcelona se ha querido salvar de esta inercia que la sitúa donde nunca había estado: en la insuficiencia, en la labilidad y en la apatía de quien no ambiciona más que lo que está estipulado en una hoja que lo indica. Pero, a contra corriente de la inercia instalada, siguen quedando algunos sentimentales que saben, que a quien madruga Dios, u otro madrugador, les ayuda, y que prefieren Mayo, Octubre o Noviembre y eligen, no cerrar, aunque encuentren la manera de poder descansar…




1 comentari:

Valle ha dit...

Yo tengo la suerte, que cómo en Agosto "cierro" donde voy al se playa, todo está abierto y aún con horarios más amplios. Bonita foto Mek. Un besazo. Valle