Un dia de cel nuvolat, es una oportunitat més que un destorb. Es el dia perfecte per fugir del soroll, de la feina i del que calgui per guarir-se en els pensaments. No cal esperar a adormir-se per pogué pensar i analitzar els nostres pensaments. Tots, sabem que tenim coses pendents, coses que ens amoïnen per haver-les deixat de costat abans de tancar-les, o per haver-les ignorat, senzillament, per incomodes. Aquestes coses que no hem dit o que no hem fet, acostumen a abordant-se quant les llums es tanquen, quants els sorolls cedeixen i quant el cos reposa. Apareixen i ja vaig comentar un dia, que no eren els nostres convidats, precisament. Eren inoportunes visites que no hi serien si les haguéssim resolt quant tocava. Vet aquí, que jo encara en tinc algunes sense resoldre encara que sé quina resolució tenen. Vet aquí que saben el resultat de la suma o la resta, en qüestió, vaig retardant-les perquè el final no m'agrada gens. Com tots els finals dolents, aquest es resisteix a mostrar-se i apareix quant tot es fosc o com tot es gris com ara. Apareix quant hi penso. I com es un final que no m'agrada gens, el retardo, pensant pot ser, que hi han finals infal-libes quant quasi tots els finals hi son perquè fallen una o mes coses que han deixat de funcionar. Es d'imbecils doncs, retardar-los. Es d'una imbecil-litat extrema saber que quelcom ens fa mal i no ens convé i imaginar-ho d'un altre manera que no sigui la que és realment. Hi ha coses,hi han fets i situacions, hi han persones que, simplement, no ens convenen. No son millors ni pitjors. Senzillament, no son favorables per nosaltres, i apareixen quant dormim,o quant callem i en dies tan grisos i feixucs, com aquest.
sortirem a la pluja
La fête a fini
(…)
Penoso. Si queréis saber cómo va en realidad, España, leed Le Monde, o le Petit Journal, al menos sabréis como nos ven en Europa: Unos vagos que lo único que han hecho bien es sumarse al carro de la desidia y la especulación. Por si fuera poco, algunos medios economistas europeos, apuntan que España debería salir de la zona euro para poder, si es necesario, volver a devaluar su moneda, como antaño, y regresar a su humilde imperio que ha ido durante los últimos años, de fantasma por el mundo. Mientras, Botín, se afana en callar tales opiniones y denuncia a Madoff mientras garantiza a todos sus clientes-víctimas, un paquete de sus acciones para tranquilizarlos (con condiciones) Europa nos mira, Europa observa… ¿Es rabia, es envidia, es realidad? A juzgar cada cual…Yo, no entiendo de política ni de números.
http://www.lemonde.fr/archives/article/2009/01/17/la-deroute-de-l-invincible-armada-par-pierre-antoine-delhommais_1143171_0.html
ANEXO: RECETA PARA MONTAR UNA CRISIS PIRAMIDAL (Por Leopoldo Abadia)
Contar lo ya contado
las llaman, tortas
Delirios y mesuras
Carpe diem
Arts gratia artis
El muchacho se esfuerza en gustar. Procura no acabar como una de sus víctimas, sacrificados de sus pensamientos y declaraciones e inmolados para llenar espacio y reafirmar dudosos conceptos. Sin duda, el muchacho tiene recursos para convencer a las personas, porque sabe, que muchas personas, cuando las festejan con los mejores lugares y les convencen con jugosas conversaciones, trascendentes en apariencia y profundas en su contexto, caen de cuatro patas aun sabiendo, en el fondo, que no deberían. Tanto da que la relación sea de amistad o familiar. El alto y el bajo mundo, se basa en una serie de cortesías que funcionan aunque todo lo demás no funcione. Y estas marcan las relaciones, las influencias y el tráfico de contactos más allá de lo previsible y de estorbos. El muchacho, es listo, más que listo es inteligente, a veces genial y otras veces, como es de esperar de la genialidad, cruel. El muchacho dispone de una situación económica-familiar distinguida, cosa que facilita esta generosidad, aunque no necesariamente. No es lo mismo ofrecer una cena a base de embutidos selectos y vino tinto, que ofrecer un viaje a Roma. No es lo mismo regalar unas flores a tu suegra que unas cuantas noches en el Lutetia de Paris. No es lo mismo. La flores, se marchitan por muy encantadoras que sean y su encanto dura lo que duran ellas frescas y bellas. Una estancia en un hotel de primera clase, dura algo más y mientras, se puede observar, si es posible observarlo, lo que resta muy oculto incluso para los geniales. El muchacho, sabe como agasajar y lo hace por generosidad y para seducir, porque sabe que se puede embrujar y castigar a alguien a través de sus seres queridos, tal vez, mucho antes que hacerlo directamente. Sabe, el muchacho, que se puede arribar por tierra, por mar y por aire a los corazones, y opta por llegar a través de la belleza porque la sabe y la puede conseguir. El muchacho invoca un mundo perfecto porque él lo ha vivido casi perfecto si no fuera porque la evidencia le muestra que no lo es. Tiene las bases para conseguirlo, tiene los detalles del camino y las herramientas. Lo intenta y hasta ahora lo consigue. Pero, y a pesar de todo, el muchacho no tienen ni la más mínima idea de que un día, sentirá la angustia inevitable. Una angustia que cree adivinar pero no sospecha ni de lejos. La angustia y su trato, no vienen indicadas en la guía Michelin ni se pueden soslayar con más o menos dinero. La angustia de que hablo, es innata en los pobres y en los ricos, está instalada en la mediocridad y en la gentileza, cuando esta se apodera del padre de un joven ansioso de vivir, o de una joven enamorada. Esta angustia, no es una invitada, es una extraña que se presenta sin más en tu casa, invade tu corazón y modifica tus prioridades. La angustia a la que me refiero, no se salda con flores ni con maravillosos paseos en canoa. La angustia, que indico, se instala más allá de donde estés, más allá de con quien estas y mucho más allá de con quién creas que estas. Es amor en mayúsculas. Es el amor benévolo que tanto cuesta de entender hasta que no lo afirmes en tu propia carne, y puede que sea, también,el más ciego de todos los amores. Y por esta angustia se disimula, se accede, se hace y deshace, se dobla cualquier voluntad más allá de la razón y del corazón. El muchacho cree reconocerla, pero le queda mucho que vivir antes, mucho que reír y sollozar, mucho que disfrutar y resistir, de permitir y de negar antes de saberla y conquistar.
Ad altiora tendimus
En una entrevista éste alguien, responde o no a lo que le han preguntado. La mayoría de veces que un político responde en una entrevista, por ejemplo, no contesta a las preguntas, y casi siempre se escapa de las comprometidas e incomodas. En una entrevista a un político, el mero entrevistador, simula ser agresivo, pero pierde gas a la primera escapada de su entrevistado, con lo que éste, gana la batalla de una guerra que supuestamente tendría que ganar la entrevista.
En cualquier entrevista, un mondo entrevistador, hace preguntas incomodas, pero también brinda risas que las suavizan, gestos que las disculpan, y olvidos intencionados que la convierten en vulgar. El entrevistado, acaba llevándose el premio, sea un ramo de flores o sea un megáfono, pero premio seguro por haber tenido el detalle de llenar aquel espacio de programa a precio de oro o gratis, dependiendo del oficio que ejerza.
En una buena entrevista, el entrevistador, no cesa cuando el entrevistado, y menos si es un político, intenta desperdigarse, intenta torear la pregunta. El entrevistado, pilla a la primera que le van a cuestionar, y se agarra a cuestiones que se han intercalado para desarrollarlas, acentuarlas y despistar, pero el buen entrevistador, pilla por donde lo hace y repite la pregunta de otra forma hasta que el interrogado responde a la cuestión sin remedio.
Los buenos entrevistadores, hoy, interpelan a personajes poco influyentes o poco relacionados con asuntos que afectan al pueblo: interrogan a artistas, algún científico, toreros, a escritores y poco más. Muchos, están en la televisión amarilla y algunos en la rosa, recuperándose de los traumas que les ha dejado su carrera y recogiendo la cosecha que creen merecer. (Más o menos, pasan a ser euro -periodistas) Unos pocos, han dimitido hace años o quizá, han aceptado un cargo aparentemente superior, de director/a, pero ya no molestan a sus entrevistados.
Los simples entrevistadores, interpelan a personas más conocidas e influyentes, les encargan programas de entretenimiento donde invitaran a grandes personajes o a reputados políticos, tienen la oportunidad de distraer al personal en columnas de periódicos, igualmente. Pero cobraran mucho de cualquier manera y se harán igualmente populares porque nunca avasallarán a su entrevistado aunque lo aparenten.
Entre un buen entrevistador y un fiel entrevistador, se acuna el tiempo, sobre todo, pero también se columpian los compromisos, los cargos, los beneficios y las ordenes de un amo más o menos invisible, más o menos tolerante, más o menos poderoso que gobierna sus principios y condiciona sus actos. Ya no quedan, prácticamente, entrevistadores libres y buscarlos o encontrarlos es pura cuestión de suerte. La verdad pues, no está en la televisión, ni en la radio ni en los periódicos. La verdad, sigue estando escondida entre las calles. Entre las calles, precisamente, ese lugar del que huyen, finalmente, los buenos y malos entrevistadores para unirse sin saberlo, o sí, a los que un día fueron sus dilemas y sus víctimas.