
Recibo una llamada sobre las doce de la noche que me advierte que encienda el televisor y me sitúe en Antena3. Para llamarme a esta hora, pienso, debe valer la pena (…) ¡Ah! Ya entiendo el por qué. Dicho esbozo de programa, entrevista a una señorita brasileña que dice, afirma y reafirma que ha sido amante de Joan Laporta, president actual del FCB, 4 años. Observo a la mujer en cuestión y no entro en si miente o es sincera, se desahoga o esconde más que aporta detalles que no es que me importen, es que me la sudan. No estoy, precisamente, ante un programa científico, ni fiable aunque se esmere en aparentarlo. Es un show. Pero, aparte de las declaraciones de la brasileña, que incluso siendo ciertas siguen afectándome en nada, observo con atención la sarna en la que se emplean los que la inquieren: ¿Te obligaba a hablar en catalán Laporta? ¿En Barcelona los abogados no quieren defender tu caso porque Laporta es muy poderoso? ¿Cuánto tiempo pasó desde que tuvisteis una relación? ¿Era violento Joan Laporta? ¿Protegen los periodistas catalanes a Laporta? ¿Temes a Laporta. Te teme Laporta? Etc. Hasta a mí, que huyo como huye del agua el gato de cualquier sospecha de maniobra extraña, me hicieron caer ayer en la sospecha con tanta ofuscación y licencia. Miren, no, en Catalunya, y hoy lo escribo tal y como se escribe, lo que haga Laporta u otros en su vida personal nos la trae al fresco. Ahí tienen la respuesta del porqué los periodistas catalanes no se humillan persiguiendo a famosos ni cargan su curriculum despedazando intimidades para llenarse los bolsillos de basura. ¿Es lo que hacen ustedes periodismo? Ustedes son los matasanos de su oficio. Son los curanderos de los angustiados y los bufones de una corte indigna. Háganselo mirar. Ustedes, cuando no pierden los papeles pierden el tiempo. Si Laporta, consigue o no llegar a lo que aspira, no será porque esta señorita haya descubierto su intimidad en su bodrio de programa. Ni si lo alcanza, será porque ningún abogado en Catalunya evite llevarlo hasta un tribunal. Si no encuentra un abogado en Catalunya, que se vaya a Madrid a probar fortuna. Igual topa con otro desesperado como lo son sus invitados. Si Joan Laporta, logra o no, alcanzar alguna de sus ambiciones, será por lo poco o mucho que convence su cabeza, no su polola. Pero, ustedes, recogen a los inermes para justificar un oficio, el suyo, que bien podía haber sido en un mercado vendiendo sardinas. Es decir, cualquier pescadera merece mucho más respeto que lo que hacen ustedes ya que al menos, saben triar, limpiar y cortar el pescado que nos hemos de comer. Háganselo mirar. Lo suyo no es periodismo, es carroñismo. Si fuera por mí, existirían, pero, les aseguro que no resistirían. Y para terminar, una pregunta que alguien se hizo alguna vez y ustedes me han inspirado ¿Y a los que matan el tiempo en gansadas, nadie les detiene?