- Lo reconozco, llevo algunos días leyendo todo lo que llega a mis manos sobre la gripe A. No es que sea aficionada a la lectura de enfermedades y microorganismos que pululan a nuestro alrededor, es que me inquieta está, particularmente, por la de contradicciones que hay sobre ella en los medios habituales y que no coinciden, en algunos casos, con la de nuestros vecinos. Por fin, estamos de acuerdo en algo: No hay vacunas disponibles para todos y esta vacuna aun no puede estar sometida a los controles pertinentes antes de nuestro otoño. Y por fin, estamos de acuerdo en que la higiene personal, la higiene general y todo lo que sea higiene y prevención, no puede ni podrá evitar que el virus se extienda, pero sí que su extensión sea más limitada. Nuestras madres, abuelas o profesoras, entre otras cosas nos machacaban con aquello de “¡ a lavarse las manos!”. Antes, la mayoría de hogares no estaban preparados para bañarnos a diario en agua caliente, teniéndonos que asear de la cabeza a la cintura y de la cintura hacia abajo en dos tandas en un agua calentita o ya tibia, que había calentado nuestra madre hacia escasos minutos y trasladada rápidamente al cuarto de baño donde antes, se había encendido un poco de alcohol para que quemara en un recipiente de aluminio y calentara el frío ambiente. Así que lavarse las manos era un acto necesario y relativamente fácil comparado con lo demás y al alcance de cualquiera que tuviera agua corriente en casa. Recuerdo, también, una bata. Solo llegar a casa, la ropa de calle era substituida por una bata de estar por casa que en invierno era más mullida y en épocas más cálidas similar a la del colegio. Esta bata, evitaba desgastar la ropa de calle en exceso y evitando tenerla que lavar a menudo. Hoy, no solo no hay batas ni la costumbre de cambiarse de ropa al llegar a casa, si no que toda la ropa acaba metida en el bombo de las lavadoras a diario. ¡Todo un lujo ¡ Antes, nos daban un pañuelo de algodón para sonarnos y limpiarnos, y también servía para proteger a otros de nuestros estornudos. Estos, pasaban después por un cruel proceso de lavado. Todos sabíamos cómo usarlo. Hoy, no es nada excepcional ver a alguien estornudando en tus narices como si fuera un aspersor de larga distancia. Las zapatillas, eran lo primero que había que calzarse antes de encender la radio, la tele o disponerse a merendar. En mi casa, era exageradamente seguido este ritual con lo que mi padre, por ejemplo, solo abrir la puerta, encontraba sus zapatillas esperándole en el suelo un poco a la izquierda de la misma entrada. Por aquello de no hacerle tropezar, y el hombre, aunque agotado, seguía el ritual religiosa y mansamente. Todo lo que acabo de explicar, demuestra que nuestras madres y abuelas eran mucho más estrictas y meticulosas en cuanto a la higiene se refiere aun teniendo muy pocos medios para serlo. La ropa, recién lavada, se tendía al sol con lo que si quedaba en ella algún resquicio extraño y virulento era machacado por el calor que emana este. Hoy, las lavadoras lavan a diario y las secadoras hacen el resto con lo que una vez acabados los dos primeros procesos, solo queda plegarla y planchar. Vamos, más o menos, empleamos el mismo tiempo que dedicaban nuestras abuelas a la colada, solo que con distintos métodos. Algunos, empeorados.
Estamos pues, ante una epidemia, o pandemia, que puede sacarnos de nuestras costumbres más arraigadas y empezar a pensar en adiestrarnos en otras en el mejor de los casos. En el peor, no quiero ni imaginarlo. Mientras tanto, las farmacias no pueden suminístranos el gel mágico, compuesto básicamente por alcohol, que aconsejan los entendidos sanitarios porque lo han acaparado, dicen, clínicas y hospitales. Mientras tanto, hospitales y clínicas acaparan, no ya una vacuna, no, si no un simple desinfectante, las grandes empresas como La Caixa , Fecsa u otras, nos informan que están reclutando personal para substituir al que caiga enfermo en los próximos meses. Pero, al mismo tiempo, nos dicen que no hemos de abandonar nuestro modo de vida ni cambiarlo, léase: trasladarnos en transportes, ir a trabajar, llevar a nuestros peques al colegio, ir a los centros comerciales, al cine, a los restaurantes, etc.
En este país, donde las noticias siempre nos llegan a medias y tarde, queda claro que algunos se están pasando de listos, sea por abuso o por defecto y esto no solo es imperdonable, es alarmante. La ignorancia, a la que estamos sometidos por omisión, quizá sea la pandemia más alarmante que hayamos sufrido y podamos sufrir. Nihil sub sole novum.
Bon dia, buena suerte y mucha salud…
Sursum corda?
Sospechosa de intentarlo
¿Tienes criterio y sabes defenderlo? Pues, has de saber que habrá personas que van a confundirte con un presuntuoso o una fantoche. No necesariamente ha de ser así, pero, a menudo, serás tildado-a de ser un estirado que desprecia todo lo que no esté bajo tu implacable defensa. Gwyneth Paltrow, la conocida actriz californiana, ha colaborado muy estrechamente en un programa que intenta difundir lugares de España y de su gastronomía para el público norteamericano. Llevan emitidos algunos programas entre los que han salido maravillas de distintas zonas, entre ellas, de Castilla-Leon, Galicia, Euskadi y Cataluña, y queda por emitir el resto.. . Se dice, se comenta, que a la actriz se está ganando poco a poco, la enemistad de algunos de sus compañeros de rodaje como, Brad Pitt y Escarlet Johansson, y que la empiezan a considerar en el mundillo, una snob que solo sabe hablar de las excelencias de la comida española desde que ha rodado esta serie de documentales. (Sospechosa antes que buena mensajera) No creo que me quemara si pusiera la mano en el fuego a favor de lo que intenta la Paltrow. Y, tal y como lo veo, solo intenta sacarlos, seguro que muy vehementemente, de su ignorancia en las cosas del comer. ¿Prefieren pensar que es una pesada, una engreída antes que poner en duda su propia alimentación?
Esta era la cuestión: ¿Vale la pena mostrar tu criterio y defender lo? Hay veces, que no es necesario cansarte en intentar difundir cosas que crees buenas y consideras beneficioso explicarlas. Van a tomarte por tontina, por snob, o simplemente por un presumido. Hay veces, que si vale la pena y algo de lo que intentas transmitir, cala. El criterio, no se compra ni se vende en el supermercado, se aprende. Y no se aprende si no es después de haber errado mucho, o de haberse empapado mucho de algo. La cara y los gestos, te aportaran mucho de si estas ante un fanfarrón o ante un entusiasta bien informado y generoso. La cara de la Paltrow y de sus compañeros mientras comían, hablaban por si solas (Uno de ellos, sonreía como un bebé). Allá con sus compañeros si no quieren recoger, menos subirá el jamón y el cava.
votos, ¿para qué os quiero?
Leído
- A raíz de haber leído una entrevista a Montserrat Nebrera en el Avui, se me ocurre lo que a muchos, (sobre todo a muchos más que a muchas) que la Nebrera, está mal situada políticamente hablando. Es un delirio, supongo. Porque si está en política y está donde está, es porque no quiere estar en otro lugar. Es una persona atractiva, en todos los sentidos de la palabra. Sabe parlamentar, sabe escuchar y sabe responder con salero. Es guapa, es inteligente y es, según cuentan, imprevisible. Algo que no admiten de buen grado los del PP, ni los de CIU, desde luego. Así que sigue siendo un delirio, ya no que pudiera estar en otro partido que no sea el PP, si no que exista un partido liberal conservador (como dice ella) en el que pueda conectar. Le propondría, si estuviera en mi mano, crear uno de nuevo: la CEMDE “La coherencia en manos de alocados “ (esbojarrats, en catalán)). O algo parecido. De la entrevista, no comparto una frase: “la derecha es libertad y es orden”. Que se lo pregunte a los chinos…Puede ser orden, puede ser libertad, pero es muy complicado que sea ambas cosas. ¿La derecha, es utopía, también?
No sé si después de haber afirmado que en un posible referéndum en Catalunya, ella votaría a favor de la independencia porque el sueño de libertad es más fuerte que cualquiera, seguirá en el PP, o saldrá de él en globo. Puede que sea una afirmación que la sitúe, ligeramente más cerca, de la Catalunya más levantada socialmente, o puede que afirmando que ella también votaría SI, esté negando de antemano la posibilidad de tal referéndum, presuponiendo que ganaría el SÍ, por lógica. Se olvida, pero, o lo excusa, que la lógica no está mayoritariamente instalada en España, ni tan solo en Catalunya. La lógica viene después de haber madurado mucho un concepto, después de haberlo sufrido de alguna manera. Sea una situación sentimental, práctica, individual o colectiva. La lógica no aparece si no hay antes una pasión que la precede. La lógica, viene después de haber superado la fase de entusiasmo y para evitar la sinrazón. Es una postura que aparenta ser prudente, pero está a medio camino de la pureza y del frenesí, y no se llega hasta ella por un sendero ancho y fácil . Es la ciencia del pensamiento, es la gimnasia de la emoción. Con lo que no, no ganaría el SÍ. Porque, mayoritariamente, la gente sufrimos, soportamos o disfrutamos de la vida, pero no disponemos de mucho tiempo para reflexionar en ella. Otro gallo nos cantaría a todos si así fuera. Y otra suerte nos esperaría, con referéndum o sin él…
Falta, sobra, urge
Lees un artículo que corresponde al Avui, de Salvador Sostres. No hace falta justificarte. Lo lees casi cada día porque te gusta lo que escribe y muchas veces, incluso, te divierte y otras te enfada, pero nunca te deja indiferente. Te hace reflexionar, además, en lo que hay de excesivo y en lo que hay en el poso de esta amplificación como norma por contemplar a un país y a sus ciudadanos. Hay mucho de literatura, de afición por explicar y hay un apasionado trabajo detrás. A veces, hay más intención cuentista que realista y es cuando te divierte, y la ponderación casi siempre está postergada aunque está implícita. Quien escribe, extrema su postura con lo que provoca una vuelta al centro del concepto. Pero cuando dicho extremo está construido para derrochar información, de manera generosa y gratuita, lo acoges de la misma manera y te dedicas a cavilarlo un poco más allá de lo que harías si fuera interesado. No hay exageración en el contenido de sus relatos, hay una refinada manera de exagerar aquello que expresa y en el fondo hay verdad y en el fondo hay represión. La realidad también reprime el pensamiento y lo limita al hecho sin que puedas especular honestamente más allá, aunque lo desees vehementemente cuando pretendes un mundo utópico, o algo más siniestro. Las cosas son como son, y las cosas en algunos lugares han dado un ligero, pero, decisivo paso atrás. No hablo de economía, hablo de licencias no plausibles y de falta de respeto. De mucha falta de respeto:
- “Al carrer Enric Granados, 135. Afrancesat bar que es diu Bon. Demano un suc de taronja i una d'aquestes noietes parisenques, alta i seca i de depilació escassa em diu que li parli en espanyol perquè som a Espanya. Telle quelle. No vol donar-me el full de reclamacions i telefono immediatament als Mossos d'Esquadra, que cal dir que atenen la meva queixa amb promtitud i de seguida arriba una patrulla a restablir l'ordre per la via d'obligar-los a donar-me els fulls de queixa. Tot té un límit. (…) “
En este párrafo no hay nada de exagerado, hay una realidad que han generado algunas mentiras y el extremo no lo marca quien escribe, lo exhibe quien se sostiene en una excusa y aprovechando la falacia, se convierte en la intransigencia a la que hay que limitar. Es la camarera parisina quien cae en la desfachatez. Esto, y mucho más ocurre hoy en Barcelona, sobretodo, y es algo que no ocurría hace diez o quince años atrás. Cuando actitudes atrevidas e ignorantes como la de esta camarera, empiezan a ser norma, es lógico pensar que puede haber una reacción. No ha de haberla, necesariamente, como para cambiar algunas cosas, pero, si para preocuparse de lo que falta y de lo que sobra y prepararse para combatirlo. En este caso, lo que falta es mucho respeto porque alguien se ha dedicado a contaminarlo y otros suben al carro de la negligencia encantados, y en este caso, lo que sobra es prudencia, sensatez y paciencia que han dado paso a la insolencia. Pero, todo tiene un límite.
Destino: La Utopía
- Estaba pensando en la utopía. Si algo no es imposible, no es una utopía. Se puede intentar alcanzar la perfección sabiendo que es imposible, en ningún sentido, se puede apuntar alto sabiendo que el trompazo es más que posible. A eso se le llama jugar, o arte, y si es viable hacerlo cuando se asume el riesgo. No sé si la sociedad que nos ha tocado vivir en plena madurez mental y física, es una sociedad perfeccionista, no me lo parece en muchos aspectos, pero en otros, entiendo que sigue una tendencia sublime, sobre todo en lo que respecta a la apariencias. Hoy, es fácil ver como personas de tu entorno se operan los pechos, se depilan definitivamente con láser y se musculan a base de ejercicio y otras cosas más nocivas que el machacarse en un gimnasio. Es fácil conocer a alguien, sea hombre o mujer, que va dos veces por semana a una sesión de masaje o dice merecerse un fin de semana en un hotel-spa. Todo esto puede significar que entre las prioridades de hoy, el aspecto físico y el bienestar, son de las más importantes, muy por encima que entrenar la mente o el ánimo, por ejemplo, pero, también significa que a menudo, confundimos ideal con utopía. No creo que haya un ser humano que no tenga algún ideal de vida en su imaginación, tampoco creo que los ideales no estén en uso, al fin y al cabo, cada movimiento que hacemos está avalado por nuestro ideal, aunque sea nimio. Creo, al mismo tiempo, que estamos marcados por las tendencias que nos marcan desde fuera, sea de forma directa o no, sea de forma gradual o agresiva. No hay quien se escape de tales influencias, aunque sea para huir de ellas. Todo esto, no quita que estemos camino hacia una perfección que no existe ni existirá nunca, simplemente, porque el ser humano dista mucho de ser perfecto. Estamos subidos a un tren que va a un lugar llamado, Utopía. No existe, pero nos quieren hacer ver que sí. Mientras subimos radiantes, exaltados, rodeados de artimañas y preponderancia a dicho tren, abandonamos en el andén algunas cosas que deberían estar resueltas mucho antes que nuestra honorable nariz, o que la defensa de toda la raza humana desamparada. Hay leyes que no se cumplen; hay legisladores ineficaces; hay cosas que nos esconden; hay trabajadores que no cumplen y otros que se exceden en su cumplimiento, hay trampas… Pero, sobre todo, y lo más preocupante, es que también en la política, hay la voluntad de alcanzar la utopía cuando no somos capaces de lograr un respetable y progresivo avance. Si las utopías no existen, no deberíamos aspirar a gobernantes ni a gobiernos perfectos. Deberíamos aspirar a qué sus políticas fueran intachables, sin más. Tampoco debiéramos anhelar tetas artificiales, ni a convertir la vida en un oasis de armonía y tranquilidad. El mundo, es como es, el ser humano, es como es, y aunque lentamente, progresamos, no cabe duda que pasamos por etapas pantanosas, aspirando a una perfección que alguien espabilado pero sin grietas en su conciencia, nos vende como posible. Entonces, subimos al tren de la Utopía, nos convertimos en vulnerables, en seres extraordinariamente manejables y, dejamos de ser, eficazmente razonables.
Y en domingo, cerrado (II)
En Agosto, abierto (I)
Caminar por la ciudad a las siete y media de la mañana, en verano, tiene su encanto. Todo está cerrado, o casi todo. Ves a pocas personas, topas con algunos jóvenes que andan en diagonal camino a ningún lugar en especial, y aun no circulan demasiados coches ni camiones. Además, el sudor que generas a las doce del mediodía queda reducido a la mitad cuando madrugas. Madrugar siempre ha tenido sus ventajas, como dice el sabio refrán, ayuda a disponer de un día más largo con lo que puedes aprovecharlo mejor.
Sin embargo, ni siquiera en Barcelona se madruga hoy. Hace algunos años, unos cuantos, viajé a Galicia con mis padres. Recuerdo, que al pasar por Madrid, a las nueve de la mañana era casi imposible encontrar un bar abierto para desayunar. Y si lo encontrabas, te servían no solo el desayuno, también un miramiento sospechoso. Igualmente, en La Coruña, era difícil despertarse temprano y ver la ciudad despabilada. Eso te hacía pensar que vivías en un lugar privilegiado donde todo estaba servido pronto y bien, y aunque tú formaras parte de alguno de estos servicios, sentías que esto era una excelencia en muchos aspectos. Ahora, eres tu quien observa a muchos de los turistas que pasean temprano a otro ritmo que no es el tuyo, mirando otras cosas que tu ya ni miras, e intentando encontrar lo que tu requieres cuando viajas, y están tan perdidos como tu estuviste hace años en Madrid. El bar que madruga más en la ciudad, despierta a las ocho y media de la mañana. La tienda del centro que abre antes, lo hace a las diez de la mañana. Y en Agosto, muchas tiendas duermen como si no fuera con ellas todo lo que sigue sucediendo en la ciudad. Todos ellas se merecen un descanso, pero, no todos los paros son apropiados ni justificados. Una gran ciudad que no se acopla a lo que sucede en ella, es solo una aspirante a serlo. Existe aún, la cultura de cerrar en Agosto y la manía de pensar que solo Agosto es válido para descansar. Así que puedes andar a las siete y media o hacerlo dos horas más tarde que verás que predomina el mismo e insólito paisaje anunciado en un cartel que dice: “CERRADO POR VACACIONES”.
Una gran ciudad que cierra por vacaciones es solo aspirante a serlo por mucho que su ayuntamiento se empeñe en convertirla en prominente a base de lanzar mensajes para que la visite el turismo en masa. Regar y barrer sus calles a las ocho de la mañana, es inoportuno cuanto menos. Hacer obras a pleno sol, significa la usura de los empresarios por pagar sueldos nocturnos, o la inexistencia de voluntarios a cobrar extras para trabajar en horarios especiales. Tener que esperar a la diez de la mañana a que un determinado comercio abra sus puertas porque quien lo atiende está desayunando a las diez y diez, es casi un desprecio inexcusable. Hacer cola en un banco en Agosto porque solo queda un empleado disponible, es una casi una ofensa para sus clientes. Ni siquiera Barcelona se ha querido salvar de esta inercia que la sitúa donde nunca había estado: en la insuficiencia, en la labilidad y en la apatía de quien no ambiciona más que lo que está estipulado en una hoja que lo indica. Pero, a contra corriente de la inercia instalada, siguen quedando algunos sentimentales que saben, que a quien madruga Dios, u otro madrugador, les ayuda, y que prefieren Mayo, Octubre o Noviembre y eligen, no cerrar, aunque encuentren la manera de poder descansar…
A proposito de una escritura incomprendida, o de un escritor incomprensible
- Tienes razón. Escribir, es algo más que una afición. Escribir, es trabajar si lo haces profesionalmente y puedes vivir de ello. Escribir, es trabajar si lo haces sin estímulo económico, igualmente. Porque en el simple ejercicio de escribir hay la voluntad de expresarte correctamente, sin faltas, y la de manifestarte, aunque sea de forma discutible. Además, escribir, es una actitud, porque quien escribe, está pensando en escribir y no piensa en otra cosa cuando pasea, viaja, disfruta de una comida o se enfrenta ante cualquier hecho cotidiano. Esto he de convertirlo en una historia, a ver cómo consigo hacerlo. Escribir, no solo es una afición por conjugar frases, ajustar palabras y encubrir o desparramar emociones, es, también, un trabajo y un reto, porque requiere de un esfuerzo en el que consumirás bastantes energías , energías que nos dedicaras a otra cosa y que quedaran disipadas en el texto sin poderlas recuperar . Creo, que quienes tenemos esta afición, poseemos la seguridad de que estamos haciendo algo que nos gusta, pero, también tenemos la voluntad de convertir lo que nos disgusta en algo que nos agrada y esto no fácil.
El acto de escribir, no solo es una manera de disfrutar, es una labor, es un acto de voluntad, es un estilo de vida y una forma de proceder. Comprende, pues, que cuando hoy, aun existen personas que no ven en el ejercicio de escribir un trabajo, lo hacen porque no tienen ni idea de lo que significa hacerlo, ni tienen idea del compromiso que para ti es hacerlo, porque cualquiera puede escribir y hacerlo gratis, porque cualquiera puede escribir y ser leído, y porque, cualquiera, puede escribir y hacerse más o menos entendible. No sé si te servirá de algo, pero, yo te comprendo porque comprendo esta manía que te envuelve a cada paso que das por aquí, por allá, cuando estás en casa o cuando no estás. Y creo, que soy capaz de comprender la angustia que te invade cuando has de escribir y no tienes nada que explicar o no encuentras la forma de explicarlo. ¡Claro que escribir es trabajar! Si trabajar, se considera invertir un tiempo, tener un propósito y aceptar un compromiso, en cualquier empresa, esta lo es sin duda y es una empresa a la que puedes añadirle fantasía, documentación, alegría y tristeza, decepción y admiración, seriedad y humor, mucho más de lo que se emplea en cualquier otro trabajo, y, sin abandonar el compromiso firme de expresarte correctamente a favor de alguien o de muchos, no importa la cantidad de personas que te vayan a leer si no es en lo que afecta a tu salud mental. No me cabe ninguna duda que escribir es un trabajo, y un trabajo de los más honestos que existen, aunque no sea el más ilustre ni el más incómodo, porque en cada frase que construyes, no solo hay un tiempo invertido, hay también una elección y una determinación. Tiempo y decisión, juntos, son entregados al albur de una lógica desconocida y de una reflexión desigual. Por todo ello es que escribir, puede escribir cualquiera, pero escribir bajo la presión de un deber, además, no es para cualquiera. Y dejémoslo claro, si alguien puede decir que escribiendo es feliz, sin más, es que no escribe nada conveniente. Si cuando alguien escribe y pretende decir algo, no provoca alguna reacción, buena o mala, es que no ha dicho nada. Aunque, dejémoslo claro, también, escribir no es ejercer de portera indiscreta ni de madame cicuta, escribir y ganarte la vida escribiendo, es invertir tanta energía en el teclado como en el argumento, porque aunque lo manifestado sea de tu propiedad, cuando es leído, deja de serlo.