Podemos ignorar la noticia pero es
imposible ignorar la imagen. Podemos olvidar el contenido de la
noticia pero hay imágenes que nunca se olvidan. Podemos no
comprender el porqué pero la imagen es clara y concisa. Entonces,
no siempre son innecesarias las imágenes.
pretext
Al otro lado
Tras
una charla con mi hijo Joan sobre mis reticencias en cuanto a la
versión oficial de las causas del fatal accidente de avión, ya que
acostumbra a mostrarse bastante critico y es muy aficionado a todo lo
que respecta a la aviación, me ofreció esta respuesta: “Yo sí
las considero creíbles, aunque no sean definitivas. Es más fácil
que falle el ser humano, por cualquier razón o circunstancia, que
un aparato de estas características. Estos aparatos son como una
madre ante un juguete de su hijo, si hace una tontería, se lo quita
de las manos, y las grabaciones parecen indicar que la desconexión
del piloto automático solo se explica si deseas bloquear dicha
protección” . Tras ecuchar su argumentación tan descriptiva,
pensé sobre ello y sigo en ello, quiero creer que no es así, que no
debería ser así, aunque todo parece indicar que así es.
Porque
a pesar de todo, sigo confiando en las personas y prefiero agarrarme
al hecho de que falle una máquina que un ser humano. En Seynes –
Les Alps, hay evidencias para apostar por la confianza. Hay personas
batallando con su miedo y su estómago para cumplir con su trabajo,
hay vecinos y psicólogos para dar consuelo a personas que no pueden
hallarlo por si solas , hay un
pueblo abocado sin ninguna condición.
Gracias
a esta conversación con Joan he recordado que para opinar es mejor
tener un buen argumento que buenas intenciones. Lo sabía, solo que,
a veces, puede más el deseo que la contención. Tenemos acceso
directo a la imbecilidad más que nunca, también podemos observar
como nunca, quien hay al otro lado: Personas calladas y
comprometidas.
Sentir de lo que quiero huir
Ya
que hay guerras que parecen librarse en las redes sociales, y
cualquier motivo sirve para emprender una, por ello y algo más muy
claramente expongo que no sé si hay vida tras la vida, pero que en
la vida que conozco aún hay mucho por decir y también mucho que
callar es lo que pretendo y vengo a decir. Una de las cosas que hay
que anunciar a los cuatro vientos, es que la imbecilidad se expande.
Que existía era un hecho, pero siempre bajo la ingenua esperanza de
que estaba más lejana de lo que está y que la mayoría quizá
estábamos vacunados contra ella.
Así
que lo que hoy iba ser una simple descarga del como nos afecta más o
menos un impacto a nuestra sensibilidad, se diluye algo por el efecto imparable de la ruindad y su necesario colaborador, el morbo. Pero
no voy a dedicar mucho más a lo uno ni a lo otro, que cada cual
decida a quienes seguir y a quienes apartar y sigo a lo que vengo,
que por no considerarlo exclusivo, manifiesto.
Me
declaro pues, conocedora de la existencia de la imbecilidad humana, y
también declaro saber que se libran guerras no muy lejos de nosotros
en las cuales mueren inocentes cada día, igual que sé que hay hambre
cerca y muy cerca, y que erradicar enfermedades y el hambre no parece
ser la prioridad de nuestro confortable mundo. Declaro ser conocedora
que en accidentes de tráfico mueren cada año miles de personas que
no salen en los medios, que los hospitales están llenos de
incurables a los que no prestamos atención. Sé pues, todo lo
necesario para soltar una o más lagrimas a diario: Imbéciles,
ruines, débiles, famélicos, morbosos, necesitados, cerca, tan lejos
y tan cerca de donde estoy. Igual que tú, tengo mil pretextos para
no levantarme de la cama cada mañana, y todo lo contrario. Mil
razones para rebelarme contra una parte del sistema, para cabrearme
con quienes los votan, para mandar a un superior a la mierda, al
empleado de banca a freír espárragos, para regalarle un corte de
mangas a un familiar toca ovarios, etc...Y aún así, igual que tú,
mantengo la calma la mayor parte del tiempo, y me levanto cada día,
y me dispongo cada día, casual superviviente, practica y casi sumisa
para todo lo contrario.
A
pesar de todo esto y de mucho más, hoy, al menos hoy, me permito
reivindicar lo que siento. Se trata de éste dolor empático hacía
todas las victimas y sus familiares del accidente sucedido ayer, por
el natural y simple hecho de que todos ellos forman parte de mi
cotidianidad la cual no esquivo, igual que no lo haces tú, a pesar
de desearlo tantas veces. Porque el dolor, como el placer o la
alegría, no los puedo controlar como controlo mi televisión,
aparecen cuando aparecen y desparecen en cualquier momento y por
cualquier motivo. Porque como tú, soy humana, capaz de dejarme
atrapar por un imbécil, o por el más débil. Porque igual que tu,
soy capaz de distinguirlos aunque no siempre de eludirlos o
atenderlos, y porque entre mis más reiterados sentimientos, persiste el deseo de huir de la creciente imbecilidad, y la de no esconderme de lo que siento.
DEP.
Qatar, o l'arribada d'un altre interès capitalista a Barcelona: I que en dirà la Rahola?
Deixant clar que el resultat d'aquest
noticia és incert, encara, voldria pronunciar-me al respecte. Quant
vaig escoltar-la en un programa de televisió, abans que els diaris
la publiquessin, vaig tenir una mala reacció: “Marxo de la ciutat
si això és cert”. Evidentment, no marxaré, entre altres motius,
l'econòmic és el principal, perquè em sento per sobre de tot,
barcelonina, encara que la Barcelona d'avui, ja sigui un Gran Basar
de diferents interesos capitalistes. Avui, ja amb hores de reflexió
a l'esquena, i llegint les notícies en aquest i altres diaris, i
sobretot, llegint els comentaris que genera una notícia com aquesta,
el primer comentari que m'ha vingut al cap és el que he expressat en
una mitja: “Estic desitjant saber que en pensa la senyora Rahola”.
Us explico el motiu de la meva
curiositat, i és perquè quan es va alçar en favor de la prohibició
dels toros a la ciutat, junts amb altres col·lectius, em va semblar
que feia ús d'alguns arguments totalitaris. Ara, simplement, em
corroeix la curiositat saber que dirà quan vegi, com nosaltres, que
l'alternativa als toros, es pot convertir en una alternativa, gran i
majestuosa, al culte musulmà. Deixo clar que no sóc aficionada als
toros, com tampoc a l'exhibició de cap culte, però el que en fa més
por de tot plegat, es el paternalisme, més o menys edulcorant. Si
tot és regís pels arguments de la Pilar Rahola, hauríem de
prohibir tot allò que és susceptible de ser perjudicial per algú:
El joc, la religió (sigui quina sigui), el futbol, pescar, caçar,
beure, la prostitució, algunes lleis governamentals, alguns
programes de tv, etc. (Totes aquestes costums, obligacions, o
aficions, són o poden ser, com diuen les caixes del tabac,
perjudicials per la salut. Inclús perjudicials per la dignitat i
l'equilibri mental de les persones). Pel que arribo a la conclusió,
que el fet de prohibir, és l'abans, el després, i el punt i final
de la desconfiança amb el criteri de les persones, dels ciutadans,
en aquest cas. Tot el qui és conclou amb una prohibició amb
arguments moralistes, està dient: No confio amb les decisions de la
meva societat. Es evident doncs, que si no és confia amb la maduresa
d'una societat, s'ha d'acceptar que aquesta mateixa societat, receli
del teu criteri.
Acabant, i després de tenir la
urgència de deixar clar que no sóc capaç de matar ni a una mosca,
de què no sóc capaç de pensar-me millor o pitjor que ningú pel
fet de resar, o no fer-ho, a un Déu o a un altre, després de deixar
clar i català que em fa pànic tot el que comença i acaba en una
prohibició, i després de confessar un sentiment vehement i
irreflexiu respecte la notícia que em porta fins aquí, acabo amb un
altre que em surt de l'ànima: Podeu anar a fer punyetes tots
plegats!
Copas frágiles
Las
copas se han acomodado sin control en los huecos libres del espacio
indeterminado repartido por la estancia, y del pasajero sentido
común de quien las bebe y en estos momentos, vacías, y aún
insinuantes, esperan sobre cualquier superficie ajenas a la mano que las
ha usado para calmar su sed. Voy a levantarme para rescatarlas de su
descolocada posición y cambiar su sobada apariencia antes que
cualquiera confunda su quietud con su coincidencia y las recoja del
lugar donde no han partido impulsados vehementemente por la escasa
contemplación de la mano que las balancea.
Una
a una pasan por el chorro de agua más bien fría que arrastrara la
dosis de azúcar, incalculable por mi parte, que se ha posado en su
cuello y caderas, y de otras extrañas materias. Después sufrirán de
un minúsculo inyecto de detergente verde y delicado con las manos,
y con un suave estropajo intentaré restregarles todo lo que
retienen y que nadie desea. Hecha esta minuciosa cirugía sanadora
volverán a ser sometidas a una ducha de agua, esta vez más
generosa, y a pasar a una posición que no es justa ni digna, pero es
necesaria antes de devolverles el resplandor que les corresponde con
el seco trapo algodonado que tras un soplo de vapor, les devolverá
su estética apariencia. Volverán a la mesa, ahora sí, orgullosas
de ellas mismas, dispuestas a dejarse manosear por fuera y a
encharcar por dentro como si el vidrio acristalado que les da forma y
sentido, fuera su aval escudo, cuando en realidad no hay escudo que
las proteja con un pasado noble ni ofrezca un futuro asegurado,
cuando en realidad no hay más que la certeza de que son cristal
soplado para servir a la aspereza, o a una codicia sin caducidad.
Tempo
Recurrir
al silencio es lo más adecuado cuando tendría que hablar más de lo
deseado impulsada por un ataque inaudito personificado en la
insolencia, la mirada y el gesto de quien se siente atacado y agrede.
Los dardos acaban de pasar veloces a mi alrededor y antes de impulsar
los míos en dirección contraria, inmóvil y en estado de alerta,
los aíslo. Tras un incidente como éste, no hay mucho lugar para la
agudeza ni para el ingenio, necesariamente he de dar paso a la
suspensión momentánea de cualquier reflejo y esperar la reacción
del agresor. Si el agresor es como espero habrá reacción a la no
reacción, y serán los próximos sesenta segundos, los treinta
minutos, o el día entero, los analgésicos más eficaces para pasar
una hoja mal escrita en cualquier relación. Quizá nunca consiga
confinar ciertas páginas y tendrá que ser la voluntad quien haga
el resto, sea mejor o peor la sustracción resultante. Siento más
terror a mi propia reacción que a la de mi agresor a menudo, porque
soy más animal que racional cuando sucede y solo escapo a dicha
transmutación bloqueando cualquier movimiento emocional al alcance.
He de reconocer, al mismo tiempo, que cuando consigo sitiar mis
instintos primitivos y desatar un paréntesis, al instante
experimento cierto placer tras haber obstruido la necesidad de quien
busca guerra y choca con el límite. Siempre que no lo consigo, es menos sofisticado lo que he de arrastrar. No soy responsable de lo que no hacen
mis manos, ni de lo que no expresan mis palabras, tampoco de la
reacción que estas puedan generar, casi no soy responsable del
tiempo ni del porqué de mis propios delirios, quien sabe de donde
surgen...
Soy
responsable de todo lo demás.
Un paseo por el frigorífico
Al
abrir la nevera reparas en lo sofisticado que se ha convertido cuanto
nos rodea en poco tiempo, y también en su falta de idoneidad. No es
ella la inepta, si no lo que contiene, en cualquier caso. Imaginas
que, anteriormente al invento, la vida tenía que ser un poco más
embarazosa pero no tienes memoria de historias con daños
colaterales, ni en la familia ni en el vecindario en su ausencia. En
tu nevera hay lo necesario y una serie de cosas condenadas a terminar
en la basura. La mermelada, por ejemplo, termina en el cubo antes de
vaciarse completamente. Parece ser que el tarro tiene un punto
inasequible donde su consumo se detiene hasta que su contenido es
incomible. Lo mismo sucede con la salsa de tomate que has preparado
antes, con esmero, y decides guardar la mitad en un recipiente de
cristal donde esperará ser la alegría de un plato de pasta, o con
la mayonesa de huevo que siempre sobra, o con el resto de un gazpacho
que se oxida en un santiamén antes de haberse consumido totalmente.
Observas, a tu izquierda, que en aquella pequeña caja, que aún no
sabes para qué sirve exactamente, se han acumulado unas pequeñas
bolsas con salsa kétchup que ni les hace falta estar en la nevera ni
sobre las patatas fritas. Intuyes que la utilidad de dicha caja
consiste en guardar este tipo de remanentes u otros parecidos. En el
compartimento de más abajo, en la misma puerta, hay un brik de leche
de almendras que no recuerdas desde cuando está ahí, por no hablar
de las botellas de vino rosado, blanco, y una de vermut que ocupan un
generoso espacio desde las ultimas Navidades. Siguiendo la mirada
hacía arriba , ves un pequeño tarro de mostaza Au Miel que
alguien compró y tiene el mismo futuro que el de la mermelada de
mango y piña llegado a su punto imposible, otro, mucho más pequeño,
con restos de un insulso sucedáneo de caviar que en su día
utilizaste para adornar un pastel de atún que no duró lo suficiente
para tener su tiempo al fresco, otro bote, más bien chato, con una
salsa de pistacho venida de Amalfi que no convenció pero conquistó
un lugar en el frío contenedor, otro con la mitad de tu ajope
que tiene el cometido de socorrer los tristes lomos de cualquier cosa
a la plancha, detrás de estos, descansan dos bolsas de queso rallado
abiertas, probablemente el mismo día, un bote de remolacha por
abrir que da color al estante, y algo que nunca falla, ni en esta ni
en cualquier nevera, jamás, es un yogur caducado y una botella de
Coca-Cola casi vacía...Pero, a parte de esto y de estar ocupada por
todo lo demás, sólidos y líquidos que serán huéspedes por tres o
cuatro días, cualquier frigorífico es el armario de la casa al que
todos echan mano sin saber muy bien con anterioridad el qué y el
porqué. Por tu experiencia sabes que en éste tanque refrigerador,
es habitual quedarse parado mirando en su interior antes de decidir
que se va a extraer de él, como si al abrirse expandiera un vapor
embaucador que inmoviliza al que lo abre y lo embelesa durante un
buen rato. Una nevera es, en consecuencia, un aparato útil por
distintas razones: refresca, conserva y seduce. Y también es el
hábitat donde albergamos elementos antagónicos, el lugar ideal en
el que acumular gérmenes a los que podemos claudicar fácilmente, un
contenedor donde guardar, in saecula saeculorum, lo que no
utilizamos ni utilizaremos, y el sitio más inadecuado donde quedarse
pasmado.
Aquí queda otra...
Ignoro
porqué me dispongo a hablar de un trágico accidente como el de
Santiago cuando, éste y otros similares, señalan la diferencia en la
cantidad de victimas que dejan de una vez en comparación con cientos
de accidentes que suceden a diario. Suceden, cuando suceden,
lamentablemente, y ademas, en un tipo de transporte que debe, o
debería, tener un plus en seguridad que al fallar hace desmoronar
la supuesta confianza que antes se hubiera depositado en ellos. Es
entonces cuando surgen las dudas, supongo, la necesidad de
respuestas, sospecho, el afán de resultados que lo aclaren pero
que tendrían que haberse planteado antes de que sucedan.
¿Puede
ser responsable de un transporte de tales características alguien
que no haya superado un riguroso examen psicológico además del
técnico que avale que aparte de experiencia dispone de la suficiente
templanza para ocupar el lugar que ocupa? ¿Quienes son, porqué
mérito y cual es el cometido de los que vigilan, gobiernan o
administran a los que controlan la seguridad de un colectivo ? ¿ Nos
controlan mucho mejor de lo que les controlamos? O, ¿Vigilamos mucho
mejor de lo que nos auto-vigilamos?
De
aquí a tanto comentario, articulo u opinión que no va a ninguna
parte es pura reacción logica...Pero, ¿Por qué no va a ninguna
parte? Sería una de las preguntas que podríamos hacernos, también.
Hay casualidades en la vida que nos sacuden de manera tajante. No se
si llamarlas casualidades o son todo lo contrario, causas análogas
que desembocan en una fatalidad ante la tozudez de la omisión. Justo
cuando se reabre el caso de otro trágico accidente del metro en
Valencia, acontece una nueva tragedia que nos traerá más dudas
que nadie resolverá , más preguntas sin respuesta, más respuestas
que no lo serán... Tenemos un país de dudas que complacería a un
guionista como Patrick Shanley . Pero, me pregunto, ¿No será tanta
duda abortada el resultado de la regla 30-30-40, a la que seguimos apostando minuto a minuto, día a día, año tras
año?
El 30% de indolencia que solapa los intereses de muchos por los de unos
cuantos.
El 30% de curia que se protege y blinda ante cualquier sospecha.
El 40% de indiferencia que nos identifica superado un impulso pasional y
fugaz.
Ignoro
la respuesta, evidentemente, pero no me faltan preguntas, después
y también antes de cualquier adversidad que sucede, o no sucede.
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