Accesit

Imaginabas un escenario similar, y te figurabas en él. Pudiendo volar a otro país y descubrirlo. Otra ciudad era, temporalmente, tu ciudad y otro idioma, otras costumbres, otro sentir y otros espacios, tu reto. Paris, Frankfurt, Ámsterdam. En él, tú estabas cultivando un aprendizaje y cualquier estudio o pretexto que eligieras no era más importante que lo que aprenderías de manera añadida. Puede que pasados algunos años, volvieras a donde naciste para redimirte y acercarte al abrigo de tu familia y amigos; puede que pasado un tiempo añoraras el calor de lo cercano, o puede que no, y que saltaras de un lugar a otro, y que de aquella experiencia nacieran otras y te transportaran a otras vivencias en distintos lugares. En todos, habrías aprendido algo y en todos te esperarían distintas circunstancias que un día recordarías y enumerarías a tus nietos que te escucharían igual que tu escuchabas , solícitamente, las historias de tu abuelo, o las que tu padre explicaba de aquella sórdida guerra que tuvo que resistir. El primer intento por tu parte fue poco antes de los catorce. Ni que decir que sentó como una extravagancia, era una propuesta irracional `partir un verano a Francia para instalarte en un orfanato de niños regentado por monjas para practicar el idioma galo. Solo era un verano y puede que la propuesta la hicieras precozmente y en un mal día para ellos, porque la despacharon rápida y categóricamente con un, no se hable más del asunto. Habían surgido, antes, más propuestas y menos ambiciosas, extrañas para ellos que también habían acabado en fiasco. Factibles, comparadas con aquella, pero, igualmente inoportunas. Poca broma con el dinero y con los sueños de libertad. No hay recursos, ni ganas de escuchar cuando todos llegan agotados del trabajo y con ganas de asearse y descansar. Tampoco es que en aquel entonces, delirar fuera lo habitual. En aquel momento, lo corriente era acabar los estudios primarios y el que tenía un padre albañil acabara de obra en obra. Quien tenía un padre en una fábrica, soñaba su padre en colocar a sus hijos en la misma fábrica; y el carpintero enseñaba a tallar la madera al hijo, igual que la modista a coser a su hija; quien tenía un colmado, a sus hijos enseñaba el digno oficio. No, no era nada frecuente ansiar sueños de grandeza, hace ahora…Nada, era ayer. Y hoy, haces un esfuerzo para comprender a todos estos jóvenes que andan embrollados entre protestas y altercados en reparo de un plan que fue aprobado hace casi dos años, un plan que insiste en motivarlos y en proyectarlos desde la tutela estatal, más que nunca . Ellos, tienen razón cuando advierten que esto no saldrá gratis. Es verdad, no puede salir gratis. ¿Alguien se ha molestado en explicarles que estudiar ha sido siempre un privilegio al alcance de pocos? ¿Nadie les ha hecho comprender que poder llegar a una Universidad era una quimera antes de ayer? Padres, tutores ¿Les han hecho comprender, alguna vez, que la cordura estaría en que fueran granjeros, herreros, panaderos… Y que la excelencia es que puedan estudiar, cerca o lejos?

Seguramente, lo que no comprendes no lo entienden sus padres y maestros, tampoco, pero, no han tenido tiempo o ganas de atosigarles con aquellas patrañas y explicarles historias lejanas, o valor suficiente para confesarles que estaba fuera de su alcance el acceso a la Universidad... Y ahora, tenlos aquí, en la calle, siguiendo la pauta de algunos rebotados y, plantando media cara a las porras y alzando sus panfletos de anhelos inverosímiles y olvidándose de aspectos más preocupantes de dicha ley, de pie o de suelo en suelo, cuando tendrían que estar congregados en un solo templo, el de la sabiduría, aprovechando cada instante . Comprendes, al menos, que no es el juicio lo que les agita, si no, indomables impulsos avenidos a una edad que, como el resto, se esfumará velozmente.

Manifiestos: Total

Basta ya de vuestros pedazos de hombre, de vuestros pequeños trozos de vida.
Basta ya de cortar el hombre y la tierra y el mar y el cielo.
Basta de vuestros fragmentos y de vuestras pequeñas voces sutiles que hablan por una parte de vuestro corazón y por un dedo precioso.
No se puede fraccionar el hombre, porque hay todo el universo, las estrellas, las montañas, el mar, las selvas, el día y la noche.
Basta de vuestras guerras adentro de vuestra piel o algunos pasos más allá de vuestra piel.
El pecho contra la cabeza, la cabeza contra el pecho.
El ojo contra la oreja, la oreja contra el ojo.
El brazo derecho contra el brazo izquierdo, el brazo izquierdo contra el brazo derecho.
El sentimiento contra la razón, la razón contra el sentimiento.
El espíritu contra la materia, la materia contra el espíritu.
La realidad contra el sueño, el sueño contra la realidad.
Lo concreto contra lo abstracto, lo abstracto contra lo concreto.
El día contra la noche, la noche contra el día.
El Norte contra el Sur, el Sur contra el Norte.
¿No podéis dar un hombre, todo un hombre, un hombre entero?
El mundo está harto de vuestras voces de canario monocorde. Tenéis lengua de príncipes y es preciso tener lengua de hombre.
Es preferible oír los discursos de un picapedrero, porque él al menos siente su cólera y conoce su destino, él está en la pasión y quiere romper las limitaciones.
En cambio, vosotros no dais la gran palabra que se mueve en su vientre. No sabéis revelarla.
La gran palabra que será el clamor del hombre en el infinito, que será el alarido de los continentes y los mares hacia el cielo embrujado y la tierra escamoteada, el canto del ser realizando su gran sueño, el canto de la nueva conciencia, el canto total del hombre total.
El mundo os vuelve las espaldas, poetas, porque vuestra lengua es demasiado diminuta, demasiado pegada a vuestro yo mezquino y más refinada que vuestros confites. Habéis perdido el sentido de la unidad, habéis olvidado el verbo creador.
El verbo cósmico, el verbo en el cual flotan los mundos. Porque al principio era el verbo y al fin será también el verbo.
Una voz grande y calma, fuerte y sin vanidad.
La voz de una nueva civilización naciente, la voz de un mundo de hombres y no de clases. Una voz de poeta que pertenece a la humanidad y no a cierto clan. Como especialista, tu primera especialidad, poeta, es ser humano, integralmente humano. No se trata de negar tu oficio, pero tu oficio es oficio de hombre y no de flor.
Ninguna castración interna del hombre ni tampoco del mundo externo. Ni castración espiritual ni castración social.
Después de tanta tesis y tanta antítesis, es preciso ahora la gran síntesis.
Nuestra época posee también sus bellas cabezas de algodón. De algodón con pretensiones explosivas, pero absolutamente hidrófilo.
¡Ah, ya sé! La medida, la famosa medida. Sois todos muy medidos. Si a veces esto no fuera un pretexto, si a veces ello no sirviera sino para esconder vuestro vacío.
Habéis nacido en la época en que se inventó el metro. Todos medís un metro sesenta y ocho, y tenéis miedo, miedo de romperos la cabeza contra el techo.
Pero necesitamos un hombre sin miedo. Queremos un ancho espíritu sintético, un hombre total, un hombre que refleje toda nuestra época, como esos grandes poetas que fueron la garganta de su siglo.
Lo esperamos con los oídos abiertos como los brazos del amor.

Vicente Hudiobro


Es viernes, casi de noche y no apetece salir. Es el momento ideal de apuntalarse cómodamente en el sofá y ver esta película que te recomendaron desde muy lejos.Ver cine desde la pantalla de un ordenador es más que nada, pero es algo muy precario comparado con lo que significa una pantalla inmensa y un silencio total sin interrupciones. Pero, vamos a ello.
Ya la he visto, a pesar de haber sonado un par de veces el teléfono que he espabilado sin problemas rápidamente, la he visto concentrada y con una calidad de imagen, inesperada. Es la historia de Eyal, un justiciero a sueldo del Mosad que hace justicia según las normas de ésta organización israelí. Durante uno de sus macabros trabajos, aunque limpios y convenidos, su compañera se suicida y Eyal parece entrar en otra fase de la que puede que no salga. Su próximo trabajo, está en su mismo país, haciendo de guía de un joven alemán, Axel, nieto de un longevo ex oficial del nazismo, que lo ha de acercar a su abuelo, a su pasado y a su presente, y a liquidarlo; también, lo acercará a su hermana Pia, y al mar de Galilea donde si es posible caminar sobre las aguas. Axel, no solo es nieto de este supuesto criminal sin cargo de culpa, sino que además es inteligente, encantador, colmado de una gran sensibilidad y sentido de justicia. Y gay.
Es una hermosa película sin demasiadas pretensiones. Pero nos sitúa en otra realidad e indica que anclarse en un pasado no tiene sentido si no es para evolucionar hacia un presente mejor. Que matar es fácil, pero, hacer justicia no tanto. Y que siempre hay alguien capaz de nadar a contra corriente y de ensañarnos como caminar, además, sobre unas aguas que repudiamos, Lalecet Al Hamaim, por negarlas antes de conocerlas.
Sovint, et fixes en allò que es manté amagat i no emergeix. No pots evitar.ho. A vegades, voldries frenar aquest impuls i deixar-te absorbir per la redundància d'aquestes paraules que son tantes, però, que no poden traspassar una lluna invisible que les empara. T'amagues en contes de barrejar-te entre elles i amotinar-te entre converses embrollades que semblen no tenir fi. Escoltes, aleshores, una música de fons que ningú mira. Sona una melodia que no saps ben be on va i d'on ve perquè nomes pots escoltar tu. I cantes. En mig de la follia, cantes. En mig de la passió i la vehemència, cantes i deixes que et transporti molt més lluny aquesta música que vibra dins teu. Tampoc escolta ningú com cantes perquè el so marca un ritme misteriós que t'envolta entre els plats, entre els ulls i les mans obertes, i entre una lexicologia que cada cop conceps més lluny. El ritme ho marca tot i en res governa. Nomes, et convida a estar una estona acompanyada, mentre que, absent, acumules, camines, o t'escapes.

Pequeños mundos: Historia de una Caja de ahorros

Trogen, es una pequeña población a media hora en tren de Sant Gallen, al oeste de Suiza.

Los 1688 habitantes de Trogen solo disponen de una institución financiera o bancaria que es la de Sparkasse Trogen (Caja de ahorros de Trogen) fundada el año 1821. Con toda seguridad, el banco más pequeño de Suiza por no decir del mundo. Su estructura es la siguiente: Tres consejeros honoríficos con funciones de control, un Presidente y una Directora ejecutiva. Las dos personas que están a sueldo son las dos últimas y entre estas dos personas se reparten un puesto de trabajo del 50%. O sea, que el Presidente trabaja medio día a la semana y la Directora trabaja unas 14 horas a la semana. El Presidente gana 3000 euros y la Directora 15000 euros. No al mes si no al año.

En los estatutos fundacionales dice que la finalidad de La Caja Trogen es la de aceptar ahorros, administrarlos y dar intereses correctos que fomenten el sentido del ahorro. A pesar de la crisis general, la Sparkasse Trogen cerró el 2008 con unos beneficios record en unos tiempos en los que los grandes bancos cierran con pérdidas millonarias. La Caja dispone de unos 12 millones de Euros de capital que es la cantidad que más o menos gasta el gran banco UBS en tarjetas de visita y papel para escribir en un año.

La Sparkasse Trogen, solo hace dos tipos de operaciones: cuentas bancarias y créditos hipotecarios. No da tarjetas de crédito, no tiene operandus por internet ni trabaja con divisas extranjeras. Tampoco especula en Bolsa ni con otras operaciones de riesgo. Naturalmente, están sometidos a la ley suiza bancaria, con todos sus derechos, obligaciones y garantías. Por ahora, disponen de 995 cuentas de ahorro y la caja de caudales está situada en la bodega de la casa de la Directora: En su interior no hay dinero en efectivo pero si certificados y documentos hipotecarios con los que la Caja trabaja.

Traducido del blog Suïssa estant

El cóndor pasa


Prefiero ser un cóndor que un gorrión y volar sin soñar y sin canción. Prefiero ser un árbol que una flor y crecer sin temer y sin dolor. Buscar sin encontrar jamás sin descansar sin fe ni paz. Partir y nunca regresar y así vivir y así pasar. Y así pasar. Prefiero ser el beso que el amor y olvidar sin llorar y sin rencor. Prefiero ser la lluvia sobre el mar y morir sin sufrir y sin cesar. Buscar sin regresar jamás sin encontrar sin fe ni paz. Partir y nunca descansar y así vivir y así pasar. Y así pasar ...


letra:Julio de la Paz/Armando Robles de Godoy
música: Daniel Alomía Robles

Porque es grande

De nuevo José Tomás nos brinda una de sus geniales y osadas manoletinas. Esas que, aunque no entiendas un pijo de toros, te hacen saltar del asiento ,o más bien, quedarte fosilizada en él sin aventurarte a dar un ligero suspiro por si algo de éste pudiera llegar hasta el cuerpo del torero y ser suficiente para desplazarle un milímetro de donde decide quedarse quieto . Aunque no sepas por qué, si consigue superarla, es ineludible soltar esa angustia contenida, ese aire ponderado y desbandarlo: Y olé!
Hace días, el consejo de ministros decidió conceder a Rivera Ordoñez la medalla de oro de tan distinguido premio que entregan Juan Carlos y Sofía (o sea, Sus M). La historia es más o menos esta: Después de unas polémicos comentarios de José de la Puebla, a raíz de que este año se hubiera concedido la medalla de oro de las Bellas Artes a Francisco Rivera y que han convertido a de la Puebla en gancho de la prensa rosa, amarilla y negra, sin pretenderlo, y en las que dudaba abiertamente de la gentileza de tal premio al haberse concedido a alguien sin suficiente merito aunque mediáticamente sobrado, Paco Camino y José Tomás han decidido estrechar filas con Morante y devolver dichas medallas. ¡No era necesario! Pero era cuestión de respetabilidad. ¡No era políticamente correcto! Pero era cuestión de decencia. No las envidiaban, porque Camino, la tenía desde el 2004 y Tomás desde el 2007. ¡No es de resentidos ni de cobardes!, como opina el señor Cayetano de Alba (que va a opinar un mantenido), es de valientes obligarse a la conciencia y arriesgarse a cuestionar lo que no es justo cuando no has sido invitado a hacerlo. Así que si, un, dos y tres Oles. Y el ministerio de cultura, que se lo haga mirar.

la cola de la fortuna

Curioso espectáculo es, ver colas que hacía años no se veían en las administraciones de lotería. Un decimo, ahora, cuesta 6 euros cómo mínimo. O sea, mil de las antiguas pesetas. No recuerdo qué valían antes porque pocas veces lo compraba, a no ser en Navidad. Pero, si recuerdo que mil pesetas daban para bastante. Por ejemplo, con un billete verde, podías comprar comida para un par de días, o un fantástico pastel en Vives, el mismo que hoy cuesta 18 euros. También llegaban para un par o tres de libros, para ir a la peluquería del barrio, o para siete desayunos en tu bar preferido. ¿Qué haces con 6 euros, ahora? Y no hablo de tiempos extraños y lejanos, hablo de hace nada, de tiempos que aún permanecen tibios en la olla de la memoria. Hay largas colas, dicen los que las recuerdan, como en épocas muy lejanas. Como si aferrarse a la suerte fuera más sencillo que hacerlo al ahorro, o al atrevimiento, o como si no fuera tan pesada la cruz de esperarla cada semana, y porque ahorrar 6 euros, hoy, parece una minucia. Vuelven las colas de los sin trabajo y regresan las colas de desesperados que a falta de no poder vender un piso que les ha quedado grande, o un coche que nadie quiere, esperan ser agraciados por la exigua buena suerte, que de tan solicitada huye y se esconde, esperando tiempos mejores. O que se refugia en brazos de seres ya afortunados, por aquello de no llamar la atención a tanto desespero. En la ciudad, todo esto se mezcla homogéneamente. Sin demasiado ruido y sin grandes señales: los afortunados, los desesperados, la ambición y la resignación, la avaricia y la tranquilidad. Pero, sigue llamando la atención descubrir alguna cola, y que sea, precisamente, para comprar lotería. Desgracia de unos, fortuna para otros. Pues nada, mucha suerte!


Rubianes, en los cielos

Joder, Pepe. No por saberlo de antemano has dejado de apretarme el cogote con tus manazas hasta que esa esponja de años dulces y de aguas saladas ha empezado a rezumar por los ojos cerrados. Han dicho la noticia por la radio del coche y he tenido que abrir las ventanas para encontrar tu voz en los bares de las gasolineras, en las ventanas de las cárceles y en los graznidos de los buitres, esas aves que limpian la naturaleza y que nos recuerdan que antes que ser rostros somos calavera. Luego, en la radio, han contado lo de las elecciones gallegas y vascas. De haber estado en Galicia habría ido a Vilagarcía de Arousa (Pontevedra) a comer las ostras más tristes esta noche. De haber estado en Euskadi, me habría acercado a un colegio electoral a escribir tu nombre sobre un voto que sería el más válido de los votos nulos. Tan válido que nadie podría contabilizarlo como propio.
Porque eso has sido tú. Has sido la palabra de todos y el actor de nadie. Y ahora te me llevas una parte de mi historia, cuando éramos solo un poco más jóvenes que ahora y sabíamos que el teatro era cualquier cosa menos comedia. El primero que se va se lo lleva todo. Franco era nuestro incómodo acomodador. Y ahora, ¿cómo voy a recordar de aquí en adelante aquellos tiempos de universidad y de ensayos con censor invitado? ¿Cómo voy a sumergirme de nuevo en aquellas cuevas luminosas de las aulas nocturnas, ahí donde una silla de tijera era el trono de un rey o el cadalso del reo o el pedestal de las estatuas? Todo eso éramos cuando no éramos nada. Y ahora, tú muerto y yo triste, todavía somos menos que nada. Será que vamos a por nuestro destino, que no es la muerte sino la vida de los durmientes y la visión de los miopes.
Pero me preocupan tus huérfanos, Pepe. ¿Quién dirá ahora lo que no nos atrevemos a decir? En realidad no se trata de atrevimiento, sino de lucidez. La lucidez que da la retorta y el alambique a los vapores destilados de una realidad turbia. Hablabas de tu teatro como si fuera un lugar de entretenimiento. Y la gente se reía, cierto. Pero luego, cuando se iban a sus casas o a la última copa, esa gente iba perdiendo la sonrisa y al día siguiente entendían que, creyendo ir a tu teatro habían ido a una lección de catedrático. Hoy tu muerte ha hecho aflorar palabras de elogio, precisamente de aquellos que tarde o temprano habrían sido alguna de tus víctimas. Tú y ellos descansáis en paz. Tú, porque siempre la conociste. Ellos, porque saben que se han librado de ti. Te vas habiéndote comido el mundo. Te quedaste con lo mejor y con lo más profundo. Y ellos, tus enemigos, temblaron, se enardecieron, cayeron en la violencia que tú les atribuías. Has sido demiurgo de los vencidos y desenmascarador de los vencedores. Y cuando quisieron sacarte a ti y a Lorca, los trabajadores te acogieron en uno de los enclaves de aquel Madrid del "no pasarán". Te brillaban los ojos como el diamante, que no es una piedra preciosa por su valor sino por su dureza.
Te llevas, Pepe, el secreto de tu fortaleza y la fórmula de tu lenguaje universal. Los periódicos se hicieron para que tú los leyeras y los interpretaras. Tantos intelectuales vendidos, a veces regalados, y tú, a lo nuestro. Y lo nuestro, sin ti, va a ser más difícil de vivir. La libertad no admite nombres propios. Pero cada vez que grite "¡viva Rubianes, que estás en los cielos!", desde Espartaco a la Bastilla, desde Auschwitz a Gaza, sabrán que tuve el honor de ser amigo y contemporáneo del más libre de los hombres.

Por Joan Barril (el Periodico)

Sí, pero no

Hace días me preguntaron por la reacción de Emilio Gutiérrez y solo se me ocurrió decir que me pareció un calentón. Ojala pudiera calificar de un manera tan superflua todos los actos violentos y quedarme tan ancha, pero no lo son, por tanto, sería un disparate hacerlo. Como disparate me parecen todas las opiniones públicas apoyando la reacción del socialista. Y lo son por la sencilla razón de que no es lo mismo comprender que aceptar. No es lo mismo. Hace dos días leía a un articulista catalán afirmando que le dan asco las opiniones que condenan la agresión de Gutiérrez porque son cínicas y demagógicas, carentes de decencia, etc. Yo me uno a estas bajo el amparo de una ley que obliga, porque si abrimos paso a la reflexión de determinadas reacciones violentas en determinados casos, podemos estremecernos de lo que somos capaces de comprender, pero sobre todo, tendremos que asustarnos por la persecución que una vez instalados en la razón y en nuestro derecho de manifestarla publicamente, se nos aplicará y nos mantendrá subordinados al peso de una ley, recientemente fundada a medida para perseguir las no condenas explícitas en actos violentos. Si a partir de la reacción de E. Gutiérrez en Lazkao, nace otra manera de justificar la violencia, y se admite esta por la sencilla razón que es comprensible, dicha ley es basura y ha de terminar en donde acaban todos los desperdicios. Ya no soy capaz de adivinar si la reacción de Emilio fue impulsiva o premeditada. Hecho que también me ayudaría a analizarla desde otra perspectiva. Pero da lo mismo, agredir es agredir en cualquier caso. Y de la misma manera que no justificaría que un maestro desesperado fuera a casa de un alumno imposible a insultarlo y a intimidarlo, no puedo admitir (bajo esta ley), aunque si pueda entenderla, la reacción de Gutiérrez. Los hombres buenos cometen crímenes, los hombres buenos son víctimas, también, pero no se trata de analizar bondades, hablamos de aplicar justicia, hablamos de un orden que se ha dispuesto sin exenciones ni matices y sin tener en cuenta la clemencia de la idea que explicaría el fin. Todos desean vuestro bien. No dejéis que os lo quiten. (Stanislaw Jerzy Lec). Aunque también es cierto, y sabemos muy bien, que la aplicación de la ley, aunque la ley sea inflexible, es dúctil, es condescendiente en algunos casos y en éste, no me cabe duda, lo será.